EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Assange: ¿con los indios o con los cowboys?
El pasado jueves 26 de septiembre, como colofón del Taller Interactivo de Jóvenes Blogueros, impartido por Pedro Miguel Arce, editorialista del diario La Jornada (México), que sesionó desde el lunes 23 en la sede del Centro de Información para la Prensa, en La Habana bajo los auspicios del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, se realizó una videoconferencia para que esa efímera estrella fugaz y, en su momento, celebérrimo fundador de Wikileaks, Julian Assange, intercambiara con estudiantes, periodistas y blogueros cubanos, es decir, ni más ni menos que con los representantes de la prensa oficial.
Cuesta creer que el más fanático partidario de la libertad de información y de expresión, el paladín que ha quebrado espadas contra el monopolio mediático y el más cáustico crítico de las compañías informativas que “intentan combatir la verdad escondiéndola”, se sumara al corrillo de guardianes de la censura en Cuba. Cuando menos resulta confuso: o bien Assange ha sido engañado, algo difícil de asumir tratándose de alguien que ha tenido acceso a información clasificada de una superpotencia como EEUU y del que, en consecuencia, puede esperarse la capacidad de encontrar los mejores atajos en pos de “la verdad”; o bien es él quien está engañando al mundo. A no ser que existan “monopolios buenos” y “monopolios malos”.
Claro, no hay que olvidar que Julian Assange parece ser bastante candoroso, que no por gusto dos malvadas mujeres –que ahora el señor editorialista de La Jornada, todo un experto en comunicación, define como “dos suecas borrosas” – trataron de envolverlo en una demanda judicial bajo “acusaciones falsas”, váyase a saber con qué intenciones. Por cierto, no comprendo muy bien el uso del calificativo “borrosas” en este contexto, pero lo cierto es que no suena muy gentil. En un principio me hubiese gustado que alguno de los estudiantes y jóvenes blogueros cubanos allí reunidos le señalaran al editorialista que esa no es la forma en que los revolucionarios se expresan sobre las mujeres, pero enseguida recapacité al recordar los métodos revolucionarios que se aplican en Cuba para tratar a las féminas: Las Damas de Blanco y otras mujeres incómodas al régimen son vivos testimonios de ello. En comparación, casi podría afirmarse que el señor Arce resulta un cumplido caballero.
En todo caso, poco aportó Assange al encuentro periodístico. Por demás la invitación al australiano fue bastante tardía; el caso Assange ya está más que frío, así que el sujeto no clasifica para marketing. En cuanto a su solidaridad o simpatía con los cuatro espías de la dictadura cubana, no pasó de ser un parlamento bastante gris para quien una vez brilló en el imaginario de libertad de Internet, pero en definitiva es una posición personal intrascendente que se podría pasar por alto con todo y cintica amarilla.
En un tiempo hubo cubanos independientes que se sintieron atraídos por la idea, hasta cierto punto romántica, de plantar cara a los monopolios de la información y, de hecho, no faltaron quienes declararon sin tapujos su admiración y simpatía por Assange. No es mi caso. En lo personal, la experiencia me ha enseñado a desconfiar de todos los mesianismos, de cualquier color, en especial de aquellos que ofrecen como contraparte del status quo la anarquía total. A estas alturas, ya sabemos que bajo la piel de este sonriente rubiecito que se esfuerza por parecer simpático se ocultan retorcidos vericuetos, muy diferentes de la transparencia que él reclama en su prédica.
No obstante, esta estrella en ocaso cayó abruptamente en la tentación de tomar partido al aceptar un intercambio, no con un auditorio que representara a todo el espectro del periodismo digital cubano donde hubiera multiplicidad de voces, propuestas y pensamientos –lo cual sería una verdadera muestra de libertad–, sino con un selecto grupo de individuos que debió pasar por los más rigurosos tamices para resultar electos como soldados de esa barricada monocorde presente en el referido taller de ciberperiodismo, la voz del poder de la dictadura cubana.
Más aún, aunque la bloguera independiente Yoani Sánchez fue mencionada en el diálogo periodismocastrista-Assange, para señalarla nuevamente como mercenaria, agente al servicio del gobierno de EEUU y todos los habituales atributos que los medios del gobierno le han regalado, ella no tuvo la posibilidad de responder a tantos epítetos y acusaciones porque no fue invitada al evento-taller, pese a ser la más conocida exponente y una fundadora de la blogósfera independiente, creó la Academia Blogger y la mayor plataforma blogger de la Isla, y cuenta incluso con publicaciones sobre el uso de Word Press. Assange, el adalid de la libertad de expresión, el ángel de la verdad, no cuestionó tan insólita ausencia, como tampoco la de otros blogueros y periodistas de los medios digitales independientes.
Pero también en el encuentro se dijeron algunas verdades, aunque descontextualizadas. Por ejemplo, yo coincido con Assange en que Internet “por primera vez nos ofrece la herramienta más poderosa para destrozar la manipulación y el control de los medios. Pero estamos frente a una gran batalla. Internet permite a cada uno expresar la verdad”. ¡Sí lo sabremos nosotros, los blogueros y periodistas independientes, que nos servimos de la red para expresar nuestras verdades y quebrar el bloqueo mediático oficial, lo que nos mantiene en una constante batalla, no solo en la web, sino también en nuestra vida física! ¡Si lo sabrá el gobierno, que no permite la expansión del uso de Internet, a la vez que mantiene filtradas muchas de nuestras páginas y un hostigamiento permanente contra el ejercicio de la libertad de expresión, opinión e información! Eso explica por qué no es posible que exista un Julian Assange cubano.
Por eso resulta interesante que Assange se declare impresionado de que en Cuba “se ha logrado resistir 50 años de bloqueo a solo 90 millas de los EEUU”, y no sabe cómo ha sido posible esto. La verdad es que aclararle al solidario Julian el tema sobre “el bloqueo” y “la heroica resistencia del pueblo” sería bastante difícil, a juzgar por la visión tan oblicua que tiene sobre la realidad e historia cubanas. Casi inspira compasión la manera ¿ingenua? en que un tipo tan sagaz y experimentado en las lides informáticas parece haber caído víctima de las alucinaciones mediáticas fabricadas por el totalitarismo castrista. Por mi parte no me lo creo, pero ya saben mis lectores que comúnmente suelo ser perspicaz con algunos personajes excéntricos… Assange no es la excepción.
Sin embargo, para darle el beneficio de la duda y tomar como buenas sus intenciones, podríamos responderle de manera muy resumida, diciéndole que eso que llama “resistencia del pueblo cubano” –y que en realidad no es más que la capacidad de aferrarse al poder la más larga dictadura que conoce Occidente– puede agradecerse, entre otros factores, a la solidaridad de gente como él.
Así, pues, ¡gracias, Julian, de verdad, pero no te esfuerces! Ya sin tu apoyo hemos tenido suficiente. En todo caso, con este post te devuelvo el favorcito: probablemente yo sea una de los pocos cubanos con vergüenza que prestó alguna amable atención a tu ciber-presentación como aliado de ese largo monopolio mediático: el de los Castro. Después de todo me apena que hayas hecho tamaño ridículo. Tu desafortunado lance me ha hecho recordar una frase salida de la más auténtica jerga popular y que unos años atrás se utilizaba para sentenciar las peores pifias: “¡Asere, se te cayó la tanga!”.
Assange: ¿con los indios o con los cowboys?
Publicado el 30. septiembre 2013 por Miriam Celaya
Fotografía tomada de Internet
El pasado jueves 26 de septiembre, como colofón del Taller Interactivo de Jóvenes Blogueros, impartido por Pedro Miguel Arce, editorialista del diario La Jornada (México), que sesionó desde el lunes 23 en la sede del Centro de Información para la Prensa, en La Habana bajo los auspicios del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, se realizó una videoconferencia para que esa efímera estrella fugaz y, en su momento, celebérrimo fundador de Wikileaks, Julian Assange, intercambiara con estudiantes, periodistas y blogueros cubanos, es decir, ni más ni menos que con los representantes de la prensa oficial.
Cuesta creer que el más fanático partidario de la libertad de información y de expresión, el paladín que ha quebrado espadas contra el monopolio mediático y el más cáustico crítico de las compañías informativas que “intentan combatir la verdad escondiéndola”, se sumara al corrillo de guardianes de la censura en Cuba. Cuando menos resulta confuso: o bien Assange ha sido engañado, algo difícil de asumir tratándose de alguien que ha tenido acceso a información clasificada de una superpotencia como EEUU y del que, en consecuencia, puede esperarse la capacidad de encontrar los mejores atajos en pos de “la verdad”; o bien es él quien está engañando al mundo. A no ser que existan “monopolios buenos” y “monopolios malos”.
Claro, no hay que olvidar que Julian Assange parece ser bastante candoroso, que no por gusto dos malvadas mujeres –que ahora el señor editorialista de La Jornada, todo un experto en comunicación, define como “dos suecas borrosas” – trataron de envolverlo en una demanda judicial bajo “acusaciones falsas”, váyase a saber con qué intenciones. Por cierto, no comprendo muy bien el uso del calificativo “borrosas” en este contexto, pero lo cierto es que no suena muy gentil. En un principio me hubiese gustado que alguno de los estudiantes y jóvenes blogueros cubanos allí reunidos le señalaran al editorialista que esa no es la forma en que los revolucionarios se expresan sobre las mujeres, pero enseguida recapacité al recordar los métodos revolucionarios que se aplican en Cuba para tratar a las féminas: Las Damas de Blanco y otras mujeres incómodas al régimen son vivos testimonios de ello. En comparación, casi podría afirmarse que el señor Arce resulta un cumplido caballero.
En todo caso, poco aportó Assange al encuentro periodístico. Por demás la invitación al australiano fue bastante tardía; el caso Assange ya está más que frío, así que el sujeto no clasifica para marketing. En cuanto a su solidaridad o simpatía con los cuatro espías de la dictadura cubana, no pasó de ser un parlamento bastante gris para quien una vez brilló en el imaginario de libertad de Internet, pero en definitiva es una posición personal intrascendente que se podría pasar por alto con todo y cintica amarilla.
En un tiempo hubo cubanos independientes que se sintieron atraídos por la idea, hasta cierto punto romántica, de plantar cara a los monopolios de la información y, de hecho, no faltaron quienes declararon sin tapujos su admiración y simpatía por Assange. No es mi caso. En lo personal, la experiencia me ha enseñado a desconfiar de todos los mesianismos, de cualquier color, en especial de aquellos que ofrecen como contraparte del status quo la anarquía total. A estas alturas, ya sabemos que bajo la piel de este sonriente rubiecito que se esfuerza por parecer simpático se ocultan retorcidos vericuetos, muy diferentes de la transparencia que él reclama en su prédica.
No obstante, esta estrella en ocaso cayó abruptamente en la tentación de tomar partido al aceptar un intercambio, no con un auditorio que representara a todo el espectro del periodismo digital cubano donde hubiera multiplicidad de voces, propuestas y pensamientos –lo cual sería una verdadera muestra de libertad–, sino con un selecto grupo de individuos que debió pasar por los más rigurosos tamices para resultar electos como soldados de esa barricada monocorde presente en el referido taller de ciberperiodismo, la voz del poder de la dictadura cubana.
Más aún, aunque la bloguera independiente Yoani Sánchez fue mencionada en el diálogo periodismocastrista-Assange, para señalarla nuevamente como mercenaria, agente al servicio del gobierno de EEUU y todos los habituales atributos que los medios del gobierno le han regalado, ella no tuvo la posibilidad de responder a tantos epítetos y acusaciones porque no fue invitada al evento-taller, pese a ser la más conocida exponente y una fundadora de la blogósfera independiente, creó la Academia Blogger y la mayor plataforma blogger de la Isla, y cuenta incluso con publicaciones sobre el uso de Word Press. Assange, el adalid de la libertad de expresión, el ángel de la verdad, no cuestionó tan insólita ausencia, como tampoco la de otros blogueros y periodistas de los medios digitales independientes.
Pero también en el encuentro se dijeron algunas verdades, aunque descontextualizadas. Por ejemplo, yo coincido con Assange en que Internet “por primera vez nos ofrece la herramienta más poderosa para destrozar la manipulación y el control de los medios. Pero estamos frente a una gran batalla. Internet permite a cada uno expresar la verdad”. ¡Sí lo sabremos nosotros, los blogueros y periodistas independientes, que nos servimos de la red para expresar nuestras verdades y quebrar el bloqueo mediático oficial, lo que nos mantiene en una constante batalla, no solo en la web, sino también en nuestra vida física! ¡Si lo sabrá el gobierno, que no permite la expansión del uso de Internet, a la vez que mantiene filtradas muchas de nuestras páginas y un hostigamiento permanente contra el ejercicio de la libertad de expresión, opinión e información! Eso explica por qué no es posible que exista un Julian Assange cubano.
Por eso resulta interesante que Assange se declare impresionado de que en Cuba “se ha logrado resistir 50 años de bloqueo a solo 90 millas de los EEUU”, y no sabe cómo ha sido posible esto. La verdad es que aclararle al solidario Julian el tema sobre “el bloqueo” y “la heroica resistencia del pueblo” sería bastante difícil, a juzgar por la visión tan oblicua que tiene sobre la realidad e historia cubanas. Casi inspira compasión la manera ¿ingenua? en que un tipo tan sagaz y experimentado en las lides informáticas parece haber caído víctima de las alucinaciones mediáticas fabricadas por el totalitarismo castrista. Por mi parte no me lo creo, pero ya saben mis lectores que comúnmente suelo ser perspicaz con algunos personajes excéntricos… Assange no es la excepción.
Sin embargo, para darle el beneficio de la duda y tomar como buenas sus intenciones, podríamos responderle de manera muy resumida, diciéndole que eso que llama “resistencia del pueblo cubano” –y que en realidad no es más que la capacidad de aferrarse al poder la más larga dictadura que conoce Occidente– puede agradecerse, entre otros factores, a la solidaridad de gente como él.
Así, pues, ¡gracias, Julian, de verdad, pero no te esfuerces! Ya sin tu apoyo hemos tenido suficiente. En todo caso, con este post te devuelvo el favorcito: probablemente yo sea una de los pocos cubanos con vergüenza que prestó alguna amable atención a tu ciber-presentación como aliado de ese largo monopolio mediático: el de los Castro. Después de todo me apena que hayas hecho tamaño ridículo. Tu desafortunado lance me ha hecho recordar una frase salida de la más auténtica jerga popular y que unos años atrás se utilizaba para sentenciar las peores pifias: “¡Asere, se te cayó la tanga!”.
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Assange: ¿con los indios o con los cowboys?
El pasado jueves 26 de septiembre, como colofón del Taller Interactivo de Jóvenes Blogueros, impartido por Pedro Miguel Arce, editorialista del diario La Jornada (México), que sesionó desde el lunes 23 en la sede del Centro de Información para la Prensa, en La Habana bajo los auspicios del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, se realizó una videoconferencia para que esa efímera estrella fugaz y, en su momento, celebérrimo fundador de Wikileaks, Julian Assange, intercambiara con estudiantes, periodistas y blogueros cubanos, es decir, ni más ni menos que con los representantes de la prensa oficial.
Cuesta creer que el más fanático partidario de la libertad de información y de expresión, el paladín que ha quebrado espadas contra el monopolio mediático y el más cáustico crítico de las compañías informativas que “intentan combatir la verdad escondiéndola”, se sumara al corrillo de guardianes de la censura en Cuba. Cuando menos resulta confuso: o bien Assange ha sido engañado, algo difícil de asumir tratándose de alguien que ha tenido acceso a información clasificada de una superpotencia como EEUU y del que, en consecuencia, puede esperarse la capacidad de encontrar los mejores atajos en pos de “la verdad”; o bien es él quien está engañando al mundo. A no ser que existan “monopolios buenos” y “monopolios malos”.
