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miércoles, 20 de enero de 2010

Haití: el infierno de este mundo (I)

Haití: el infierno de este mundo (I)
Leticia Martínez Hernández Fotos: Juvenal Balán (Enviados especiales)
En Haití todos los días de la semana parecen iguales. Este domingo abrí los ojos, y por esas raras sensaciones que nos acompañan al despertar pensé que estaba en mi Cuba. En solo cuestión de segundos planifiqué el día: leeré un rato, veré un poco de televisión, desayunaré tarde¼ De repente, escuché un ruido, y una tras otra volvieron las imágenes horrendas. Sigo en Haití, me dije, mis pies siguen pisando el infierno de este mundo.
Salí a la calle, y no sé si por ingenuidad, confié en que las cosas hubiesen mejorado, desgraciadamente no fue así. Volvieron a despertar miles de personas en los parques, sin mucho que comer o beber; volvieron a bañarse en los charcos de las calles; volvieron a sufrir por sus muertos; volvieron a recorrer la ciudad buscando a sus familias; volvieron a levantar los escombros para hallar a los suyos; volvieron a sentir la triste fetidez; volvieron los niños a preguntar a los padres el porqué de tanta angustia; volvieron a mirar al cielo en busca de respuestas que aún continúan sin llegar.
Cada día en Haití es un enigma. Cada imagen impacta. Hoy, en esta ciudad de Puerto Príncipe, hasta andar con un nasobuco es un privilegio, los que no lo tienen untan en sus narices pasta de dientes para no oler a los muertos. Y aunque ya son menos los cadáveres en las calles, aumenta el hedor que sale de los escombros, frente a los cuales se acumulan decenas de personas cuando los equipos de rescate hacen lo inenarrable para sacar un cuerpo.
Las gasolineras se han convertido en zonas de combate. Allí decenas de hombres se arremolinan para conseguir el combustible, imagen idéntica a la de los camiones que traen el agua y la comida.
Y es tanta la desazón de esta noble gente que hasta los periodistas reciben fuertes respuestas: No son preguntas lo que necesitamos, es ayuda. Entonces no queda otra opción que voltear la espalda y seguir recorriendo el infierno de este mundo.

lunes, 18 de enero de 2010

Haiti por Dentro 2

Con los médicos cubanos en Haití
La peor tragedia es no poder hacer más

Leticia Martínez Hernández Fotos: Juvenal Balán (Enviados especiales)
PUERTO PRÍNCIPE, Haití.— El pequeño no paraba de temblar, de su manita endeble colgaba un suero que a estas alturas muy poco podía ayudarle. Por sus venas colapsadas ya no pasaba el fluido que en otra circunstancia, quizás, le devolvería el aliento. Acostadito sobre un cartón la vida se le iba, mientras a sus pies un médico cubano lamentaba no poder hacer más.


Los médicos trabajan de manera continua y lo más frecuente son las amputaciones.
Los médicos trabajan de manera continua y lo más frecuente son las amputaciones

"A este angelito lo trajeron hoy por la mañana. Llevaba tres días bajo los escombros. Lo trajo un rescatista, no tiene familia y es muy probable que no se salve. Le hemos puesto de todo, lo limpiamos, curamos sus heridas, ya no sé cómo seguir ayudándolo. Esta tragedia se ha ensañado con los niños, es insoportable el dolor".
Con solo 28 años ya Sergio sabe qué cara tiene la muerte. Estos últimos días han sido funestos para este médico santiaguero que por primera vez sale de su tierra para salvar vidas. A la pregunta de qué ha sido lo más terrible, dispara dos ráfagas salidas del mismísimo corazón: el sufrimiento de los pequeños y no poder socorrerlos a todos. Así hablaba Sergio Otero González, cuando de su mano se aferró una mujer con el rostro magullado.
Es hora de apartarse del niño y auxiliar a los que llegan. Quizás cuando regrese, este inocente sin nombre haya dejado de respirar, no le quedará más que conformarse con haber hecho lo imposible por devolverle la vida a un ser que nació marcado por la tragedia.
De estas tristes historias está repleta hoy la tierra haitiana. Centros hospitalarios como Delma 33 (paradójicamente nombrado La Paz) y La Renaissance (renacimiento en francés), tienen mucho horror que contar; pero allí los médicos cubanos siguen empeñados en escribir con mayúsculas la palabra VIDA, aunque las agencias de noticias se encarguen de minimizarlos y hasta de negarlos, como la cadena de TV norteamericana Fox News. ¿Será que tendremos que poner altavoces en la Luna para que se acaben de enterar que muchos años antes del sismo ya Haití sabía de los médicos cubanos?

RENACIMIENTO EN HAITÍ
La paradoja se apodera de Haití, con cada mirada descubro un contraste, otro más¼ Creí que la contradicción entre la felicidad de la caras que muestran las vallas publicitarias y el rostro ajado de quienes por debajo de ellas pasan, era la mayor ironía, pero me equivocaba. Hallar las palabras paz y renacimiento en la fachada de los hospitales más tétricos que he visto en mi vida, superó cualquier incongruencia¼ Me empeñé entonces en encontrar la respuesta en el ondear de la bandera de mi tierra a la puerta de estos.


De los escombros sale una fetidez insoportable, mientras la gente deambula por las calles.
De los escombros sale una fetidez insoportable, mientras la gente deambula por las calles.

Pareciera que los haitianos se acercan a los hospitales donde están los cubanos para encontrar sosiego. No paran de llegar, todos quieren ser atendidos de inmediato, el irresistible dolor de sus cuerpos se mezcla con una enraizada falta de cariño, que parece curarse de inmediato cuando uno de nuestros galenos los acaricia con ternura¼ Hasta los predios de los hospitales se mueven familias enteras. Montan allí el quimbo, ubican al enfermo en el centro, amontonan lo poco que les quedó, y la familia, cuando todavía queda, sale a buscar atención. A otros los transportan en cartones, tablas, colchones¼ hasta casi acorralar al médico.
Así, entre muchos, encontré a la doctora Madelaine en el centro hospitalario La Renaissance. Llegar hasta ella se convirtió en una demostración de malabarismo. Un pie primero, otro después¼ un descanso para recobrar el equilibrio: debajo de mí agonizaban de dolor varios haitianos, solo rozarlos hubiera sido imperdonable. Sin embargo, allí no terminaba la odisea. Tocaba ahora convencerla de que me contara sus vivencias. Esta granmense de 32 años es una experta curando, pero frente a una grabadora tiembla.


Los lesionados llegan a todas horas. Desgarra ver la cantidad de niños.
Los lesionados llegan a todas horas. Desgarra ver la cantidad de niños.

"Esto no se compara con nada de lo que he visto. Cuando llegué sentí miedo, pero no tuve tiempo de dejarlo crecer. Todavía no olvido el rostro de una pequeña de dos años, que sacaron de los escombros y llegó agonizando. A muchos los traen así, pero cuando se trata de un niño, el corazón se nos estruja aún más".
-¿No se desespera cuando le llaman de todos lados y a toda hora para que los auxilie?
"Ellos están desesperados, lo que han vivido no es para menos. Pero nosotros hemos aprendido a tener calma y tratarlos con delicadeza aunque estemos estresados. Si te desesperas no ayudas ni a uno ni a otro, y terminas siendo inútil"..
Con esa misma ecuanimidad sale la cirujana Abrahana del Pilar Cisneros Depestre del improvisado salón de operaciones. Desde dentro de este lugar, parapetado entre sábanas, se escucha un sonido aterrador. Estamos amputando una pierna, dice y me convida a pasar. Pero hasta allí no llegan mis fuerzas, prefiero entonces esperarla fuera para conversar. De ella solo sé que acortó sus vacaciones para retornar a Haití y ayudar.
"Todo es muy triste y desolador. Las heridas son en extremo graves. Lo más frecuente son las traumatologías, muchas personas llegan prácticamente autoamputadas, con los miembros casi desgarrados, con quemaduras incompatibles con la vida, como las de esa niña que ahora mismo cuida una vecina pues su mamá falleció y no se ha encontrado algún otro familiar".


Continúan los rescates aunque las posibilidades de sobrevivir disminuyen.
Continúan los rescates aunque las posibilidades de sobrevivir disminuyen.

Han transcurrido varios días, las posibilidades de salvación van siendo mínimas para los que recién son encontrados, dice esta doctora que ya ha perdido la cuenta de los que han pasado por sus manos. "El viernes operamos a 15 personas, hoy sábado ya vamos por 17 y no hemos terminado el día, son uno detrás del otro. La severidad de las lesiones es mayor, los casos son extremadamente sépticos".
-¿Y los familiares, doctora, qué le dicen?
"Muchos llegan solos, pero cuando las familias los traen, es tanto el dolor y la tristeza que solo nos miran, creo que con eso lo dicen todo, no hace falta la palabra gracias".
-¿Está cansada?
"Es verdad que hemos trabajado mucho, que los días se juntan, pero es tanto el deseo de ayudar que no nos permite sentir el cansancio, al contrario, ojalá consiguiéramos dar más".
Se pudiera sospechar que tanta energía y deseos de hacer se dan solo aquí en La Renaissance. Sin embargo, en el otro extremo de la ciudad la historia se repite.

¿PAZ EN DELMA 33?
En el Hospital Universitario La Paz, conocido como Delma 33, más médicos confirman las palabras de Abrahana, Sergio y Madelaine. Allí otra bandera cubana ondea, y da paso a un escenario más estremecedor. Casi todos los lesionados están ubicados en las afueras del recinto. Los lamentos hacen doler el corazón, las tremendas heridas obligan a voltear el rostro, la desolación conmueve, las miradas que buscan compasión calan hasta los huesos. Todos parecieran preguntar: ¿tendrá fin tanta desdicha?
La réplica de la noche anterior, los hizo salir despavoridos del hospital, coyuntura "aprovechada" por los médicos para organizar mejor el local y evaluar la fortaleza de la edificación.
Acondicionando nuevos espacios, poniendo carteles que delimitan las áreas, desinfectando el piso, clasificando a los enfermos y entrando a los más graves, estaban los médicos cuando llegamos. Sorprendió ver tanta gente ayudando. Codo a codo colaboraban especialistas chilenos, cubanos, españoles, canadienses, mexicanos¼ Todos hablaban un mismo idioma: el de la salvación. Todos repetían una misma frase: el trabajo en equipo.
El doctor cubano Carlos Guillén, director del centro, así lo definía: "Ha sido una cooperación perfecta, ellos vienen hasta nosotros, nos buscan espontáneamente para tomar cualquier decisión, tenemos una reunión en la mañana y otra en la tarde con los representantes de cada nación, donde definimos qué estamos necesitando, cuáles son las prioridades y lo compartimos todo".
A Heriberto Pérez, médico chileno, lo que más le preocupaba era el desorden inicial, por eso defiende la cohesión entre todos, no importa de dónde vengan, lo que de verdad vale es salvar vidas.
Acariciando a una pequeña que tenía la piernita en peligro por la gangrena, estaba la monja Rosalía. Vino desde España y se sumó al tremendo equipo que conforma también, entre otros, el residente haitiano Asmyrrehe Dollin. Para este muchacho graduado en Cuba, auxiliar a sus coterráneos es lo más grande que la vida le ha deparado. Agradece entonces a la mayor de las Antillas la posibilidad de haberle enseñado a hacerlo. Compartir con los médicos, que en algún momento fueron sus maestros, es un orgullo inmenso.
Es solo este apretón de manos entre médicos lo que aliviará el dolor haitiano. Vuelve a anochecer, pero quizás mañana los lamentos sean menos. Será una bendición que comiencen a desaparecer los carteles de "we need help" que como sombra están colgados por todos los lugares.

domingo, 17 de enero de 2010

Haití duele, encoleriza, entristece…


Haití duele, encoleriza, entristece…

LETICIA MARTÍNEZ HERNÁNDEZ Y (FOTOS) JUVENAL BALÁN, ENVIADOS ESPECIALES


Puerto Príncipe, Haití.— Nunca en mi vida imaginé ver algo así, el dolor es inmenso. Ya me habían alertado: Periodista, póngase fuerte que aquello es desolador. Pero ni el peor de los ejemplos alcanzó para atrapar la definición exacta de este pedazo de tierra, vapuleada una y otra vez. El Haití que hoy descubren mis ojos duele, encoleriza, entristece...
La hinchazón de los miembros de los cuerpos sin vida y el hedor insoportable hacen aún más complejo el escenario haitiano.
La hinchazón de los miembros de los cuerpos
 sin vida y el hedor insoportable hacen aún
 más complejo el escenario haitiano.

