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miércoles, 18 de marzo de 2015

Super Entrevista a María Corina Ya!!! #Venezuela

“Nicolás Maduro debe renunciar a la Presidencia”. Una entrevista a María Corina Machado por Alonso Moleiro « Prodavinci



“Nicolás Maduro debe renunciar a la Presidencia”. Una entrevista a María Corina Machado por Alonso Moleiro




Por Alonso Moleiro
| 17 de marzo, 2015









“Nicolás Maduro debe renunciar a la Presidencia”. Entrevista a María Corina Machado; por Alonso Moleiro 640

La activista y dirigente de la
oposición, miembro de la MUD, no tiene la menor duda en que el régimen
político vigente atraviesa una decadencia que ya es irreversible.
Asegura que “lo que apareció en Andorra es la punta de un iceberg”;
apuesta por la activación de mecanismos constitucionales para salir de
la crisis y considera improbable un escenario de guerra civil. Machado
opina que, con sus problemas, la unidad de la Oposición en las
parlamentarias se va a concretar.

Desde hace unos cuatro años,
varios sectores de la Oposición, incluyéndola a usted, han anunciado la
aproximación de una transición política en Venezuela. Lo cierto es que
tal circunstancia no termina de concretarse.


Pienso que la transición en Venezuela ya comenzó.

¿Eso no lo ha dicho antes?

Nunca se habían generado señales tan evidentes como las que hoy existen.
Luego de los eventos del 2014, al mundo le quedó completamente clara
cuál es la naturaleza del régimen. La comunidad internacional entendió
que el de Maduro es un régimen represor, dispuesto a no rendir cuentas
de sus excesos y a violar de manera masiva los Derechos Humanos para
poder sostenerse en el poder. El otro elemento, pienso, es que se
demostró que hay una fuerza enorme en la ciudadanía que asume que la
movilización es un instrumento indispensable para afrontar un régimen,
que, sin dudas, constituye una dictadura que ha logrado cubrirse con las
formas legales. Yo te pregunto ahora: ¿dónde estamos hoy? Han
secuestrado a Antonio Ledezma y lo tienen preso; aparecen nuevas
evidencias de la podredumbre en el chavismo, con los casos de
legitimación de capitales, en Andorra y España; hay denuncias sobre
narcotráfico hechas por un oficial activo de las Fuerzas Armadas, muy
cercano a los círculos del poder. Lo de Andorra, te lo puedo asegurar,
es la punta de un iceberg. Maduro acaba de ser habilitado por la
Asamblea Nacional, y eso será para seguir reprimiendo. Ha muerto Rodolfo González
en los calabozos del Sebin. En la comunidad internacional, tenemos el
incidente diplomático con Uruguay, el distanciamiento de sus aliados; el
descrédito total del gobierno y de Maduro en casi todas las esferas. En
2014, no había tenido lugar la reunión de los estados de PetroCaribe
con Joe Biden; ni la resolución 8610,
del general Padrino, que es muy inquietante, y que habla de un estado
de cosas. Para algunas personas, ese es un “mensaje a García” enviado a
los colectivos armados. El año pasado no había tenido lugar la
intervención de Farmatodo ni las de Día a Día; ni las sanciones de Estados Unidos
a funcionarios y familiares del gobierno, vinculados a casos de
corrupción; ni las declaraciones de Giordani –“Venezuela es el
hazmerreír de América Latina en economía”– que, aparte del cinismo que
evidencian, son una expresión de inconformidad extendida. No olvidemos las expresiones del señor Chaderton,
que reflejan con tanta claridad odio, crueldad e impunidad. Este es el
colapso de un estado mafioso. Tenemos que interpretar las señales del
entorno. Hay un proceso que se acelera, con implicaciones económicas,
sociales y políticas, con un margen de aproximación, un riesgo
importante de que terminemos padeciendo una verdadera crisis
humanitaria. Uno no sabe si el señor Maduro, al tomar decisiones como
estas, está buscando acelerar su propio final, o si se trata
exclusivamente de la incompetencia e ignorancia de estas personas. El
caso de Ledezma, y el asesinato de Kluivert Roa, han desatado una
condena mundial en contra de Venezuela.

¿Todo lo que usted ha enumerado
es suficiente para aludir la existencia de una situación terminal de
Nicolás Maduro en el poder? Algunos dirigentes discrepan de esa
interpretación.