Claro, no hay que olvidar que Julian Assange parece ser bastante candoroso, que no por gusto dos malvadas mujeres –que ahora el señor editorialista de La Jornada, todo un experto en comunicación, define como “dos suecas borrosas” – trataron de envolverlo en una demanda judicial bajo “acusaciones falsas”, váyase a saber con qué intenciones. Por cierto, no comprendo muy bien el uso del calificativo “borrosas” en este contexto, pero lo cierto es que no suena muy gentil. En un principio me hubiese gustado que alguno de los estudiantes y jóvenes blogueros cubanos allí reunidos le señalaran al editorialista que esa no es la forma en que los revolucionarios se expresan sobre las mujeres, pero enseguida recapacité al recordar los métodos revolucionarios que se aplican en Cuba para tratar a las féminas: Las Damas de Blanco y otras mujeres incómodas al régimen son vivos testimonios de ello. En comparación, casi podría afirmarse que el señor Arce resulta un cumplido caballero.
En todo caso, poco aportó Assange al encuentro periodístico. Por demás la invitación al australiano fue bastante tardía; el caso Assange ya está más que frío, así que el sujeto no clasifica para marketing. En cuanto a su solidaridad o simpatía con los cuatro espías de la dictadura cubana, no pasó de ser un parlamento bastante gris para quien una vez brilló en el imaginario de libertad de Internet, pero en definitiva es una posición personal intrascendente que se podría pasar por alto con todo y cintica amarilla.
En un tiempo hubo cubanos independientes que se sintieron atraídos por la idea, hasta cierto punto romántica, de plantar cara a los monopolios de la información y, de hecho, no faltaron quienes declararon sin tapujos su admiración y simpatía por Assange. No es mi caso. En lo personal, la experiencia me ha enseñado a desconfiar de todos los mesianismos, de cualquier color, en especial de aquellos que ofrecen como contraparte del status quo la anarquía total. A estas alturas, ya sabemos que bajo la piel de este sonriente rubiecito que se esfuerza por parecer simpático se ocultan retorcidos vericuetos, muy diferentes de la transparencia que él reclama en su prédica.
No obstante, esta estrella en ocaso cayó abruptamente en la tentación de tomar partido al aceptar un intercambio, no con un auditorio que representara a todo el espectro del periodismo digital cubano donde hubiera multiplicidad de voces, propuestas y pensamientos –lo cual sería una verdadera muestra de libertad–, sino con un selecto grupo de individuos que debió pasar por los más rigurosos tamices para resultar electos como soldados de esa barricada monocorde presente en el referido taller de ciberperiodismo, la voz del poder de la dictadura cubana.
Más aún, aunque la bloguera independiente Yoani Sánchez fue mencionada en el diálogo periodismocastrista-Assange, para señalarla nuevamente como mercenaria, agente al servicio del gobierno de EEUU y todos los habituales atributos que los medios del gobierno le han regalado, ella no tuvo la posibilidad de responder a tantos epítetos y acusaciones porque no fue invitada al evento-taller, pese a ser la más conocida exponente y una fundadora de la blogósfera independiente, creó la Academia Blogger y la mayor plataforma blogger de la Isla, y cuenta incluso con publicaciones sobre el uso de Word Press. Assange, el adalid de la libertad de expresión, el ángel de la verdad, no cuestionó tan insólita ausencia, como tampoco la de otros blogueros y periodistas de los medios digitales independientes.
Pero también en el encuentro se dijeron algunas verdades, aunque descontextualizadas. Por ejemplo, yo coincido con Assange en que Internet “por primera vez nos ofrece la herramienta más poderosa para destrozar la manipulación y el control de los medios. Pero estamos frente a una gran batalla. Internet permite a cada uno expresar la verdad”. ¡Sí lo sabremos nosotros, los blogueros y periodistas independientes, que nos servimos de la red para expresar nuestras verdades y quebrar el bloqueo mediático oficial, lo que nos mantiene en una constante batalla, no solo en la web, sino también en nuestra vida física! ¡Si lo sabrá el gobierno, que no permite la expansión del uso de Internet, a la vez que mantiene filtradas muchas de nuestras páginas y un hostigamiento permanente contra el ejercicio de la libertad de expresión, opinión e información! Eso explica por qué no es posible que exista un Julian Assange cubano.
Por eso resulta interesante que Assange se declare impresionado de que en Cuba “se ha logrado resistir 50 años de bloqueo a solo 90 millas de los EEUU”, y no sabe cómo ha sido posible esto. La verdad es que aclararle al solidario Julian el tema sobre “el bloqueo” y “la heroica resistencia del pueblo” sería bastante difícil, a juzgar por la visión tan oblicua que tiene sobre la realidad e historia cubanas. Casi inspira compasión la manera ¿ingenua? en que un tipo tan sagaz y experimentado en las lides informáticas parece haber caído víctima de las alucinaciones mediáticas fabricadas por el totalitarismo castrista. Por mi parte no me lo creo, pero ya saben mis lectores que comúnmente suelo ser perspicaz con algunos personajes excéntricos… Assange no es la excepción.
Sin embargo, para darle el beneficio de la duda y tomar como buenas sus intenciones, podríamos responderle de manera muy resumida, diciéndole que eso que llama “resistencia del pueblo cubano” –y que en realidad no es más que la capacidad de aferrarse al poder la más larga dictadura que conoce Occidente– puede agradecerse, entre otros factores, a la solidaridad de gente como él.
Así, pues, ¡gracias, Julian, de verdad, pero no te esfuerces! Ya sin tu apoyo hemos tenido suficiente. En todo caso, con este post te devuelvo el favorcito: probablemente yo sea una de los pocos cubanos con vergüenza que prestó alguna amable atención a tu ciber-presentación como aliado de ese largo monopolio mediático: el de los Castro. Después de todo me apena que hayas hecho tamaño ridículo. Tu desafortunado lance me ha hecho recordar una frase salida de la más auténtica jerga popular y que unos años atrás se utilizaba para sentenciar las peores pifias: “¡Asere, se te cayó la tanga!”.
Assange: ¿con los indios o con los cowboys?
El pasado jueves 26 de septiembre, como colofón del Taller Interactivo de Jóvenes Blogueros, impartido por Pedro Miguel Arce, editorialista del diario La Jornada (México), que sesionó desde el lunes 23 en la sede del Centro de Información para la Prensa, en La Habana bajo los auspicios del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, se realizó una videoconferencia para que esa efímera estrella fugaz y, en su momento, celebérrimo fundador de Wikileaks, Julian Assange, intercambiara con estudiantes, periodistas y blogueros cubanos, es decir, ni más ni menos que con los representantes de la prensa oficial.
Cuesta creer que el más fanático partidario de la libertad de información y de expresión, el paladín que ha quebrado espadas contra el monopolio mediático y el más cáustico crítico de las compañías informativas que “intentan combatir la verdad escondiéndola”, se sumara al corrillo de guardianes de la censura en Cuba. Cuando menos resulta confuso: o bien Assange ha sido engañado, algo difícil de asumir tratándose de alguien que ha tenido acceso a información clasificada de una superpotencia como EEUU y del que, en consecuencia, puede esperarse la capacidad de encontrar los mejores atajos en pos de “la verdad”; o bien es él quien está engañando al mundo. A no ser que existan “monopolios buenos” y “monopolios malos”.
Claro, no hay que olvidar que Julian Assange parece ser bastante candoroso, que no por gusto dos malvadas mujeres –que ahora el señor editorialista de La Jornada, todo un experto en comunicación, define como “dos suecas borrosas” – trataron de envolverlo en una demanda judicial bajo “acusaciones falsas”, váyase a saber con qué intenciones. Por cierto, no comprendo muy bien el uso del calificativo “borrosas” en este contexto, pero lo cierto es que no suena muy gentil. En un principio me hubiese gustado que alguno de los estudiantes y jóvenes blogueros cubanos allí reunidos le señalaran al editorialista que esa no es la forma en que los revolucionarios se expresan sobre las mujeres, pero enseguida recapacité al recordar los métodos revolucionarios que se aplican en Cuba para tratar a las féminas: Las Damas de Blanco y otras mujeres incómodas al régimen son vivos testimonios de ello. En comparación, casi podría afirmarse que el señor Arce resulta un cumplido caballero.
En todo caso, poco aportó Assange al encuentro periodístico. Por demás la invitación al australiano fue bastante tardía; el caso Assange ya está más que frío, así que el sujeto no clasifica para marketing. En cuanto a su solidaridad o simpatía con los cuatro espías de la dictadura cubana, no pasó de ser un parlamento bastante gris para quien una vez brilló en el imaginario de libertad de Internet, pero en definitiva es una posición personal intrascendente que se podría pasar por alto con todo y cintica amarilla.
En un tiempo hubo cubanos independientes que se sintieron atraídos por la idea, hasta cierto punto romántica, de plantar cara a los monopolios de la información y, de hecho, no faltaron quienes declararon sin tapujos su admiración y simpatía por Assange. No es mi caso. En lo personal, la experiencia me ha enseñado a desconfiar de todos los mesianismos, de cualquier color, en especial de aquellos que ofrecen como contraparte del status quo la anarquía total. A estas alturas, ya sabemos que bajo la piel de este sonriente rubiecito que se esfuerza por parecer simpático se ocultan retorcidos vericuetos, muy diferentes de la transparencia que él reclama en su prédica.
No obstante, esta estrella en ocaso cayó abruptamente en la tentación de tomar partido al aceptar un intercambio, no con un auditorio que representara a todo el espectro del periodismo digital cubano donde hubiera multiplicidad de voces, propuestas y pensamientos –lo cual sería una verdadera muestra de libertad–, sino con un selecto grupo de individuos que debió pasar por los más rigurosos tamices para resultar electos como soldados de esa barricada monocorde presente en el referido taller de ciberperiodismo, la voz del poder de la dictadura cubana.
Más aún, aunque la bloguera independiente Yoani Sánchez fue mencionada en el diálogo periodismocastrista-Assange, para señalarla nuevamente como mercenaria, agente al servicio del gobierno de EEUU y todos los habituales atributos que los medios del gobierno le han regalado, ella no tuvo la posibilidad de responder a tantos epítetos y acusaciones porque no fue invitada al evento-taller, pese a ser la más conocida exponente y una fundadora de la blogósfera independiente, creó la Academia Blogger y la mayor plataforma blogger de la Isla, y cuenta incluso con publicaciones sobre el uso de Word Press. Assange, el adalid de la libertad de expresión, el ángel de la verdad, no cuestionó tan insólita ausencia, como tampoco la de otros blogueros y periodistas de los medios digitales independientes.
Pero también en el encuentro se dijeron algunas verdades, aunque descontextualizadas. Por ejemplo, yo coincido con Assange en que Internet “por primera vez nos ofrece la herramienta más poderosa para destrozar la manipulación y el control de los medios. Pero estamos frente a una gran batalla. Internet permite a cada uno expresar la verdad”. ¡Sí lo sabremos nosotros, los blogueros y periodistas independientes, que nos servimos de la red para expresar nuestras verdades y quebrar el bloqueo mediático oficial, lo que nos mantiene en una constante batalla, no solo en la web, sino también en nuestra vida física! ¡Si lo sabrá el gobierno, que no permite la expansión del uso de Internet, a la vez que mantiene filtradas muchas de nuestras páginas y un hostigamiento permanente contra el ejercicio de la libertad de expresión, opinión e información! Eso explica por qué no es posible que exista un Julian Assange cubano.
Por eso resulta interesante que Assange se declare impresionado de que en Cuba “se ha logrado resistir 50 años de bloqueo a solo 90 millas de los EEUU”, y no sabe cómo ha sido posible esto. La verdad es que aclararle al solidario Julian el tema sobre “el bloqueo” y “la heroica resistencia del pueblo” sería bastante difícil, a juzgar por la visión tan oblicua que tiene sobre la realidad e historia cubanas. Casi inspira compasión la manera ¿ingenua? en que un tipo tan sagaz y experimentado en las lides informáticas parece haber caído víctima de las alucinaciones mediáticas fabricadas por el totalitarismo castrista. Por mi parte no me lo creo, pero ya saben mis lectores que comúnmente suelo ser perspicaz con algunos personajes excéntricos… Assange no es la excepción.
Sin embargo, para darle el beneficio de la duda y tomar como buenas sus intenciones, podríamos responderle de manera muy resumida, diciéndole que eso que llama “resistencia del pueblo cubano” –y que en realidad no es más que la capacidad de aferrarse al poder la más larga dictadura que conoce Occidente– puede agradecerse, entre otros factores, a la solidaridad de gente como él.
Así, pues, ¡gracias, Julian, de verdad, pero no te esfuerces! Ya sin tu apoyo hemos tenido suficiente. En todo caso, con este post te devuelvo el favorcito: probablemente yo sea una de los pocos cubanos con vergüenza que prestó alguna amable atención a tu ciber-presentación como aliado de ese largo monopolio mediático: el de los Castro. Después de todo me apena que hayas hecho tamaño ridículo. Tu desafortunado lance me ha hecho recordar una frase salida de la más auténtica jerga popular y que unos años atrás se utilizaba para sentenciar las peores pifias: “¡Asere, se te cayó la tanga!”.
Assange: ¿con los indios o con los cowboys?
El pasado jueves 26 de septiembre, como colofón del Taller Interactivo de Jóvenes Blogueros, impartido por Pedro Miguel Arce, editorialista del diario La Jornada (México), que sesionó desde el lunes 23 en la sede del Centro de Información para la Prensa, en La Habana bajo los auspicios del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, se realizó una videoconferencia para que esa efímera estrella fugaz y, en su momento, celebérrimo fundador de Wikileaks, Julian Assange, intercambiara con estudiantes, periodistas y blogueros cubanos, es decir, ni más ni menos que con los representantes de la prensa oficial.
Cuesta creer que el más fanático partidario de la libertad de información y de expresión, el paladín que ha quebrado espadas contra el monopolio mediático y el más cáustico crítico de las compañías informativas que “intentan combatir la verdad escondiéndola”, se sumara al corrillo de guardianes de la censura en Cuba. Cuando menos resulta confuso: o bien Assange ha sido engañado, algo difícil de asumir tratándose de alguien que ha tenido acceso a información clasificada de una superpotencia como EEUU y del que, en consecuencia, puede esperarse la capacidad de encontrar los mejores atajos en pos de “la verdad”; o bien es él quien está engañando al mundo. A no ser que existan “monopolios buenos” y “monopolios malos”.
Claro, no hay que olvidar que Julian Assange parece ser bastante candoroso, que no por gusto dos malvadas mujeres –que ahora el señor editorialista de La Jornada, todo un experto en comunicación, define como “dos suecas borrosas” – trataron de envolverlo en una demanda judicial bajo “acusaciones falsas”, váyase a saber con qué intenciones. Por cierto, no comprendo muy bien el uso del calificativo “borrosas” en este contexto, pero lo cierto es que no suena muy gentil. En un principio me hubiese gustado que alguno de los estudiantes y jóvenes blogueros cubanos allí reunidos le señalaran al editorialista que esa no es la forma en que los revolucionarios se expresan sobre las mujeres, pero enseguida recapacité al recordar los métodos revolucionarios que se aplican en Cuba para tratar a las féminas: Las Damas de Blanco y otras mujeres incómodas al régimen son vivos testimonios de ello. En comparación, casi podría afirmarse que el señor Arce resulta un cumplido caballero.
En todo caso, poco aportó Assange al encuentro periodístico. Por demás la invitación al australiano fue bastante tardía; el caso Assange ya está más que frío, así que el sujeto no clasifica para marketing. En cuanto a su solidaridad o simpatía con los cuatro espías de la dictadura cubana, no pasó de ser un parlamento bastante gris para quien una vez brilló en el imaginario de libertad de Internet, pero en definitiva es una posición personal intrascendente que se podría pasar por alto con todo y cintica amarilla.
En un tiempo hubo cubanos independientes que se sintieron atraídos por la idea, hasta cierto punto romántica, de plantar cara a los monopolios de la información y, de hecho, no faltaron quienes declararon sin tapujos su admiración y simpatía por Assange. No es mi caso. En lo personal, la experiencia me ha enseñado a desconfiar de todos los mesianismos, de cualquier color, en especial de aquellos que ofrecen como contraparte del status quo la anarquía total. A estas alturas, ya sabemos que bajo la piel de este sonriente rubiecito que se esfuerza por parecer simpático se ocultan retorcidos vericuetos, muy diferentes de la transparencia que él reclama en su prédica.
