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sábado, 19 de septiembre de 2015

Carta de un cubano al Santo Papa y Crítica dura a Jaime Ortega

Carta de un joven cubano-americano al #Papa con motivo de su visita a #Cuba

Carta abierta al Sumo Pontífice #ELPapaEnCuba #PopeInCuba
Sumo Pontífice,
En 1868 y 1898, los mambises cubanos portaron la imagen de la Virgen de La Caridad, Patrona de Cuba, en sus estandartes de guerra. Seis décadas después de obtener su independencia, Cuba fue robada de Cristo, de La Virgen María, y los valores de la iglesia universal por el comunismo. Muchos hijos de padres católicos sacrificaron una educación universitaria por adorar a Dios, ya que la ideología del marxismo-leninismo no permitía otras alianzas. Otros no fueron tan fuertes como Simon, cuando fue tentado a renunciar a Jesús para salvar su propia vida en manos de los Romanos, y prefirieron esconder o renunciar su fe católica. Hoy, el estado de la iglesia universal en la República de Cuba es tan precario como antes del Edicto de Milán, cuando el Emperador Constantino garantizo la libertad de religión. Hoy, un pretencioso Constantino engaña al sucesor de Pedro, como muchos tiranos han hecho en el pasado. Hoy, cientos de balseros cubanos en busca de la libertad y dignidad montan la imagen de la Virgen de La Caridad en balsa cruzando un mar. Millones de Cubanos ansían que un día la Santa Iglesia Católica retome el lugar en la sociedad por el cual miles han dado su vida, pero el gobierno comunista y el Cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino impiden el camino hacia la democracia que San Juan Pablo II promovió cuando pronuncio ante una multitud de cubanos: No Tengan Miedo.
Los fundadores de la República de Cuba y San Juan Pablo II compartían un ideal de justicia ante la opresión y el debido rol de los gobernantes. José Martí prescribe que:
un "hombre solo no vale nunca más que un pueblo entero; pero hay hombres que no se cansan, cuando su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra antes que los pueblos, porque no tienen que consultar a nadie más que a sí mismos."

Karol Józef Wojtyła fue uno de estos hombres. Cuando la cortina de hierro cayó sobre Europa, Karol luchó por la prevalencia de la iglesia en una sociedad dominada por la oz, el martillo, y la opresión. Su liderazgo como Cardenal de Cracovia le presentó un reto inmenso al poderío comunista. Karol atrajo a millones de polacos promulgando un mensaje de amor a Jesús sin miedo a las armas del estado opresor. Como Vicario de Cristo continuo su labor divina en derrocar la cortina de hierro mediante las enseñanzas cristianas y su existencia fue clave para el Movimiento de Solidaridad. Santo Padre Francisco, el pueblo cubano es consciente de la obra y misión divina de Karol como Juan Pablo II, Vicario de Cristo. También somos conscientes de la ausencia de líderes como Karol en Cuba. La más alta figura de la Santa Iglesia Católica, represéntate de Su Santidad ante el pueblo de Cuba, el Cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino quien ejerce cómo arzobispo de la Arquidiócesis de La Habana desde 1994 es un cómplice más del gobierno comunista y opresor que rige la isla desde el año 1959.
Hoy, el Cardenal Ortega, quien ha perdido la legitimidad ante el pueblo de Cuba como líder religioso, niega la existencia de presos políticos en la isla. Todos los domingos, docenas de mujeres cubanas marchan por la liberación de sus esposos encarcelados por el gobierno comunista sin recibir el reconocimiento propio del Cardenal Ortega. Las Damas de Blanco, como son llamadas, caminan bajo insulto, escupidas, y golpes, tal como lo hizo Cristo, por la causa de liberación humana. Su Santidad debe estar consiente que el esfuerzo de las Damas de Blanco no es muy diferente al de las Madres de La Plaza de Mayo, que aun buscan a sus hijos perdidos a los Herodes Latino Americanos.
El Cardenal Ortega también ha repetida y públicamente negado los crímenes políticos del régimen castrista y le ha demandado al pueblo presentar prueba que demuestren esos crímenes. Santo Padre Francisco, lo que el Cardenal Ortega exige es una humillación hacia el pueblo cubano, porque los crímenes de la dictadura castrista son evidentes.
La institución de la Santa Iglesia, cual rige por precedente histórico y un mandato divino, no puede negar una verdad evidente y menos si esta es reconocida por el Sumo Pontífice. El 13 de julio de 1994, la guarda costa castrista, bajo órdenes de la cúpula militar que controla el gobierno, masacró a cuarenta y un almas hundiendo a ocho millas de la Habana un pequeño barco lleno familias en busca de dignidad humana. San Juan Pablo II condenó ese acto criminal que el mundo conoce como la Masacre del Remolcador. Cuando el Cardenal Ortega demanda evidencia sobre crímenes y violaciones políticas, no solo humilla al pueblo de Cuba pero desafía directamente a un Santo y a un Vicario de Cristo en la Tierra.
¿Quien es ese señor que le dice al pueblo de Cuba "Suficit tibi gratia Mea" "Mi gracia es suficiente para ti"? Cuba no conoce la gracia del Cardenal Ortega, pero si la del Padre Félix Varela y San Juan Pablo II. El pueblo de Cuba es un pueblo humilde. Nuestros libros de historia relatan que fue el Padre Varela quien nos enseno a pensar y de ese pensamiento surgió un movimiento independentista. ¿Que otro pueblo puede aclamar tanta humildad al decir que un simple sacerdote inculco el pensamiento de la razón? Pero Varela, como Martí y Juan Pablo II tenía convicción de pensamiento. El Cardenal Ortega, al contrario de estos hombres, representa la indiferencia, la coerción, y la complicidad en un crimen, el crimen de quitarle a un pueblo su libertad al ser indiferente al sufrimiento de los perseguidos por el régimen castrista, como las Damas de Blanco, presos políticos, y el mártir Oswaldo Paya, quien fue presuntamente asesinado por la policía política. Como Príncipe de la Iglesia Universal, la misión de Jaime Lucas Ortega y Alaminio es restaurar la institución de la iglesia en una sociedad dominada por el comunismo. Ortega, ha fallado en su misión humillando al pueblo cubano y humillando al Santo, Supremo Pontífice Juan Pablo II, al negar los crímenes políticos del régimen totalitario.
La Santa Iglesia Católica no se puede contentar con las concesiones pequeñas que hace un régimen dictatorial para presuntamente ganar su apoyo. Las acciones de los Sumos Pontífices Pio VI, Pio VII, y Pio XII, demuestran la imposibilidad de lograr una misión divina mediante la imposición de un régimen totalitario sobre la Iglesia. Pio VI pago con su propia vida en cautiverio como prisionero. Y que le vasto a Pio VII firmar el Concordato si la progresiva disminución de fieles y el dominio del secularismo sobre todas las instituciones sociales europeas han humillado a la iglesia al removerla de la sociedad que esta ayudo a crear. Era necesario para Pio VII, como Vicario de Cristo en la Tierra, morir antes de comprometer la dignidad de la Iglesia. