EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
¿Cómo identificar a los políticos mentirosos y a otros falsarios?
A pocos días de las elecciones para el Congreso de la República los
colombianos se preparan para dar un voto de confianza a un candidato.
Muchos votarán por una corriente política afín a sus creencias y otros
en búsqueda de la transformación. La historia de los países está marcada
por personajes que han usado las mentiras para manipular a la
población, mantenerse en el poder y enriquecerse. En época electoral no
está de más saber algunos tips para identificarlos.
KienyKe.com habló con el especialista Diego Castrillón,
magíster en psicología clínica y presidente de Psicólogos con Dignidad,
para conocer a fondo la conducta y perfil de quiénes usan las mentiras a
su favor.
Las expresiones populistas, el oportunismo y los escándalos siempre
rodean al político que usa las mentiras para manipular. Según explica
Castrillón, los políticos con perfil de mentirosos tienen “un lenguaje
demagógico y sus afirmaciones no son concretas. Durante sus discursos
llaman mucho a la unión con base en ideales y exaltación del ideal
social. Pero no hablan de cosas precisas y cómo podría llevarlas eso a
cabo.”
Son comunes algunas frases como: “¡Por la unidad nacional! ¡Por el
respeto! ¡Por la defensa de los derechos!”. ¿Pero cuáles derechos?
¿Frente a quién? ¿Cómo lo va hacer? ¿Con qué proyecto de ley? En
conclusión, se trata de un lenguaje gaseoso. También defienden causas
que a la sociedad le gusta defender como la transparencia, equidad, el
respeto a los derechos laborales y derechos humanos.
Los políticos que suelen mentir también son personas que tienen gran
influencia pero poco se involucran. “No se meten tan de frente sino que
hay terceras personas que hacen el trabajo sucio”, dice el especialista.
Son oportunistas. Aparecen y desaparecen dependiendo del momento
histórico. Tampoco hay consistencia en sus propuestas morales y tarde o
temprano terminan involucrados en un escándalo relacionado con su
trabajo.
A través de la historia muchos presidentes han dejado ver su
debilidad por las mentiras. Hugo Chávez, Hitler, Mussolini y Napoleón.
Su perfil es típico de manipuladores. “Algunos llevaron a sus países a
la guerra y obtuvieron el apoyo popular basado en mentiras”, asegura
Castillón. Sin embargo explica “no es que la política lleve a la gente
hacer eso. Hay políticos claros en quien se puede confiar. Existen los
que no manipulan la realidad para su beneficio”. Las mentiras también se
ven en las grandes empresas, organizaciones sociales y vida cotidiana.
El perfecto mentiroso es un gran seductor
Pero las mentiras no son exclusivas del mundo político. También se
viven en la vida ordinaria. La mitomanía, tal como se maneja
culturalmente, se refiere a una persona que no parar de mentir. Tiene
dos connotaciones: los mitómanos que se creen la mentira y viven dentro
de ella, y quien usa las mentiras en su propio beneficio pero es
consciente de esta.
El especialista Diego Castrillón comenta que la palabra mitomanía,
usada por la gente, no existe dentro de los diagnósticos de la
psicopatología. “Lo más cercano a una mitomanía dentro de la
clasificación psicopatológica es el trastorno delirante. Se caracteriza
porque la persona vive dentro de la mentira. Inventan una historia y
habitan dentro de esta e incluso pueden convencer a otras personas de
que es cierta. Por otra parte, las personas que mienten para obtener un
beneficio propio estarían padeciendo, en cierto nivel, de un trastorno
de la personalidad antisocial.”
Todos en algún momento de la vida hemos utilizado las mentiras con
cualquier pretexto. Nunca paramos de mentir. Se sabe por algunas
investigaciones que las personas dicen, en promedio, tres mentiras por
hora. “O sea que si fuéramos estrictos todos somos mitómanos. Pero la
mayoría de las mentiras son chiquitas”. Pero hay otros que son expertos.
Tienen la facilidad de manipular, leer al otro e ir diciéndole lo que
quiere escuchar.
En el caso de las mujeres, la mentira más recurrente en el entorno
social tiene que ver con su edad, en especial, después de los 30 años.
Ambos sexos suelen mentirle en a su pareja sobre cuánto ganan. A los
amigos se les oculta la verdad sobre el éxito laboral.
Hay personas más propensas a las mentiras. “Por ejemplo, quienes
tienen miedo de ser rechazados por otros, burlados, no poder entrar a un
grupo social. Entonces mienten para no sentirse excluidos”. Hay otros
que mienten para un beneficio personal y reciben a cambio dádivas,
dinero, tiempo y hasta beneficios laborales.
¿La mentira hace parte de la naturaleza humana?
Claro. La mentira es la capacidad que tengo para influir en otras personas a partir de la transformación de la realidad.
¿Cómo identificar a un mentiroso?
Es muy complicado. Pero existen varios marcadores como la apariencia
física, los movimientos y el nivel de ansiedad que muestra la persona.
A los mentirosos clásicos y poco expertos los delatan los movimientos
repetitivos y cortos. Así como la mirada evasiva y corta. El rubor
facial. Los movimientos estereotipados con los dedos, manos, pies,
rodillas. Cierto tipo de incoherencias en la construcción de las frases.
“El mentiroso no se expresa con seguridad ni de inmediato sino que
gaguea un poco y alarga las palabras para seguir pensando y construyendo
la frase. No hay seguridad en la respuesta. Tiene una actitud de escape
en medio de la conversación. Trata de cambiar el tema”.
Por otra parte, los antisociales saben mentir muy bien y convencen al otro. Además no muestran ningún signo de ansiedad.
¿Cómo afectan las mentiras la vida social, laboral y sentimental?
El valor que más se afecta cuando aparece la mentira es la confianza.
Es un capital que se gasta muy rápido y tiene una connotación del
débito. Si usted hace que la gente pierda confianza en usted, es muy
difícil que la gente la recupere. Tiene que hacer enormes esfuerzos para
que alguien vuelva a confiar. La confianza no solo se gana sino que se
otorga.
Otro de los problemas es el aislamiento social. Los mentirosos
empiezan a sentir que los demás ya no quieren estar con ellos. No hay
tanto afecto. Eso puede afectar la autoestima y genera una sensación de
ansiedad.
¿Qué sucede con el sentimiento de culpa?
Comúnmente sí hay culpa. Nos descubren porque no sabemos mantener la
mentira en el tiempo. Entonces usualmente las personas entran en
contradicción. La culpa se vuelve una situación bien complicada
dependiendo de las mentiras o afectación.
“La mentiras es necesaria a veces. No hay que satanizarla del todo
porque a veces son sanas. Es el caso de una mamá que tiene 75 años y
problemas cardíacos. Un hijo se accidenta. No le pasa nada grave pero
debe permanecer hospitalizado. Entonces es mejor no contarle. Hay
mentiras que traen más beneficios que perjuicios. Hay mentiras
socialmente aceptables. También están las dañinas que se usan para
buscar el beneficio de pocos y el prejuicio de muchos”, concluye el
especialista.
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