No obstante, esta estrella en ocaso cayó abruptamente en la tentación de tomar partido al aceptar un intercambio, no con un auditorio que representara a todo el espectro del periodismo digital cubano donde hubiera multiplicidad de voces, propuestas y pensamientos –lo cual sería una verdadera muestra de libertad–, sino con un selecto grupo de individuos que debió pasar por los más rigurosos tamices para resultar electos como soldados de esa barricada monocorde presente en el referido taller de ciberperiodismo, la voz del poder de la dictadura cubana.
Más aún, aunque la bloguera independiente Yoani Sánchez fue mencionada en el diálogo periodismocastrista-Assange, para señalarla nuevamente como mercenaria, agente al servicio del gobierno de EEUU y todos los habituales atributos que los medios del gobierno le han regalado, ella no tuvo la posibilidad de responder a tantos epítetos y acusaciones porque no fue invitada al evento-taller, pese a ser la más conocida exponente y una fundadora de la blogósfera independiente, creó la Academia Blogger y la mayor plataforma blogger de la Isla, y cuenta incluso con publicaciones sobre el uso de Word Press. Assange, el adalid de la libertad de expresión, el ángel de la verdad, no cuestionó tan insólita ausencia, como tampoco la de otros blogueros y periodistas de los medios digitales independientes.
Pero también en el encuentro se dijeron algunas verdades, aunque descontextualizadas. Por ejemplo, yo coincido con Assange en que Internet “por primera vez nos ofrece la herramienta más poderosa para destrozar la manipulación y el control de los medios. Pero estamos frente a una gran batalla. Internet permite a cada uno expresar la verdad”. ¡Sí lo sabremos nosotros, los blogueros y periodistas independientes, que nos servimos de la red para expresar nuestras verdades y quebrar el bloqueo mediático oficial, lo que nos mantiene en una constante batalla, no solo en la web, sino también en nuestra vida física! ¡Si lo sabrá el gobierno, que no permite la expansión del uso de Internet, a la vez que mantiene filtradas muchas de nuestras páginas y un hostigamiento permanente contra el ejercicio de la libertad de expresión, opinión e información! Eso explica por qué no es posible que exista un Julian Assange cubano.
Por eso resulta interesante que Assange se declare impresionado de que en Cuba “se ha logrado resistir 50 años de bloqueo a solo 90 millas de los EEUU”, y no sabe cómo ha sido posible esto. La verdad es que aclararle al solidario Julian el tema sobre “el bloqueo” y “la heroica resistencia del pueblo” sería bastante difícil, a juzgar por la visión tan oblicua que tiene sobre la realidad e historia cubanas. Casi inspira compasión la manera ¿ingenua? en que un tipo tan sagaz y experimentado en las lides informáticas parece haber caído víctima de las alucinaciones mediáticas fabricadas por el totalitarismo castrista. Por mi parte no me lo creo, pero ya saben mis lectores que comúnmente suelo ser perspicaz con algunos personajes excéntricos… Assange no es la excepción.
Sin embargo, para darle el beneficio de la duda y tomar como buenas sus intenciones, podríamos responderle de manera muy resumida, diciéndole que eso que llama “resistencia del pueblo cubano” –y que en realidad no es más que la capacidad de aferrarse al poder la más larga dictadura que conoce Occidente– puede agradecerse, entre otros factores, a la solidaridad de gente como él.
Así, pues, ¡gracias, Julian, de verdad, pero no te esfuerces! Ya sin tu apoyo hemos tenido suficiente. En todo caso, con este post te devuelvo el favorcito: probablemente yo sea una de los pocos cubanos con vergüenza que prestó alguna amable atención a tu ciber-presentación como aliado de ese largo monopolio mediático: el de los Castro. Después de todo me apena que hayas hecho tamaño ridículo. Tu desafortunado lance me ha hecho recordar una frase salida de la más auténtica jerga popular y que unos años atrás se utilizaba para sentenciar las peores pifias: “¡Asere, se te cayó la tanga!”.
Assange: ¿con los indios o con los cowboys?
El pasado jueves 26 de septiembre, como colofón del Taller Interactivo de Jóvenes Blogueros, impartido por Pedro Miguel Arce, editorialista del diario La Jornada (México), que sesionó desde el lunes 23 en la sede del Centro de Información para la Prensa, en La Habana bajo los auspicios del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, se realizó una videoconferencia para que esa efímera estrella fugaz y, en su momento, celebérrimo fundador de Wikileaks, Julian Assange, intercambiara con estudiantes, periodistas y blogueros cubanos, es decir, ni más ni menos que con los representantes de la prensa oficial.
Cuesta creer que el más fanático partidario de la libertad de información y de expresión, el paladín que ha quebrado espadas contra el monopolio mediático y el más cáustico crítico de las compañías informativas que “intentan combatir la verdad escondiéndola”, se sumara al corrillo de guardianes de la censura en Cuba. Cuando menos resulta confuso: o bien Assange ha sido engañado, algo difícil de asumir tratándose de alguien que ha tenido acceso a información clasificada de una superpotencia como EEUU y del que, en consecuencia, puede esperarse la capacidad de encontrar los mejores atajos en pos de “la verdad”; o bien es él quien está engañando al mundo. A no ser que existan “monopolios buenos” y “monopolios malos”.
Claro, no hay que olvidar que Julian Assange parece ser bastante candoroso, que no por gusto dos malvadas mujeres –que ahora el señor editorialista de La Jornada, todo un experto en comunicación, define como “dos suecas borrosas” – trataron de envolverlo en una demanda judicial bajo “acusaciones falsas”, váyase a saber con qué intenciones. Por cierto, no comprendo muy bien el uso del calificativo “borrosas” en este contexto, pero lo cierto es que no suena muy gentil. En un principio me hubiese gustado que alguno de los estudiantes y jóvenes blogueros cubanos allí reunidos le señalaran al editorialista que esa no es la forma en que los revolucionarios se expresan sobre las mujeres, pero enseguida recapacité al recordar los métodos revolucionarios que se aplican en Cuba para tratar a las féminas: Las Damas de Blanco y otras mujeres incómodas al régimen son vivos testimonios de ello. En comparación, casi podría afirmarse que el señor Arce resulta un cumplido caballero.
En todo caso, poco aportó Assange al encuentro periodístico. Por demás la invitación al australiano fue bastante tardía; el caso Assange ya está más que frío, así que el sujeto no clasifica para marketing. En cuanto a su solidaridad o simpatía con los cuatro espías de la dictadura cubana, no pasó de ser un parlamento bastante gris para quien una vez brilló en el imaginario de libertad de Internet, pero en definitiva es una posición personal intrascendente que se podría pasar por alto con todo y cintica amarilla.
En un tiempo hubo cubanos independientes que se sintieron atraídos por la idea, hasta cierto punto romántica, de plantar cara a los monopolios de la información y, de hecho, no faltaron quienes declararon sin tapujos su admiración y simpatía por Assange. No es mi caso. En lo personal, la experiencia me ha enseñado a desconfiar de todos los mesianismos, de cualquier color, en especial de aquellos que ofrecen como contraparte del status quo la anarquía total. A estas alturas, ya sabemos que bajo la piel de este sonriente rubiecito que se esfuerza por parecer simpático se ocultan retorcidos vericuetos, muy diferentes de la transparencia que él reclama en su prédica.
No obstante, esta estrella en ocaso cayó abruptamente en la tentación de tomar partido al aceptar un intercambio, no con un auditorio que representara a todo el espectro del periodismo digital cubano donde hubiera multiplicidad de voces, propuestas y pensamientos –lo cual sería una verdadera muestra de libertad–, sino con un selecto grupo de individuos que debió pasar por los más rigurosos tamices para resultar electos como soldados de esa barricada monocorde presente en el referido taller de ciberperiodismo, la voz del poder de la dictadura cubana.
Más aún, aunque la bloguera independiente Yoani Sánchez fue mencionada en el diálogo periodismocastrista-Assange, para señalarla nuevamente como mercenaria, agente al servicio del gobierno de EEUU y todos los habituales atributos que los medios del gobierno le han regalado, ella no tuvo la posibilidad de responder a tantos epítetos y acusaciones porque no fue invitada al evento-taller, pese a ser la más conocida exponente y una fundadora de la blogósfera independiente, creó la Academia Blogger y la mayor plataforma blogger de la Isla, y cuenta incluso con publicaciones sobre el uso de Word Press. Assange, el adalid de la libertad de expresión, el ángel de la verdad, no cuestionó tan insólita ausencia, como tampoco la de otros blogueros y periodistas de los medios digitales independientes.
