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¿Qué se oculta tras el accidente de Payá?
Publicado el Lunes, 30 Julio 2012 13:36 Por Café Fuerte
Por Juan Reynaldo Sánchez* Fue escolta personal de Fidel Castro entre 1968 y 1994, con grados de teniente coronel. Graduado de Investigaci
ón Operativa en la Escuela de Contrainteligencia del MININT. Fue destituido y cumplió prisión en Cuba. Logró abandonar la isla en el 2008 y actualmente reside en Miami. Tiene en preparación un libro sobre su experiencia en la seguridad personal del gobernante cubano.
El informe oficial del Ministerio del Interior (MININT) de Cuba sobre el accidente que hace una semana le costó la vida al reconocido disidente Oswaldo Payá Sardiñas y al activista Harold Cepero, deja no pocas interrogantes y cabos sueltos que merecen un análisis detenido en busca de acercarnos a la verdad de lo ocurrido.
Sin apasionamientos ni prejuicios, solo a partir de los hechos descritos por la única versión divulgada –la oficial-, las fotos, el esquema del accidente transmitido por la televisión cubana y las declaraciones de última hora de los dos sobrevivientes, el español Angel Carromero y el sueco Jens Aron Morig, esta mañana en conferencia de prensa en La Habana.
Analicemos las declaraciones de los testigos presenciales, según la versión del MININT.
José Antonio Duque de Estrada, trabajador del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), quien reside en el municipio granmense de Río Cauto y transitaba por el lugar del hecho en una bicicleta, declaró al órgano de instrucción: “El carro me pasó a alta velocidad por al lado, con seguridad iba a más de 100 kilómetros por hora. Rebasó a un tractor que también iba en la misma dirección y después vi una tremenda polvareda, cuando entró a un tramo que está en mal estado. Al aproximarme, ya con menos polvareda, vi al carro impactado contra un árbol en la cuneta”.
Este testigo asegura que vio al carro impactado en un árbol en la cuneta. Vio el carro incrustado en el árbol, no que el auto golpeó al árbol, sino que estaba impactado contra este. Sin embargo, la versión oficial del gobierno expone que el auto impactó al árbol y continuó su curso hasta quedar detenido cerca del canal de agua que está dentro de la maleza, lo que no concuerda exactamente con la declaración de este testigo presencial.
La versión de Duque de Estrada es confirmada por Lázaro Miguel Parra Arjona, otro testigo presencial y vecino de La Sal, municipio Yara, expresa: “El carro me adelantó a gran velocidad; luego vi la nube de polvo fuerte y cuando bajó el polvo pude ver el auto impactado en el árbol que está en la cuneta”.
Este testigo asegura que cuando bajó el polvo, o sea instantes después, vio al auto Hyundai Accent impactado en el árbol.
Y una tercera versión también confirma el hecho de que el auto quedó impactado contra el árbol. Se trata de Wilber Rondón Barrero, campesino de Río Cauto, quien venía en dirección contraria, a unos cien metros de distancia del sitio donde ocurrió el siniestro: “Cuando me acercaba vi que el carro perdía el control y se impactaba contra un árbol de la cuneta”.
Por las propias declaraciones de los testigos no cabe duda de que el auto quedó incrustado en el árbol. Sin embargo, las fotos difundidas y el diagrama difundido con el informe sugiere que el auto continuó su trayectoria después de impactarse contra el árbol hasta que se detuvo junto a un canal de agua dentro de la maleza y donde se le realizaron las pruebas peritales del controversial accidente.
Las dos primeras fotos del accidente que aparecieron en la internet antes de que fueran presentadas en publicaciones, mueven también a cuestionamientos. Una de ellas es sin dudas la primera foto del accidente, ya que en ella se puede observar cómo asisten a uno de los heridos que iba en el auto y se ve claramente que el carro está fuera de la maleza a un costado del camino.
En la segunda foto se puede apreciar el vehículo dentro de la maleza, muy cerca del canal de agua y donde -según una plaqueta con el número 6 encima del capó- se realizó el examen pericial.
Partiendo del principio de que en ningún peritaje se pueden mover las pruebas y de que no podía esperarse remover el carro para sacar los cuerpos de los pasajeros, caen las preguntas obligadas: ¿Por qué se movió el auto del lugar donde quedó tras el accidente, trasladándolo a la maleza? ¿Manipularon las autoridades la evidencia? ¿Cómo explicar entonces que los tres testigos, sin excepción, vieran el auto incrustado en el árbol, mientras que el informe lo presenta junto al canal de agua?