Irreversible. La transición avanza, pero, además, en estas
circunstancias, se acelera. Fundamento lo que afirmo en tres aspectos.
En la Opinión Pública: las encuestas de enero ya son viejas si medimos
el pulso de lo que pasa. Maduro pierde popularidad con el paso de cada
día. Ellos lo saben. Mi experiencia personal, en los recorridos que
hicimos en El Tigre, Barcelona, Anaco, ahora en la Costa Oriental del
Lago, fue conmovedora. Se siente la desesperación. La gente tiene la
tragedia a flor de piel. Tres mil personas congregadas en el Tigre, casi
2 mil en Ciudad Ojeda, sin televisión, sin promoción, sin recursos, sin
convocatoria previa. Toda la Unidad presente, partidos y sectores
sociales. Nos estamos aproximando a un consenso: el de la crisis. En
segundo lugar, el propio Oficialismo. Sus contradicciones, las tensiones
internas que son profundas y evidentes. Como me dijo una vez Gabriel
Puerta Aponte: “los pactos de mafias lucen estables, pero son muy
frágiles, una vez que sus intereses comienzan a chocar”. Y en tercer
lugar, el plano internacional, que está cambiando. Maduro ha quedado
sólo. Los Castro lo traicionaron: Maduro se enteró en Argentina, en
tiempo real, de un acuerdo que tenía una gestación de 18 meses. La
Comunidad Internacional ha pactado tradicionalmente con este gobierno
por intereses diplomáticos estratégicos. Pensando sobre todo en la
estabilidad del país, que es un tema que les importa mucho. Finalmente,
han entendido que Maduro es el caos, que este régimen, con sus
decisiones y su talante, está llevando a Venezuela a la anarquía.
Además, se acabó la plata: ya no pueden tener en nómina a países
enteros, fundaciones, plataformas de propaganda que les beneficiaban.

Se ha puesto de moda una cierta
percepción según la cual, aún si todo eso fuera verdad, el chavismo
gobernará en minoría y se saldrá con la suya, incluso más allá de 2019.
La narrativa de la desesperanza.


Efectivamente, hay un sector del país que está muy agobiado. La
crueldad, el cinismo, la ausencia de escrúpulos del régimen es tal, que
ha quedado como Defensor del Pueblo un señor como Tarek William Saab,
que tiene denuncias por violación de Derechos Humanos cuando estaba al
frente de la Gobernación de Anzoátegui. Nos humillan y abofetean a
diario; son 16 años de lucha. Lo que la gente está exigiendo en
Venezuela es una cosa: una ruta creíble para una transición a la
democracia, en paz y oportuna.

¿Eso no fue La Salida?

Si, ese fue su espíritu. Por esto tuvo la acogida y creo la
esperanza que generó en su momento. Estremeció a este país y al mundo;
puso en relieve el drama venezolano.

Para algunos sectores de la
Oposición, La Salida fue un fracaso y una total equivocación, que al
final no logró su cometido, en medio de tantos muertos y heridos.


Cada muerte es un dolor infinito. Nada justifica ni una muerte. Pero la
violencia, la tortura y la represión las produce el régimen. Hay que
dejar la parsimonia, la indulgencia. Es una cuestión de dignidad.
Cambiar las cosas en Venezuela no es una opción, es una obligación
moral. Venezuela está tomada por mafias en todos sus rincones. Desde la
Guaira hasta Guiria, toda la costa venezolana se ha convertido en centro
de actividades ilegales y narcotráfico. Hay contrabando de combustible
cerca de Falcón; piratas de mar que asesinan pescadores y asaltan a
temporadistas. ¿Qué es la frontera, desde el Zulia a Apure? Mafias que
trafican, no sólo con drogas, con comida, con armas, con personas, con
muchas cosas. En la frontera sur, en Bolívar, operan grupos gangsteriles
del carbón, del acero, del aluminio. Y el centro, en la zona sur de
Aragua, pranes que asaltan caminos, cuatreros que asesinan a productores
y usan armas de guerra. ¿Quién controla el estado Guárico?

Bien; pero no hubo salida. No se “salió”

No estaríamos aquí, ante la inminencia de una transición, si el pueblo
venezolano no hubiese salido la calle a protestar y defender sus
derechos. Estoy segura de que la historia se encargará de recoger este
episodio y recordar a los héroes de esta hora. No sólo a los caídos: a
los que están presos, a sus familias. Tú hablas con una Rosa Orozco, a
quien le mataron a su hija Geraldine en la puerta de su casa, el 22 se
cumple un año, y esa mujer no ha dejado de estar un día recordándonos a
todas las madres que nuestro deber es seguir acompañando a los jóvenes
hasta que este régimen salga. Habla mucho del grado de compromiso de
nuestro pueblo. Yo quiero hacer un énfasis especial en eso: la inmensa
confianza que yo le tengo al pueblo de Venezuela.