Pero también en el encuentro se dijeron algunas verdades, aunque descontextualizadas. Por ejemplo, yo coincido con Assange en que Internet “por primera vez nos ofrece la herramienta más poderosa para destrozar la manipulación y el control de los medios. Pero estamos frente a una gran batalla. Internet permite a cada uno expresar la verdad”. ¡Sí lo sabremos nosotros, los blogueros y periodistas independientes, que nos servimos de la red para expresar nuestras verdades y quebrar el bloqueo mediático oficial, lo que nos mantiene en una constante batalla, no solo en la web, sino también en nuestra vida física! ¡Si lo sabrá el gobierno, que no permite la expansión del uso de Internet, a la vez que mantiene filtradas muchas de nuestras páginas y un hostigamiento permanente contra el ejercicio de la libertad de expresión, opinión e información! Eso explica por qué no es posible que exista un Julian Assange cubano.
Por eso resulta interesante que Assange se declare impresionado de que en Cuba “se ha logrado resistir 50 años de bloqueo a solo 90 millas de los EEUU”, y no sabe cómo ha sido posible esto. La verdad es que aclararle al solidario Julian el tema sobre “el bloqueo” y “la heroica resistencia del pueblo” sería bastante difícil, a juzgar por la visión tan oblicua que tiene sobre la realidad e historia cubanas. Casi inspira compasión la manera ¿ingenua? en que un tipo tan sagaz y experimentado en las lides informáticas parece haber caído víctima de las alucinaciones mediáticas fabricadas por el totalitarismo castrista. Por mi parte no me lo creo, pero ya saben mis lectores que comúnmente suelo ser perspicaz con algunos personajes excéntricos… Assange no es la excepción.
Sin embargo, para darle el beneficio de la duda y tomar como buenas sus intenciones, podríamos responderle de manera muy resumida, diciéndole que eso que llama “resistencia del pueblo cubano” –y que en realidad no es más que la capacidad de aferrarse al poder la más larga dictadura que conoce Occidente– puede agradecerse, entre otros factores, a la solidaridad de gente como él.
Así, pues, ¡gracias, Julian, de verdad, pero no te esfuerces! Ya sin tu apoyo hemos tenido suficiente. En todo caso, con este post te devuelvo el favorcito: probablemente yo sea una de los pocos cubanos con vergüenza que prestó alguna amable atención a tu ciber-presentación como aliado de ese largo monopolio mediático: el de los Castro. Después de todo me apena que hayas hecho tamaño ridículo. Tu desafortunado lance me ha hecho recordar una frase salida de la más auténtica jerga popular y que unos años atrás se utilizaba para sentenciar las peores pifias: “¡Asere, se te cayó la tanga!”.
Assange: ¿con los indios o con los cowboys?
El pasado jueves 26 de septiembre, como colofón del Taller Interactivo de Jóvenes Blogueros, impartido por Pedro Miguel Arce, editorialista del diario La Jornada (México), que sesionó desde el lunes 23 en la sede del Centro de Información para la Prensa, en La Habana bajo los auspicios del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, se realizó una videoconferencia para que esa efímera estrella fugaz y, en su momento, celebérrimo fundador de Wikileaks, Julian Assange, intercambiara con estudiantes, periodistas y blogueros cubanos, es decir, ni más ni menos que con los representantes de la prensa oficial.
Cuesta creer que el más fanático partidario de la libertad de información y de expresión, el paladín que ha quebrado espadas contra el monopolio mediático y el más cáustico crítico de las compañías informativas que “intentan combatir la verdad escondiéndola”, se sumara al corrillo de guardianes de la censura en Cuba. Cuando menos resulta confuso: o bien Assange ha sido engañado, algo difícil de asumir tratándose de alguien que ha tenido acceso a información clasificada de una superpotencia como EEUU y del que, en consecuencia, puede esperarse la capacidad de encontrar los mejores atajos en pos de “la verdad”; o bien es él quien está engañando al mundo. A no ser que existan “monopolios buenos” y “monopolios malos”.
Claro, no hay que olvidar que Julian Assange parece ser bastante candoroso, que no por gusto dos malvadas mujeres –que ahora el señor editorialista de La Jornada, todo un experto en comunicación, define como “dos suecas borrosas” – trataron de envolverlo en una demanda judicial bajo “acusaciones falsas”, váyase a saber con qué intenciones. Por cierto, no comprendo muy bien el uso del calificativo “borrosas” en este contexto, pero lo cierto es que no suena muy gentil. En un principio me hubiese gustado que alguno de los estudiantes y jóvenes blogueros cubanos allí reunidos le señalaran al editorialista que esa no es la forma en que los revolucionarios se expresan sobre las mujeres, pero enseguida recapacité al recordar los métodos revolucionarios que se aplican en Cuba para tratar a las féminas: Las Damas de Blanco y otras mujeres incómodas al régimen son vivos testimonios de ello. En comparación, casi podría afirmarse que el señor Arce resulta un cumplido caballero.
En todo caso, poco aportó Assange al encuentro periodístico. Por demás la invitación al australiano fue bastante tardía; el caso Assange ya está más que frío, así que el sujeto no clasifica para marketing. En cuanto a su solidaridad o simpatía con los cuatro espías de la dictadura cubana, no pasó de ser un parlamento bastante gris para quien una vez brilló en el imaginario de libertad de Internet, pero en definitiva es una posición personal intrascendente que se podría pasar por alto con todo y cintica amarilla.
En un tiempo hubo cubanos independientes que se sintieron atraídos por la idea, hasta cierto punto romántica, de plantar cara a los monopolios de la información y, de hecho, no faltaron quienes declararon sin tapujos su admiración y simpatía por Assange. No es mi caso. En lo personal, la experiencia me ha enseñado a desconfiar de todos los mesianismos, de cualquier color, en especial de aquellos que ofrecen como contraparte del status quo la anarquía total. A estas alturas, ya sabemos que bajo la piel de este sonriente rubiecito que se esfuerza por parecer simpático se ocultan retorcidos vericuetos, muy diferentes de la transparencia que él reclama en su prédica.
No obstante, esta estrella en ocaso cayó abruptamente en la tentación de tomar partido al aceptar un intercambio, no con un auditorio que representara a todo el espectro del periodismo digital cubano donde hubiera multiplicidad de voces, propuestas y pensamientos –lo cual sería una verdadera muestra de libertad–, sino con un selecto grupo de individuos que debió pasar por los más rigurosos tamices para resultar electos como soldados de esa barricada monocorde presente en el referido taller de ciberperiodismo, la voz del poder de la dictadura cubana.
Más aún, aunque la bloguera independiente Yoani Sánchez fue mencionada en el diálogo periodismocastrista-Assange, para señalarla nuevamente como mercenaria, agente al servicio del gobierno de EEUU y todos los habituales atributos que los medios del gobierno le han regalado, ella no tuvo la posibilidad de responder a tantos epítetos y acusaciones porque no fue invitada al evento-taller, pese a ser la más conocida exponente y una fundadora de la blogósfera independiente, creó la Academia Blogger y la mayor plataforma blogger de la Isla, y cuenta incluso con publicaciones sobre el uso de Word Press. Assange, el adalid de la libertad de expresión, el ángel de la verdad, no cuestionó tan insólita ausencia, como tampoco la de otros blogueros y periodistas de los medios digitales independientes.
Pero también en el encuentro se dijeron algunas verdades, aunque descontextualizadas. Por ejemplo, yo coincido con Assange en que Internet “por primera vez nos ofrece la herramienta más poderosa para destrozar la manipulación y el control de los medios. Pero estamos frente a una gran batalla. Internet permite a cada uno expresar la verdad”. ¡Sí lo sabremos nosotros, los blogueros y periodistas independientes, que nos servimos de la red para expresar nuestras verdades y quebrar el bloqueo mediático oficial, lo que nos mantiene en una constante batalla, no solo en la web, sino también en nuestra vida física! ¡Si lo sabrá el gobierno, que no permite la expansión del uso de Internet, a la vez que mantiene filtradas muchas de nuestras páginas y un hostigamiento permanente contra el ejercicio de la libertad de expresión, opinión e información! Eso explica por qué no es posible que exista un Julian Assange cubano.