Hay razones para intuir que la mano gubernamental podría estar tras la presunta manipulación de pruebas, pero quedan aún varias piezas del rompecabezas por completar. Nada se sabe ciertamente de quiénes llegaron primero al accidente, de quiénes se llevaron a los heridos, y sólo se podrá completar la información pertinente con el testimonio de los dos sobrevivientes extranjeros.
Resulta también cuestionable que el árbol –fotografiado por la Associated Press- haya podido hacer semejante daño. No creo muy probable que el impacto de este “arbolito” fuera determinante; si se observan detenidamente las fotos del carro accidentado, se comprueba que el lado izquierdo, que supuestamente recibió el golpe del árbol, no presenta rozamiento en el guardafango ,o sea, que lo golpeó y lo rebotó, pero como para que el vehículo continuara su curso hasta el canal. De haber sido así, ese guardafango estaría completamente desbaratado.
Como era de esperar, a estas horas circulan en la prensa internacional y en la internet numerosas interpretaciones en torno al hecho, la mayoría de ellas implicando a la Seguridad del Estado en el asesinato de los dos disidentes.
A pesar de la evidente movida propagandística de La Habana presentando declaraciones de Carromero y Aron Morig ante la opinión pública internacional, lo que ambos digan en condición de reos del régimen cubano carece de legitimidad y no atenúa las sospechas de implicación de la Seguridad del Estado, sino que las refuerza. Sólo cuando ambos puedan hablar ante investigadores independientes y fuera de la influencia del control cubano tendrán valor sus respectivos testimonios para el esclarecimiento del caso (¿recuerdan al mexicano Carlos Ahumada y su testimonio bajo arresto en Cuba en el cercano 2004, luego desmentido en un libro donde describe las torturas a que fue sometido para obligarlo a filmar una confesión?)
Creo con mucha fuerza que el objetivo pudo haber sido la intimidación para que el automóvil no continuara su viaje a Bayamo (por cierto, todavía está por precisarse a qué iban estos cuatro viajeros a la zona oriental, a quiénes pretendían visitar, qué otras ciudades pensaban visitar, etc) y provocar un accidente –tal vez no consumado sobre el terreno operativo- que sirviera como pretexto para la intervención de la policía. La ocasión hubiera sido propicia para la siembra de evidencia, lo que justificaría un levantamiento de cargos por delitos contra el Estado y la seguridad pública.
La cámara de Payá
También resulta factible que la técnica de escucha estuviera en el auto alquilado, pues es una forma tradicional de recoger información por parte de la Seguridad cubana. De esta manera se controlan las conversaciones dentro del automóvil y se facilita el chequeo de posibles paradas, personas que verían, planes de la visita, con suficiente antelación.
En la Escuela Superior de Contrainteligencia del MININT, donde me gradué en la especialidad de Investigación Operativa en 1985, se mostraba este tipo de casos para contrarrestar las posibles acciones de opositores. Los libros fueron copiados de la contrainteligencia de la antigua Unión Soviética. Los ejemplos que allí se exponían eran acciones reales de planes confeccionados por la contrainteligencia soviética, tomados de sus manuales. De esa vieja escuela se nutren acciones como chocar, intimidar, provocar un accidente para que un opositor no llegue a su destino y otros ardides que se aprendían en esa institución docente de la contrainteligencia cubana.
¿Fue la muerte de Payá consecuencia de un accidente provocado o calculado durante un operativo de la Seguridad del Estado? ¿Se fraguó o no en la zona un operativo con despliegue de oficiales? ¿Fue orientada la divulgación en Facebook de las dos primeras fotos del accidente, el pasado 24 de julio, por el periodista David Rodríguez o se trató de una iniciativa inconsulta que incomodó a los investigadores policiales? ¿Devolverán las autoridades las últimas filmaciones realizadas por Payá con la cámara de video que llevaba en el momento del accidente?
Por ahora, con las declaraciones de tres testigos y los dos sobrevivientes, las fotos y la visible manipulación de la evidencia, estoy tentado a pensar que las autoridades cubanas tienen responsabilidad en este trágico desenlace. Y no poco que esconder y acallar.
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