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martes, 15 de abril de 2014

Carlos Alberto Montaner: La oposición arrasa | #SOSVenezuela Firmes

Carlos Alberto Montaner: La oposición arrasa | Cubanet



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO




Carlos Alberto Montaner: La oposición arrasa

A Nicolás Maduro le salió muy mal la primera ronda de
conversaciones en el palacio de Miraflores. El oficialismo habló de la
revolución en abstracto. La oposición habló de la vida cotidiana. Para
los espectadores no dogmáticos el resultado fue obvio: la oposición
arrasó













maduro y caprilesA
Nicolás Maduro le salió muy mal la primera ronda de conversaciones en
el palacio de Miraflores. No sólo de consignas vive el hombre. Él, su
gobierno, y media Venezuela, por primera vez debieron (o pudieron)
escuchar en silencio las quejas y recriminaciones de una oposición que
representa, cuando menos, a la mitad del país.

El revolucionario es una criatura voraz y extraña que se alimenta de
palabras huecas. Era muy fácil declamar el discurso ideológico
socialista con voz engolada y la mirada perdida en el espacio, tal vez
en busca de pajaritos parlantes o de rostros milagrosos que aparecen en
los muros, mientras se acusa a las víctimas de ser fascistas, burgueses,
o cualquier imbecilidad que le pase por la cabeza al gobernante.

El oficialismo habló de la revolución en abstracto. La oposición
habló de la vida cotidiana. Para los espectadores no dogmáticos el
resultado fue obvio: la oposición arrasó.

Es imposible defenderse de la falta de leche, de la evidencia de que
ese pésimo gobierno ha destruido el aparato productivo, de la inflación,
de la huida en masa de los venezolanos más laboriosos, de las pruebas
de la corrupción más escandalosa que ha sufrido el país, del saqueo
perpetrado diariamente por la menesterosa metrópoli cubana, del hecho
terrible que el año pasado fueron asesinados impunemente 25 000
venezolanos por una delincuencia que aumenta todos los días.

¿Por qué Maduro creó esa guarimba antigubernamental en Miraflores?
¿Por qué pagó el precio de dañar inmensamente la imagen del chavismo y
mostrar su propia debilidad dándole tribuna a la oposición?

Tenía dos objetivos claros y no los logró. El primero era tratar de
calmar las protestas y sacar a los jóvenes de las calles. El “Movimiento
Estudiantil” –la institución más respetada del país, de acuerdo con la
encuesta de Alfredo Keller—había logrado paralizar a Venezuela y mostrar
las imágenes de un régimen opresivo patrullado por paramilitares y
Guardias Nacionales que se comportaban con la crueldad de los ejércitos
de ocupación y ya habían provocado 40 asesinatos.

El segundo objetivo era reparar su imagen y la del régimen. Las
encuestas lo demostraban: están en caída libre. Ya Maduro va detrás de
la oposición por unos 18 puntos. Lo culpan (incluso su propia gente) de
haber hundido el proyecto chavista y de ser responsable del
desabastecimiento y de la violencia. Casi nadie se cree el cuento de que
se trata de una conspiración de los comerciantes y de Estados Unidos.
La inmensa mayoría del país (81%) respalda la existencia de empresas
privadas. Dos de cada tres venezolanos tienen la peor opinión del
gobierno cubano.

Ese fenómeno posee un alto costo político internacional. Ciento
noventa y ocho parlamentarios sudamericanos de diversos países,
encabezados por la diputada argentina Cornelia Schmidt, se personaron
ante la Corte Penal Internacional de La Haya para acusar a Maduro de
genocidio, torturas y asesinatos. Eso es muy serio. Puede acabar
enrejado, como Milosevic.

Ser chavista sale muy caro. Lo comprobó el candidato costarricense
José María Villalta. Esa (justa) acusación lo pulverizó en las urnas. En
una encuesta realizada por Ipsos en Perú se confirmó que el 94% del
país rechaza a Maduro y al chavismo. Eso lo sabe Ollanta Humala, quien
hoy pone una distancia prudente con Caracas. Ni siquiera al popular Lula
da Silva le convienen esas amistades peligrosas. Sólo Rafael Correa,
quien padece una notable confusión de valores y no entiende lo que son
la libertad y la democracia (en Miami se empeñó en defender a la
dictadura de los Castro), insiste en su inquebrantable amistad con
Maduro.

La oposición, como dijo Julio Borges, va a seguir en las calles y,
por supuesto, continuará dialogando con el régimen. ¿Hasta cuando? Hasta
que suelten a los presos políticos, incluidos los alcaldes opositores,
restituyan sus derechos a María Corina Machado y Leopoldo López. Hasta
que el régimen renuncie al tutelaje vergonzoso e incosteable de La
Habana, configure un Consejo Nacional Electoral neutral y le devuelva la
independencia al Poder Judicial. Hasta que el gobierno desista de la
deriva comunista y admita que los venezolanos no quieren “navegar hacia
el mar cubano de la felicidad”. En definitiva, hasta que celebren unas
elecciones limpias, con observadores imparciales y se confirme lo que
realmente quiere el pueblo: que se vayan Maduro y sus cómplices.

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