Por eso resulta interesante que Assange se declare impresionado de que en Cuba “se ha logrado resistir 50 años de bloqueo a solo 90 millas de los EEUU”, y no sabe cómo ha sido posible esto. La verdad es que aclararle al solidario Julian el tema sobre “el bloqueo” y “la heroica resistencia del pueblo” sería bastante difícil, a juzgar por la visión tan oblicua que tiene sobre la realidad e historia cubanas. Casi inspira compasión la manera ¿ingenua? en que un tipo tan sagaz y experimentado en las lides informáticas parece haber caído víctima de las alucinaciones mediáticas fabricadas por el totalitarismo castrista. Por mi parte no me lo creo, pero ya saben mis lectores que comúnmente suelo ser perspicaz con algunos personajes excéntricos… Assange no es la excepción.
Sin embargo, para darle el beneficio de la duda y tomar como buenas sus intenciones, podríamos responderle de manera muy resumida, diciéndole que eso que llama “resistencia del pueblo cubano” –y que en realidad no es más que la capacidad de aferrarse al poder la más larga dictadura que conoce Occidente– puede agradecerse, entre otros factores, a la solidaridad de gente como él.
Así, pues, ¡gracias, Julian, de verdad, pero no te esfuerces! Ya sin tu apoyo hemos tenido suficiente. En todo caso, con este post te devuelvo el favorcito: probablemente yo sea una de los pocos cubanos con vergüenza que prestó alguna amable atención a tu ciber-presentación como aliado de ese largo monopolio mediático: el de los Castro. Después de todo me apena que hayas hecho tamaño ridículo. Tu desafortunado lance me ha hecho recordar una frase salida de la más auténtica jerga popular y que unos años atrás se utilizaba para sentenciar las peores pifias: “¡Asere, se te cayó la tanga!”.
Assange: ¿con los indios o con los cowboys?
El pasado jueves 26 de septiembre, como colofón del Taller Interactivo de Jóvenes Blogueros, impartido por Pedro Miguel Arce, editorialista del diario La Jornada (México), que sesionó desde el lunes 23 en la sede del Centro de Información para la Prensa, en La Habana bajo los auspicios del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, se realizó una videoconferencia para que esa efímera estrella fugaz y, en su momento, celebérrimo fundador de Wikileaks, Julian Assange, intercambiara con estudiantes, periodistas y blogueros cubanos, es decir, ni más ni menos que con los representantes de la prensa oficial.
Cuesta creer que el más fanático partidario de la libertad de información y de expresión, el paladín que ha quebrado espadas contra el monopolio mediático y el más cáustico crítico de las compañías informativas que “intentan combatir la verdad escondiéndola”, se sumara al corrillo de guardianes de la censura en Cuba. Cuando menos resulta confuso: o bien Assange ha sido engañado, algo difícil de asumir tratándose de alguien que ha tenido acceso a información clasificada de una superpotencia como EEUU y del que, en consecuencia, puede esperarse la capacidad de encontrar los mejores atajos en pos de “la verdad”; o bien es él quien está engañando al mundo. A no ser que existan “monopolios buenos” y “monopolios malos”.
Claro, no hay que olvidar que Julian Assange parece ser bastante candoroso, que no por gusto dos malvadas mujeres –que ahora el señor editorialista de La Jornada, todo un experto en comunicación, define como “dos suecas borrosas” – trataron de envolverlo en una demanda judicial bajo “acusaciones falsas”, váyase a saber con qué intenciones. Por cierto, no comprendo muy bien el uso del calificativo “borrosas” en este contexto, pero lo cierto es que no suena muy gentil. En un principio me hubiese gustado que alguno de los estudiantes y jóvenes blogueros cubanos allí reunidos le señalaran al editorialista que esa no es la forma en que los revolucionarios se expresan sobre las mujeres, pero enseguida recapacité al recordar los métodos revolucionarios que se aplican en Cuba para tratar a las féminas: Las Damas de Blanco y otras mujeres incómodas al régimen son vivos testimonios de ello. En comparación, casi podría afirmarse que el señor Arce resulta un cumplido caballero.
En todo caso, poco aportó Assange al encuentro periodístico. Por demás la invitación al australiano fue bastante tardía; el caso Assange ya está más que frío, así que el sujeto no clasifica para marketing. En cuanto a su solidaridad o simpatía con los cuatro espías de la dictadura cubana, no pasó de ser un parlamento bastante gris para quien una vez brilló en el imaginario de libertad de Internet, pero en definitiva es una posición personal intrascendente que se podría pasar por alto con todo y cintica amarilla.
En un tiempo hubo cubanos independientes que se sintieron atraídos por la idea, hasta cierto punto romántica, de plantar cara a los monopolios de la información y, de hecho, no faltaron quienes declararon sin tapujos su admiración y simpatía por Assange. No es mi caso. En lo personal, la experiencia me ha enseñado a desconfiar de todos los mesianismos, de cualquier color, en especial de aquellos que ofrecen como contraparte del status quo la anarquía total. A estas alturas, ya sabemos que bajo la piel de este sonriente rubiecito que se esfuerza por parecer simpático se ocultan retorcidos vericuetos, muy diferentes de la transparencia que él reclama en su prédica.
No obstante, esta estrella en ocaso cayó abruptamente en la tentación de tomar partido al aceptar un intercambio, no con un auditorio que representara a todo el espectro del periodismo digital cubano donde hubiera multiplicidad de voces, propuestas y pensamientos –lo cual sería una verdadera muestra de libertad–, sino con un selecto grupo de individuos que debió pasar por los más rigurosos tamices para resultar electos como soldados de esa barricada monocorde presente en el referido taller de ciberperiodismo, la voz del poder de la dictadura cubana.
Más aún, aunque la bloguera independiente Yoani Sánchez fue mencionada en el diálogo periodismocastrista-Assange, para señalarla nuevamente como mercenaria, agente al servicio del gobierno de EEUU y todos los habituales atributos que los medios del gobierno le han regalado, ella no tuvo la posibilidad de responder a tantos epítetos y acusaciones porque no fue invitada al evento-taller, pese a ser la más conocida exponente y una fundadora de la blogósfera independiente, creó la Academia Blogger y la mayor plataforma blogger de la Isla, y cuenta incluso con publicaciones sobre el uso de Word Press. Assange, el adalid de la libertad de expresión, el ángel de la verdad, no cuestionó tan insólita ausencia, como tampoco la de otros blogueros y periodistas de los medios digitales independientes.
Pero también en el encuentro se dijeron algunas verdades, aunque descontextualizadas. Por ejemplo, yo coincido con Assange en que Internet “por primera vez nos ofrece la herramienta más poderosa para destrozar la manipulación y el control de los medios. Pero estamos frente a una gran batalla. Internet permite a cada uno expresar la verdad”. ¡Sí lo sabremos nosotros, los blogueros y periodistas independientes, que nos servimos de la red para expresar nuestras verdades y quebrar el bloqueo mediático oficial, lo que nos mantiene en una constante batalla, no solo en la web, sino también en nuestra vida física! ¡Si lo sabrá el gobierno, que no permite la expansión del uso de Internet, a la vez que mantiene filtradas muchas de nuestras páginas y un hostigamiento permanente contra el ejercicio de la libertad de expresión, opinión e información! Eso explica por qué no es posible que exista un Julian Assange cubano.
Por eso resulta interesante que Assange se declare impresionado de que en Cuba “se ha logrado resistir 50 años de bloqueo a solo 90 millas de los EEUU”, y no sabe cómo ha sido posible esto. La verdad es que aclararle al solidario Julian el tema sobre “el bloqueo” y “la heroica resistencia del pueblo” sería bastante difícil, a juzgar por la visión tan oblicua que tiene sobre la realidad e historia cubanas. Casi inspira compasión la manera ¿ingenua? en que un tipo tan sagaz y experimentado en las lides informáticas parece haber caído víctima de las alucinaciones mediáticas fabricadas por el totalitarismo castrista. Por mi parte no me lo creo, pero ya saben mis lectores que comúnmente suelo ser perspicaz con algunos personajes excéntricos… Assange no es la excepción.