Del avión cubano de Aerocaribbean se descargan medicamentos, utensilios médicos, comida, agua, casas de campañas y avituallamiento.
Del avión cubano de Aerocaribbean se
 descargan medicamentos, utensilios
 médicos, comida, agua, casas de campañas
 y avituallamiento.

La primera imagen es la de un aeropuerto abarrotado, de un lado a otro van los bultos y pacas "salvadoras", también militares armados hasta los dientes. Y mientras decenas de personas intentan mover a prisa las enormes cargas, que arriban de infinidad de lugares pero que demoran en llegar hasta quienes las urgen, otros tantos aviones surcan el cielo haitiano esperando poder aterrizar.
Después de muchas horas de esperas y sobrevuelos, pudimos llegar a esta tierra martirizada. A la salida del aeropuerto internacional Toussaint Louverture, una avalancha de hombres agarrados de las cercas pide ayuda desesperada. En lo que quedó de sus casas, en el quimbo improvisado o en las calles, les espera una numerosa familia que clama por agua y alimentos. A la vista de estos haitianos están las cajas con la ayuda, en sus pechos el cañón de los militares.
El dolor comienza allí, se expande y no encuentra fin. Miles de personas caminan de un lado a otro por las devastadas calles de Puerto Príncipe, la sombra del terremoto camina con ellos, y con cada réplica se levanta también el ensordecedor grito de los casi tres millones de personas que sufren hoy en la capital de Haití. Familias enteras deambulan cogidas de las manos y con las espaldas llenas de bultos, con celo cuidan lo que el terremoto les dejó. No faltan en el cargamento los potes vacíos que esperan repletar de agua. Los que ya la consiguieron bañan a sus pequeños a la intemperie, cada gota del preciado líquido que vierten sobre los niños la acumulan luego en viejas vasijas y la vuelven a reciclar.
Los caminos están entorpecidos por montañas de escombros, también por cuerpos sin vida. La hinchazón de los miembros y el hedor insoportable hacen aún más grotesco el escenario haitiano, no parece esta una ciudad real, una capital de este siglo "civilizado". Las imágenes que Haití muestra este enero del 2010, rozarían la ficción si detrás de ellas no estuviera el sufrimiento irresistible y quizás interminable de millones de haitianos.
Los cuerpos, algunos tapados con sábanas, otros descubiertos sin compasión, se acumulan unos encima de otros. Si horas atrás a sus pies lloraban los familiares, hoy tienen que conformarse con decirles adiós, quemarlos e intentar sobrevivir. Como aquel señor en moto y cargado de trastos que al ver la bandera cubana pegada en el cristal del vehículo que nos trasladaba, gritó por la ventana: "Cubanos, mucho dolor, perdí a mi esposa y mis trece hijos". Pero enseguida siguió a toda velocidad pues un camión, proveniente de la vecina República Dominicana, comenzaba a repartir comida. Entonces empieza para él la ley del más fuerte, mientras fuerzas de la ONU intentan mantener el orden en torno al vehículo, casi en zafarrancho de combate.
No hay el más mínimo espacio en los parques, estadios y descampados. Allí se arremolinan unos contra otros buscando cabida para montar, con palos y pocas sábanas, el quimbo que los protegerá del tremendo sol. Algunos de ellos ya no tienen casas, pero a muchos los invade el miedo de regresar a sus hogares o las ruinas de ellos y que se repita el temblor que sumió al país en el caos. Allí duermen, comen, se bañan, evacuan sus necesidades fisiológicas...
Cientos de edificaciones de la ciudad de Puerto Príncipe están en el piso, pareciera —como dijo Fidel en sus Reflexiones—, que una potente bomba cayó y arrasó. Pero lo cierto es que la naturaleza, indignada por la depredación de los más ricos, se ensaña con los más pobres. Están hoy en el piso casi todos los ministerios, mercados, escuelas, hospitales, iglesias, casas... hasta el simbólico Palacio Nacional, sede de la Presidencia, está hecho añicos. Aun cuando ya se empiezan a contabilizar los muertos, ninguna cifra será real mientras no quede limpia la ciudad, pues debajo de tantos escombros se presumen incontables los fallecidos. La situación en Haití está hoy lejos de resolverse.
Y aunque la ayuda llegue, si no se organiza un sistema que engrane cada pieza, la recuperación continuará siendo tardía. Pero más allá de resolver el problema inmediato de comer o beber, Haití necesita lograr desarrollarse, pues como le escuché a alguien decir acá: "No necesitamos peces, necesitamos aprender a pescar y necesitamos tener las herramientas para pescar".
Ya cae la noche en Haití, a lo lejos el llanto continúa. Mientras, nuestros galenos continúan atendiendo sin descanso. Los campamentos habilitados para prestar ayuda médica parecieran la salvación de los sufridos haitianos. En brazos, carretillas, bicicletas, parihuelas... llegan los heridos por decenas. De la entrega de nuestros médicos, Granma continuará reportando.


Mazorra duele, encoleriza, entristece
Cubamatinal/ El sábado 16 de Enero el periódico Granma confirmó mediante una nota de apenas 160 palabras lo que aún esperábamos que fuese un rumor infundado: en el Hospital Psiquiátrico de La Habana habían fallecido 26 pacientes durante las muy frías madrugadas de la pasada semana.
Por Rogelio Fabio Hurtado
La Habana, 22 de enero/ PD/ La nota refiere que la comisión creada para investigar lo ocurrido ha identificado varias deficiencias relacionadas con la no adopción oportuna de medidas.
La voz popular ha sido más directa: estos cubanos, los más desamparados de todos, han muerto de hambre y de frío, después de agonizar en sus destartalados pabellones. Se dice que alrededor de las 2 de la madrugada del martes el personal del Hospital acudió al cercano Aeropuerto de Rancho Boyeros en busca de algunos huesos con substancia para cocinarles una sopa.
Aunque el órgano oficial del Comité Central del Partido no se digna a publicar la lista de las víctimas ni sus generales, podemos estar seguros de que ninguno de ellos era venezolano. A los familiares de estos desdichados nuestras condolencias. ¿Qué hubiese dicho el inigualable Eddy Chibás ante esta vergonzosa tragedia?

sábado, 16 de enero de 2010

Saqueadores siembran terror mientras tropas de EEUU llegan a un Haití en ruinas

Saqueadores siembran terror mientras tropas de EEUU llegan a un Haití en ruinas

Cubamatinal/ La irrupción de saqueadores armados con machetes en las calles de Haití sumaban más terror a una nación devastada hace tres días por un potente sismo, al tiempo que las tropas estadounidenses comenzaban a descargar toneladas de ayuda para una población traumatizada.

Port Au Prince, 15 de enero/ AFP/ La rabia y la frustración se acumulaban entre las ruinas de Puerto Príncipe, diezmada por un temblor que dejó un saldo parcial de más de 50.000 muertos.
La mayoría de su población de dos millones de habitantes, desesperada por agua y alimentos, deambulaba este viernes entre cadáveres putrefactos bajo los rayos del sol tropical.
Una vanguardia de 10.000 tropas estadounidenses desplegadas en Haití tomaron el control del aeropuerto, cargados con toneladas de reservas, y comenzaron la primera distribución masiva de ayuda, a la vez que intentaban frenar brotes de violencia.
"Mientras la gente tenga hambre y sed, mientras no hayamos resuelto el tema del techo, corremos el riesgo de los saqueos", advirtió el ministro de Defensa de Brasil Nelson Jobim.
Funcionarios oficiales haitianos revelaron que al menos 50.000 personas perdieron la vida y un millón y medio quedaron sin hogar en una de las naciones más pobres del mundo, que hace tiempo vive inmersa en violencia y baños de sangre.
"Los cuerpos de más de 15.000 personas ya han sido levantados y enterrados", indicó el primer ministro Jean-Max Bellerive. "Simplemente nos dedicamos a levantar los muertos de las calles principales", añadió.
Mientras funcionarios de las Naciones Unidas clamaban por más medicinas y alimentos para los sobrevivientes, los saqueos se propagaban mientras se registraban violentos enfrentamientos en los escasos puestos de distribución.
En la cuarta noche tras el sismo, las familias haitianas revivieron los temores del terror de las temibles bandas armadas.
"De pronto aparecieron hombres armados con machetes para robar dinero", indicó Evelyne Buino, una joven peluquera que reside cerca del destrozado centro de la capital.
"Necesitamos proteger y salvaguardar nuestro hogar. Hay hombres armados, muchos saqueos", dijo Eglide Victor, cuya precaria casa es la única que permanece en pie en toda la cuadra de una manzana en el corazón de Puerto Príncipe.
En el aeropuerto se registraron escenas de violencia y en los hospitales se escuchaban horripilantes historias de amputaciones y operaciones sin anestesia.
"Realmente necesitamos centralizarnos en los vivos y en lo que podamos hacer por ellos", indicó a la AFP Nicholas Reader, vocero de la Oficina para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU.
Los militares estadounidenses se alistaban para entregar 600.000 paquetes de raciones básicas de alimentos y 100.000 contenedores de diez litros de agua.
Unos 48 millones de dólares de asistencia en alimentos está llegando en los barcos de la Marina. El portaaviones estadounidense USS Carl Vinson, llegó este viernes con 19 helicópteros, plantas purificadoras de agua y toneladas de medicamentos.
"La gente tenía reserva para unos días, pero ahora están faltando. Temen ir al centro a buscar comida porque se ha vuelto demasiado peligroso", indicó Patricia Etique, una ciudadana suiza que vive en Haití.
En medio del caos y la desesperación, las brigadas extranjeras comenzaban a hacer sentir su presencia en las calles.
Y en algunos casos daban sus frutos: un equipo belga logró rescatar de las ruinas a una mujer de 28 años, aunque debieron cortarle la pierna derecha.
"Nosotros, junto al equipo de rescate español, salvamos a un bebé ayer de tarde, ahora también a esta mujer", indicó el Sargento Mayor Edoiard Dekoster.
Este viernes, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, logró hablar con el mandatario René Preval y le ofreció "apoyo total" para la reconstrucción del país.
La Secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton indicó que viajará a Haití el sábado para observar la organización de la asistencia al país y reunirse con Preval.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, anunció que viajará este domingo a Haití en un gesto de solidaridad con el pueblo haitiano y los funcionarios de la ONU allí apostados.
La ONU elevó el balance de víctimas del devastador sismo entre su personal a 37 muertos y 330 desaparecidos.
Desde el mundo entero llegan donaciones. Grandes empresas estadounidenses, celebridades como Madonna y la modelo brasileña Gisele Bündchen, pero también gente común que a través de mensajes de texto por celular, donan dinero para los haitianos. Sin embargo, se necesita más, según las autoridades del país.
Se estima se han recaudados unos 268,5 millones de dólares de 20 países, organizaciones y empresas privadas.

miércoles, 13 de enero de 2010

Cuba envia ayuda a Haití

Cuba envia ayuda a Haití

By rreloj
La Habana, 13 Ene 2010 (AFP) – Cuba anunció este miércoles que enviará medicamentos y médicos a Haití tras el devastador terremoto que lo asoló el martes, y confirmó que se encuentran a salvo los cooperantes cubanos que cumplían misión en Puerto Príncipe.
“Trabajamos en el envío de ayuda médica de emergencia a la hermana república de Haití. Enviaremos alguna cantidad de medicinas y material médico y viajará una cantidad adicional de médicos”, afirmó el canciller cubano Bruno Rodríguez.
En Haití trabajan 403 cooperantes cubanos, 344 de ellos médicos y paradémicos, y “de los que radican dentro de Puerto Príncipe solo dos de ellos recibieron lesiones muy leves, los demás están bien”, precisó Rodríguez, en la sede de la cancillería.

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