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Cuba y la duda fundacional
Ángel Velázquez Callejas
científicamente y el cambio llegará sin cortapisas. En Cuba, el límite
del pensamiento es, por más que puedas y por más que luches, una
tipología formal fundacional.
La literatura, la filosofía y los estudios socioculturales te han
condicionado, pensados como están dentro de una tremenda onda expansiva fundacional. Todos los intelectuales y pensadores cubanos han estafado el concepto fundar algo,
estableciendo una pauta retórica que no lleva a nada práctico ni
sostenible: no han logrado para ti, como lo expresa el norteamericano
Charles S. Pierce refiriéndose a los pensadores de sillón, el how to make our ideas clear (cómo conseguir que nuestras ideas sean claras).
Fundar, en este sentido, significa, por fuerza, dudar; y
en ello estriba la ansiedad por organizar e implantar algo, la paranoia
del pensamiento intelectual y filosófico cubano, que por desgracia se
ha sedimentado secularmente, como una roca, para dominar, condicionar y
explotar hasta nuestros días. Tus límites llegan hasta masificarte en tu
propia fundación, erótica, política y social. Han cambiado tu sentido
del cambio moral hacia “ese sol del mundo moral”.
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Cuba es una nación en proceso fundacional. La tendencia ha sido
negar la posibilidad óptima para la consumación fundacional. No podemos
fundarnos completamente: esta es la argucia del pensamiento cubano,
filosófico y artístico.
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Los cubanos hemos creído, sin reflexionar a fondo, en la vieja certeza cartesiana de la dualidad, de modo que fundarCuba es una nación en proceso fundacional. La tendencia ha sido
negar la posibilidad óptima para la consumación fundacional. No podemos
fundarnos completamente: esta es la argucia del pensamiento cubano,
filosófico y artístico.
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ha sido el concepto retórico. Desde allí, desde la naturaleza dividida
en estas dos esferas poéticas y filosóficas, donde cuaja la cubanidad
por adopción sentimental, no podremos ir más lejos de lo establecido, y
siempre para sucumbir en la ceguera.
La realidad nos obliga a mantenernos dentro de esos límites, porque
Cuba es una nación en proceso fundacional. La tendencia ha sido negar la
posibilidad óptima para la consumación fundacional. No podemos
fundarnos completamente: esta es la argucia del pensamiento cubano,
filosófico y artístico. Hay que posponer la fundación nacional cueste lo
que cueste. Ya en la retórica martiana había cuajado el espíritu de posponer. Un efecto retroactivo sobre el pensamiento.
Se ha convertido este ejercicio del pensamiento cultural cubano en un
círculo vicioso y cerrado. De hecho, no podemos por ahora separarnos de
la condicionante platónica del espectro imaginario que nos domina para
fijar algo bajo la certeza, a posteriori, de que nunca podremos estar
seguros. Y para revocar esto tendrás que moverte de verdad. Para
racionalizar en qué consiste el pragmatismo, la idea de la libertad.
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