Sin embargo, para darle el beneficio de la duda y tomar como buenas sus intenciones, podríamos responderle de manera muy resumida, diciéndole que eso que llama “resistencia del pueblo cubano” –y que en realidad no es más que la capacidad de aferrarse al poder la más larga dictadura que conoce Occidente– puede agradecerse, entre otros factores, a la solidaridad de gente como él.
Así, pues, ¡gracias, Julian, de verdad, pero no te esfuerces! Ya sin tu apoyo hemos tenido suficiente. En todo caso, con este post te devuelvo el favorcito: probablemente yo sea una de los pocos cubanos con vergüenza que prestó alguna amable atención a tu ciber-presentación como aliado de ese largo monopolio mediático: el de los Castro. Después de todo me apena que hayas hecho tamaño ridículo. Tu desafortunado lance me ha hecho recordar una frase salida de la más auténtica jerga popular y que unos años atrás se utilizaba para sentenciar las peores pifias: “¡Asere, se te cayó la tanga!”.
Assange: ¿con los indios o con los cowboys?
El pasado jueves 26 de septiembre, como colofón del Taller Interactivo de Jóvenes Blogueros, impartido por Pedro Miguel Arce, editorialista del diario La Jornada (México), que sesionó desde el lunes 23 en la sede del Centro de Información para la Prensa, en La Habana bajo los auspicios del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, se realizó una videoconferencia para que esa efímera estrella fugaz y, en su momento, celebérrimo fundador de Wikileaks, Julian Assange, intercambiara con estudiantes, periodistas y blogueros cubanos, es decir, ni más ni menos que con los representantes de la prensa oficial.
Cuesta creer que el más fanático partidario de la libertad de información y de expresión, el paladín que ha quebrado espadas contra el monopolio mediático y el más cáustico crítico de las compañías informativas que “intentan combatir la verdad escondiéndola”, se sumara al corrillo de guardianes de la censura en Cuba. Cuando menos resulta confuso: o bien Assange ha sido engañado, algo difícil de asumir tratándose de alguien que ha tenido acceso a información clasificada de una superpotencia como EEUU y del que, en consecuencia, puede esperarse la capacidad de encontrar los mejores atajos en pos de “la verdad”; o bien es él quien está engañando al mundo. A no ser que existan “monopolios buenos” y “monopolios malos”.
Claro, no hay que olvidar que Julian Assange parece ser bastante candoroso, que no por gusto dos malvadas mujeres –que ahora el señor editorialista de La Jornada, todo un experto en comunicación, define como “dos suecas borrosas” – trataron de envolverlo en una demanda judicial bajo “acusaciones falsas”, váyase a saber con qué intenciones. Por cierto, no comprendo muy bien el uso del calificativo “borrosas” en este contexto, pero lo cierto es que no suena muy gentil. En un principio me hubiese gustado que alguno de los estudiantes y jóvenes blogueros cubanos allí reunidos le señalaran al editorialista que esa no es la forma en que los revolucionarios se expresan sobre las mujeres, pero enseguida recapacité al recordar los métodos revolucionarios que se aplican en Cuba para tratar a las féminas: Las Damas de Blanco y otras mujeres incómodas al régimen son vivos testimonios de ello. En comparación, casi podría afirmarse que el señor Arce resulta un cumplido caballero.
En todo caso, poco aportó Assange al encuentro periodístico. Por demás la invitación al australiano fue bastante tardía; el caso Assange ya está más que frío, así que el sujeto no clasifica para marketing. En cuanto a su solidaridad o simpatía con los cuatro espías de la dictadura cubana, no pasó de ser un parlamento bastante gris para quien una vez brilló en el imaginario de libertad de Internet, pero en definitiva es una posición personal intrascendente que se podría pasar por alto con todo y cintica amarilla.
En un tiempo hubo cubanos independientes que se sintieron atraídos por la idea, hasta cierto punto romántica, de plantar cara a los monopolios de la información y, de hecho, no faltaron quienes declararon sin tapujos su admiración y simpatía por Assange. No es mi caso. En lo personal, la experiencia me ha enseñado a desconfiar de todos los mesianismos, de cualquier color, en especial de aquellos que ofrecen como contraparte del status quo la anarquía total. A estas alturas, ya sabemos que bajo la piel de este sonriente rubiecito que se esfuerza por parecer simpático se ocultan retorcidos vericuetos, muy diferentes de la transparencia que él reclama en su prédica.
No obstante, esta estrella en ocaso cayó abruptamente en la tentación de tomar partido al aceptar un intercambio, no con un auditorio que representara a todo el espectro del periodismo digital cubano donde hubiera multiplicidad de voces, propuestas y pensamientos –lo cual sería una verdadera muestra de libertad–, sino con un selecto grupo de individuos que debió pasar por los más rigurosos tamices para resultar electos como soldados de esa barricada monocorde presente en el referido taller de ciberperiodismo, la voz del poder de la dictadura cubana.
Más aún, aunque la bloguera independiente Yoani Sánchez fue mencionada en el diálogo periodismocastrista-Assange, para señalarla nuevamente como mercenaria, agente al servicio del gobierno de EEUU y todos los habituales atributos que los medios del gobierno le han regalado, ella no tuvo la posibilidad de responder a tantos epítetos y acusaciones porque no fue invitada al evento-taller, pese a ser la más conocida exponente y una fundadora de la blogósfera independiente, creó la Academia Blogger y la mayor plataforma blogger de la Isla, y cuenta incluso con publicaciones sobre el uso de Word Press. Assange, el adalid de la libertad de expresión, el ángel de la verdad, no cuestionó tan insólita ausencia, como tampoco la de otros blogueros y periodistas de los medios digitales independientes.
Pero también en el encuentro se dijeron algunas verdades, aunque descontextualizadas. Por ejemplo, yo coincido con Assange en que Internet “por primera vez nos ofrece la herramienta más poderosa para destrozar la manipulación y el control de los medios. Pero estamos frente a una gran batalla. Internet permite a cada uno expresar la verdad”. ¡Sí lo sabremos nosotros, los blogueros y periodistas independientes, que nos servimos de la red para expresar nuestras verdades y quebrar el bloqueo mediático oficial, lo que nos mantiene en una constante batalla, no solo en la web, sino también en nuestra vida física! ¡Si lo sabrá el gobierno, que no permite la expansión del uso de Internet, a la vez que mantiene filtradas muchas de nuestras páginas y un hostigamiento permanente contra el ejercicio de la libertad de expresión, opinión e información! Eso explica por qué no es posible que exista un Julian Assange cubano.
Por eso resulta interesante que Assange se declare impresionado de que en Cuba “se ha logrado resistir 50 años de bloqueo a solo 90 millas de los EEUU”, y no sabe cómo ha sido posible esto. La verdad es que aclararle al solidario Julian el tema sobre “el bloqueo” y “la heroica resistencia del pueblo” sería bastante difícil, a juzgar por la visión tan oblicua que tiene sobre la realidad e historia cubanas. Casi inspira compasión la manera ¿ingenua? en que un tipo tan sagaz y experimentado en las lides informáticas parece haber caído víctima de las alucinaciones mediáticas fabricadas por el totalitarismo castrista. Por mi parte no me lo creo, pero ya saben mis lectores que comúnmente suelo ser perspicaz con algunos personajes excéntricos… Assange no es la excepción.
Sin embargo, para darle el beneficio de la duda y tomar como buenas sus intenciones, podríamos responderle de manera muy resumida, diciéndole que eso que llama “resistencia del pueblo cubano” –y que en realidad no es más que la capacidad de aferrarse al poder la más larga dictadura que conoce Occidente– puede agradecerse, entre otros factores, a la solidaridad de gente como él.
Así, pues, ¡gracias, Julian, de verdad, pero no te esfuerces! Ya sin tu apoyo hemos tenido suficiente. En todo caso, con este post te devuelvo el favorcito: probablemente yo sea una de los pocos cubanos con vergüenza que prestó alguna amable atención a tu ciber-presentación como aliado de ese largo monopolio mediático: el de los Castro. Después de todo me apena que hayas hecho tamaño ridículo. Tu desafortunado lance me ha hecho recordar una frase salida de la más auténtica jerga popular y que unos años atrás se utilizaba para sentenciar las peores pifias: “¡Asere, se te cayó la tanga!”.