Por Vivian Collazo Montano *
La
Habana (PL) El desarrollo alcanzado por el sistema sanitario de Cuba
permitió que el país culminara 2013 con la más baja tasa de mortalidad
infantil de su historia (4,2 por cada mil nacidos vivos), y una de las
más bajas de la región de las Américas y del mundo.
En varias provincias del país, el indicador fue aún menor: son ellas
Sancti Spíritus y Granma con 3,2; Holguin, 3,3; La Habana y Ciego de
Avila, 3,4; Pinar del Río y Villa Clara, 3,9 y las Tunas, 4,0; el
municipio especial Isla de la Juventud, 2,0.
Además, se
consolidó el programa de reducción de las complicaciones de muertes
maternas, al reportarse solo 26 decesos relacionados con embarazo, parto
y puerperio, y alcanzar una tasa de mortalidad materna de 20,7 por cada
100 mil nacidos vivos.
Sin embargo, no siempre fue así. Antes
de 1959, en la nación se reportaba una elevada mortalidad infantil, con
marcado subregistro de defunciones y nacimientos, una definición de
nacido vivo que excluía los nacimientos de las primeras 24 horas y
déficit de recursos humanos que garantizara la recolección del dato
primario de forma confiable.
Predominaba una elevada tasa de
natalidad y fecundidad y no existía un sistema único de salud. Había un
déficit marcado de recursos humanos y materiales, el número de camas
pediátricas era insuficiente, como también el personal médico
especializado, el cual se ubicaba preferentemente en las capitales de
provincias.
A partir del triunfo de la Revolución cubana, el
Ministerio de Salud Pública trazó una serie de estrategias y normativas,
desde la formación de especialistas, el incremento de hospitales y el
aumento de las camas hasta los programas de inmunización, de lucha
contra la gastroenteritis y para disminuir el bajo peso al nacer.
Todo ello bajo un sistema sanitario gratuito para toda la población,
con especial esmero a madres y niños, y con una amplia red de servicios e
instituciones asistenciales que ofrecen atención médica integral, con
énfasis en la promoción y prevención.
El seguimiento a las
embarazadas, en particular a las consideradas de alto riesgo y la
efectiva implementación de la genética médica, constituyen prioridades
del Programa Materno Infantil (PAMI).
Este fue establecido en la
isla desde hace varios años con el objetivo de evaluar paso a paso el
desarrollo del embarazo y preparar a la pareja para el momento del
parto.
Bajo esta estrategia se le realizan a cada gestante no
menos de 17 consultas y 30 exámenes de diagnóstico para evitar
enfermedades asociadas al embarazo. |
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