Una parte del pueblo de
Venezuela ha perdido la confianza en el pueblo de Venezuela. Ahí se
gesta la dialéctica del fracaso nacional. Que si este es un país de
malandros, un caso perdido, una montonera, un proyecto que fracasó.

Yo pienso lo contrario; creo que nuestro pueblo es
extraordinario. Creo mucho en la energía creadora acumulada de los
venezolanos. El sindicalista de Guayana, el estudiante de Mérida, el
cafetero en biscucuy, el pescador en Oriente, el emprendedor en Caracas.
Yo jamás afirmaría cosas así de mi pueblo. El venezolano ha resistido
con mucha tenacidad, con mucha hidalguía, con mucha consecuencia, con
nobleza y con sacrificio, a una dictadura militarista mafiosa durante 16
años, que ha tenido en sus manos toda la plata del mundo, y que intentó
controlar y destruir a las Fuerzas Armadas, porque ese era su verdadero
objetivo.

Alguien podría acusarla usted de
estar enunciado una proclama rupturista, que tiende a romper el orden
constitucional contra un Presidente electo que, mal que bien, ha ganado
elecciones y representa una fuerza social en el país.


La legitimidad de un régimen se alimenta, tanto de su fuente de origen,
de la forma como obtiene el poder, como también sobre el cómo lo ejerce y
sobre cuales son sus fines. El caso del señor Maduro, en las tres
dimensiones que definen un régimen democrático, está absolutamente al
descubierto. Su legitimidad, para comenzar, está seriamente cuestionada.
Desde el 14 de abril, mi posición ha sido siempre que se robó las
elecciones. Punto. Ahora, incluso para quienes argumentan que sí las
ganó, en estos dos años, tanto en su ejercicio como en el fin ulterior,
ha demostrado presidir un régimen político totalitario, como lo ha
denunciado la Iglesia Católica, violador de los Derechos Humanos, de la
Constitución, corrompido hasta la médula, y además, totalmente incapaz
de gobernar, de atender incluso esta grave coyuntura. El país se
aproxima al colapso total. Por eso es que yo sostengo hoy, y esto es
central, en un país el cual más un 80 por ciento de su población está
sencillamente desesperada ante su situación personal, con pacientes que
mueren de enfermedades que se pueden tratar, por el estado del sistema
de salud pública, por la escasez, porque no hay tratamientos para el
cáncer, para el sida, para las operaciones coronarias, para la diálisis;
o porque no hay medicinas, o le dan a un enfermo la medicina
equivocada; que si nosotros, si el liderazgo civil del país, no sólo el
político, no es capaz de presentarle al país una propuesta creíble para
recuperar la democracia, la libertad plena, con soluciones
constitucionales, cívicas y oportunas a este drama, si no atendemos el
llamado del pueblo, digo, este pueblo puede terminar escuchando otra
cosa. Atendiendo a otra solución. Somos corresponsables de que esa
solución oportuna no termine llegando por una vía que nadie está
esperando.

Si en Venezuela llega a
producirse un hecho de fuerza, el país se aproximaría al riesgo de la
violencia extendida. Preservar los mecanismos incruentos y legales
debería ser una prioridad.

Yo no veo un escenario de guerra civil en Venezuela. De verdad,
es lo que siento. Eso no está en el espíritu de los venezolanos. Eso es
lo que el régimen intenta promover; poner a la gente en las colas a
pelearse. Confío mucho que, tanto los venezolanos como nuestras Fuerzas
Armadas, entendemos que tenemos la obligación de buscar una transición a
la democracia en paz, que es responsabilidad de todos. Nosotros hemos
planteado el desarrollo de una transición hacia la conquista de la
democracia, y eso se divide en tres etapas. La primera es el cambio de
régimen; el arribo de un régimen de transición, y finalmente la
reconstrucción de Venezuela. Para eso tenemos un programa muy profundo
el Acuerdo para la Transición, producto de una amplia consulta, una
agenda política, económica y social; la autonomía de poderes, el regreso
de los exiliados; la reinstitucionalización del país, la
profesionalización de los cargos; el fin de los controles en la
economía; la protección del ingreso; la generación de empleo inmediato y
la regularización de las actividades de PDVSA. Garantizar, en primer
término, que la población que hoy está desprotegida sienta de forma
inmediata la mejora en su calidad de vida. Acciones con efectos
inmediatos mientas trabajamos lo estructural. Queremos incorporar a esa
discusión a todo el país, incluyendo por supuesto al oficialismo. El
pueblo oficialista formará parte de la reconstrucción nacional, sin
retaliaciones.

