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lunes, 28 de julio de 2014

Para salvar a los palestinos hay que erradicar a Hamas

Para salvar a los palestinos hay que erradicar a Hamás,

por Carlos Alberto Montaner.





El ejército israelí no debería abandonar Gaza sin antes eliminar a la
cúpula de Hamás y a sus cuadros intermedios hasta el punto en que la
organización terrorista no pueda revitalizarse.
Destruir los
misiles y los túneles es una labor conveniente, pero provisional. Antes
de un año los misiles habrán sido reemplazados por otros más letales y
precisos, existirán nuevos túneles y la violencia resurgirá,
probablemente más virulenta.
El problema es Hamás. Es el problema
de los israelíes y de los gazatíes. Sus fanáticos suicidas, a lo largo
de los años, han cometido 72 atentados y han matado 1410 judíos,
incluidos 96 niños. Pero también han asesinado o ejecutado a centenares
de palestinos vinculados a Al Fatah, la organización que gobierna la
Autoridad Palestina en Cisjordania.
Al Fatah también tiene las
manos manchadas de sangre, pero es Hamás la que ha segregado una extraña
filosofía de la muerte. En el artículo 8 de su carta fundacional,
divulgada el 18 de agosto de 1988, lo dice claramente: "Alá es su meta,
el apóstol, su modelo, el Corán su constitución, la yihad su camino, y
la muerte sobre el camino de Dios, la más eminente de sus expectativas".

Matar y morir son motivos de goce en esta extraña cofradía del horror.
Enviaron miles de cohetes contra Israel para provocar la reacción del
Estado Judío. Querían que el poderoso ejército vecino les causara bajas.
Por eso utilizaban escudos humanos, escondían los misiles y las armas
en las escuelas y hospitales y amenazaban a los civiles cuando huían de
la zona de combate.
Israel hace bien en defender a su pueblo
–incluido ese 18% de árabes-israelíes-, pero, aunque no sea ése el
propósito, la lucha contra Hamás beneficiará mucho más a los palestinos,
rehenes de esta delirante banda de fanáticos religiosos. ¿Qué puede
desearle, realmente, cualquier gazatí sensato, a una organización que
les trae tanto dolor a sus hogares?
No es la primera vez que
liquidar a un enemigo con esas características acaba por favorecer a la
sociedad de la que éste proviene.
Un ejemplo extraordinario es
Japón. En mayo de 1945 los alemanes se habían rendido, pero los
japoneses seguían tercamente en pie de lucha. En Washington ya gobernaba
Harry S. Truman y le pidieron al profesor William Shockley una
prospección matemática sobre el costo en vidas humanas de una hipotética
invasión a Japón, semejante a la que desalojó del poder al nazismo.

Shockley, quien ganara el Premio Nobel en 1956 por la invención del
transistor, regresó con una predicción sombría: los norteamericanos, a
juzgar por la historia, tendrían que matar 10 millones de japoneses,
mientras los estadounidenses sufrirían 4 millones de heridos, de los
cuales morirían 800 000 soldados.
Truman se tomó en serio los
cálculos de Shockley. En julio de 1945 Estados Unidos probó muy
satisfactoriamente la primera bomba atómica. Washington se apresuró a
advertirles a los japoneses que debían rendirse o serían víctimas de un
arma terrible. No le hicieron caso. El 6 de agosto los norteamericanos
lanzaron el primer artefacto sobre Hiroshima. Murieron, súbitamente,
unas 150 000 personas y la ciudad fue pulverizada. El 9 de agosto le
tocó a Nagasaki. Fueron carbonizados unos 80 000 japoneses. El día 15
Japón se rindió.
Fue algo terrible, pero la barbarie atómica, de
la que el mundo quedó justamente espantado, al costo de 230 000 muertos,
les ahorró a los japoneses 10 millones de cadáveres, mientras los
norteamericanos salvaron 800 000 vidas. Unos años más tarde, con sus
virtudes sociales y la ayuda estadounidense, los japoneses estaban a la
cabeza del mundo y las ciudades destrozadas habían renacido
espléndidamente de las cenizas.
Espero que nadie piense que
defiendo el uso de bombas atómicas para acabar con Hamas. Deploro las
guerras y creo que las armas nucleares deberían prohibirse, pero
sostengo que es muy importante salvar vidas árabes e israelíes.

No tengo idea de cuántos árabes o israelíes conservarán la vida si Hamás
deja de existir, pero supongo que serán muchas decenas de millares. Por
otra parte, sin Hamás será mucho más fácil crear un Estado palestino
junto a Israel. Parece que Al Fatah está dispuesto a intentarlo, pero
Hamás se le interpone. Si quieren la paz en el Medio Oriente, no queda
más remedio que liquidar a Hamás. Ése es el camino de la esperanza.


EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

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