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domingo, 26 de enero de 2014

Discurso en la Cámara en 1955, en contra de la amnistía a Fidel Castro #CELAC

Fidel Castro, del humanismo al totalitarismo 



La amnistía que causó
la devastación de Cuba
 
A
Rafael Díaz-Balart –cuñado por entonces de Fidel Castro- se le atribuye
haber pronunciado un discurso en la Cámara de
Representantes de Cuba en 1955, en contra de la amnistía que
finalmente se concedió a Fidel Castro y sus seguidores, encarcelados por
los sangrientos sucesos del 26 julio de 1953.

 
De ser cierto que pronunció ese discurso, hay que reconocerle que sus palabras resultaron proféticas. Esa amnistía
causó la devastación de Cuba.

 
Señor Presidente y señores representantes:
 
He
pedido la palabra para explicar mi voto, porque deseo hacer constar
ante mis compañeros legisladores, ante el
pueblo de Cuba y ante la Historia, mi opinión y mi actitud en
relación con la amnistía que esta Cámara acaba de aprobar y contra la
cual me he manifestado tan reiterada y enérgicamente. No me han
convencido en lo más mínimo los argumentos de la casi totalidad de
esta Cámara a favor de esa amnistía. Que quede bien claro que soy
partidario decidido de toda medida a favor de la paz y la
fraternidad entre todos los cubanos, de cualquier partido político o
de ningún partido, partidarios o adversarios del gobierno. Y en ese
espíritu sería igualmente partidario de esta amnistía o de
cualquier otra amnistía. Pero una amnistía debe ser un instrumento
de pacificación y de fraternidad, debe formar parte de un proceso de
desarme moral de las pasiones y de los odios, debe ser una
pieza en el engranaje de unas reglas de juego bien definidas,
aceptadas directa o indirectamente po r los distintos protagonistas del
proceso que se está viviendo en una nación.



Y esta amnistía que acabamos de votar desgraciadamente es todo lo
contrario. Fidel Castro y su grupo han declarado reiterada y
airadamente, desde la cómoda cárcel en que se encuentran, que
solamente saldrán de esa cárcel para continuar preparando hechos
violentos, para continuar utilizando todos los medios en la búsqueda del
poder total al que aspiran. Se han negado a participar en
todo proceso de pacificación y amenazan por igual a los miembros del
gobierno que a los de la oposición que deseen caminos de paz, que
trabajen a favor de soluciones electorales y democráticas,
que pongan en manos del pueblo cubano la solución al actual drama
que vive nuestra patria.



Ellos no quieren paz. No quieren solución nacional de tipo alguno,
no quieren democracia, ni elecciones ni confraternidad. Fidel Castro y
su grupo solamente quieren una cosa: el poder, pero el
poder total, que les permita destruir definitivamente todo vestigio
de Constitución y de ley en Cuba, para instaurar
la más cruel, la más bárbara tiranía,
una tiranía que enseñaría al pueblo el verdadero significado de lo
que es la tiranía, un régimen totalitario, inescrupuloso, ladrón y
asesino
que sería muy difícil de derrocar por
lo menos en 20 años. Porque Fidel Castro no es más que un psicópata
fascista, que solamente podría pactar desde el poder con las fuerzas del
comunismo internacional, porque ya el fascismo fue
derrotado en la Segunda Guerra Mundial, y solamente el comunismo le
daría a Fidel el ropaje pseudo-ideológico para asesinar, robar, violar
impunemente todos los derechos y para destruir en forma
definitiva todo el acervo espiritual, histórico, moral y jurídico de
nuestra República.



Desgraciadamente hay quienes, desde nuestro propio gobierno tampoco
desean soluciones democráticas y electorales, porque saben que no pueden
ser electos ni concejales en el más pequeño de
nuestros municipios. Pero no quiero cansar a mis compañeros
representantes. La opinión pública del país ha sido movilizada a favor
de esta amnistía. Y los principales jerarcas de nuestro gobierno
no han tenido la claridad y la firmeza necesarias para ver y decidir
lo más conveniente al Presidente, al Gobierno y, sobre todo, a Cuba.
Creo que están haciéndole un flaco favor al Presidente,
sus ministros y consejeros que no han sabido mantenerse firmes
frente a las presiones de la prensa, la radio y la televisión.



Creo que esta amnistía, tan imprudentemente aprobada, traerá días,
muchos días de luto, de dolor, de sangre y de miseria al pueblo cubano,
aunque ese propio pueblo no lo vea así en estos
momentos.



Pido a Dios que la mayoría de ese pueblo y la mayoría de mis
compañeros representantes aquí presentes, sean los que tengan la razón.
Pido a Dios que sea yo el que esté equivocado. Por
Cuba.

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