¿En ese proceso está planteada la idea de una ruptura?

No. El camino nuestro es el de la Constitución. El primer paso es una
consigna que pronto será nacional: Nicolás Maduro tiene que renunciar.
En la Constitución hay un mecanismo expedito, que es el de la renuncia.
El artículo 233 es muy claro: quien asume a continuación, en este caso,
es el Vicepresidente. No Diosdado Cabello.

En este caso Jorge Arreaza.

O uno previamente acordado. Encargado de llevar adelante un proceso de
transición, tomar algunas decisiones, y llevar al país a unas nuevas
elecciones. Hay gente que te dice: “gran cosa, la renuncia es
voluntaria, pero si Maduro ni quiere renunciar, no lo hará”. La renuncia
es voluntaria, pero impuesta por las circunstancias. Eso lo hemos visto
alrededor del mundo, demócratas y dictadores que han entendido que se
tienen que ir y renuncian. Cuando esa presión ciudadana se hace sentir
por múltiples vías, unas son las protestas, la movilización, las
opiniones; otras son las presiones dentro de las propias instituciones y
el propio oficialismo. El cambio de régimen nos va a llevar a una etapa
delicada y compleja, que es la transición. Venezuela necesita ayuda. El
país está en ruinas; el problema que tenemos es muy serio. Basta salir
del país para constatarlo; afuera la gente nos ve con lástima. Lo
importante aquí es que todos sepamos que sí existe un programa para
salir de la crisis, el Acuerdo para la Transición, en el cual hemos
estado trabajando venezolanos de todos los sectores que aman a su
patria, durante muchos meses. Que entienden que el aspecto central de la
transición, la palabra mágica, es la confianza. Hacia los empleados
públicos, que no habrá venganza, sino que, por el contrario, serán
valorados según sus capacidades; hacia los sectores que han estado
acompañando al oficialismo, que es a quienes se les ha dicho en todo
momento que un cambio de régimen implicaría perseguirlos o pasar encima
de ellos. Todo lo contrario; absoluta conciencia de que todos somos
parte de un proyecto común. Y por supuesto, confianza hacia los sectores
económicos; nacionales internacionales. Venezuela necesitará enormes
inversiones, prestamos y ayudas porque está en una situación muy
comprometida. Ayuda, no sólo financiera, sino probablemente, incluso,
humanitaria. Esa transición a la que me refiero tiene dos grandes
desafíos: garantizar la gobernabilidad y fomentar una reconciliación en
la base, en el seno de la ciudadanía.

Los
llamados a protestar, aunque se insista en que son pacíficos, derivan
con mucha facilidad en violencia en Venezuela. Además, la última
convocatoria de la Unidad a la calle no llenó las expectativas. Puede
haber agotamiento en la población.


No creo que la sociedad venezolana esté agotada, no suscribo esa
apreciación. La gente lo que está demandando es efectividad política.
Está dispuesta a arriesgarse y a contribuir cuando ve que lo que hace es
efectivo. En cualquier caso, yo reivindico esa convocatoria a que
aludes. Es un primer paso en esta etapa. Vendrán nuevas situaciones. En
la medida en que los ciudadanos tengamos conciencia de que existe una
ruta en la cual se avanza, y que casa paso, cada consigna, cada
denuncia, cada tuit, eso es muy importante también, yo no reniego de
nada, nos lleva a la Venezuela que buscamos, la gente se atreverá a más.
Lo que no podemos es permitir el chantaje que implica aceptar que salir
a la calle, o conversar con la gente en la calle, o ir a la calle,
significa convocar a la violencia.

¿Qué siente María Corina Machado
cuando algunos analistas afirman que la Oposición en Venezuela no llena
el vacío necesario en el país?


Yo pienso que nosotros hemos hecho un proceso de reflexión y autocrítica
grande. Hemos tenido enormes aciertos y enormes errores. Enfrentando,
insisto, un régimen de esta magnitud. Ahora bien, que existan dirigentes
de la Oposición venezolana que, a pesar de la censura, de la campaña
más destructiva de tu honor, de tu familia, donde se hacen las
acusaciones más estrafalarias, como si uno fuera un monstruo que come
niños, financiada, se supone, por los peores intereses del planeta, de
acuerdo a lo que de forma machacona y continua dicen los dirigentes del
gobierno con total impunidad, y que a pesar de eso, en este momento, los
cuatro dirigentes más importantes de este país están, de acuerdo a
todas las encuestas, en la Oposición, me parece un gran logro. Yo tengo
como tres años que no voy a un programa de televisión. Tampoco Henrique
Capriles, ni se diga Leopoldo López. Se me ha acusado de magnicidio,
terrorismo, golpismo, se me ha ofendido de todas las formas, y no te dan
siquiera el derecho a defenderte. En este momento, yo tengo vetado el
acceso, incluso a televisoras regionales. Me pasó en Cumaná. Es fácil
decir eso de que la Oposición no capitaliza. La crisis de los partidos
es mundial; no me venga nadie con historias, no es una tara venezolana. A
pesar de las restricciones en la divulgación de mensajes, los
referentes principales del país, de acuerdo a lo que dicen todas las
encuestas, son, somos, de la Unidad Democrática.

Siempre
hay quien pueda temer que los sectores más endurecidos de la Oposición
de pronto vayan a botar el juego en un momento en el cual se pueden
lograr cosas grandes, llamando a no votar, o algo por el estilo.


Lo he dicho insistentemente. Una dictadura se enfrenta todos los días en
todos los planos, incluyendo el electoral. Pero asumiendo que estás
enfrentando a una dictadura, no chupándote el dedo. Toda oportunidad de
movilización y lucha democrática la vamos a aprovechar. Hay que resaltar
algo, acá ha habido unidad en los procesos electorales anteriores,
incluyendo en las pasadas parlamentarias, unidad perfecta. Se han
cometido otros errores, pero ha habido unidad. Hoy, las elecciones
parlamentarias no tienen fecha. Deben ser en Diciembre. Por supuesto que
vamos a ir a las elecciones parlamentarias, y las vamos a ganar. Sobre
la base de lo que estamos haciendo hoy. El país necesita una solución
urgente a esta situación. Lo que le debemos decir a la gente es que es
la hora de luchar, que podemos lograr un cambio político, en el corto
plazo, por la vía de la renuncia de Nicolás Maduro como un primer paso.
Iremos a un proceso electoral y luego a una renovación de los poderes
públicos.

¿Qué le parece el eje primarias acuerdos, tradicional de la MUD?

El país ha cambiado mucho, debemos entenderlo. La gente quiere ser
tomada en cuenta, defender las realidades de sus regiones. La
celebración de primarias generales le otorga enorme legitimidad a los
candidatos, es movilizador, empodera al ciudadano y los vacuna de atajos
o terceras vías. Como fuerzas democráticas, tenemos que ser coherentes.
Nadie va a entender ver a los partidos de la Mesa repartiéndose cargos.

¿Puede el país esperar que la MUD acuerde definitivamente la Unidad sin fisuras de cara a las parlamentarias?

Sin duda. En eso estamos. Confío en eso. En lo personal, estoy trabajando muy duro para que así sea.

¿Las medidas tomadas por Obama
no son agua para el molino del chavismo? Una excusa perfecta para
arremeter contra todo en el peor momento que viven.

No hay sanciones contra el pueblo de Venezuela, y nadie
concibe, porque es un disparate, que de verdad Estados Unidos vaya a
tomar acciones militares contra Venezuela. Que el gobierno lo ponga en
ese plano, para buscar un enemigo externo, esa es otra cosa. No es la
primera vez que pasa. Aquí hay señores en el gobierno que han violado
los Derechos Humanos torturando personas. Contra la tortura hay
convenciones internacionales, Venezuela ha firmado esos convenios. Al
hacerlo, está obligada a colaborar para esclarecer las cosas y hacer
justicia. Si los Estados Unidos tienen evidencias de que existen
personas que se han enriquecido indebidamente, organizando operaciones
financieras oscuras, pues que lo informen. Yo, como venezolana, lo
exijo: que nos lo informen. A mi me importa Venezuela y los venezolanos.
Venezuela no es este gobierno.

¿Que tal si Maduro termina
administrando su minoría, mientras el país sigue por el barranco, y
logra capear el temporal a palo limpio? El puede decir que no será
popular, pero es el Presidente.

Eso es lo que él quisiera. Su entorno, incluso el íntimo, ha
entendido que eso es imposible. Venezuela no es doblegable ni
silenciable. Ellos saben que si esto sigue así viene el caos
generalizado, una crisis humanitaria sin precedentes en la historia. El
país no se cala eso.

Maduro podría irse y no haber cambio de régimen.

Hay personas que piensan eso; yo difiero. La salida de Maduro
genera el paso primero para que el resto del régimen se desmorone. El
representa la única opción de liderazgo y semi-legitimidad, porque lo
eligió Chávez, y porque cuenta con algunos votos. Pero esto no sostiene.
Nadie puede darle continuidad a este desgobierno.


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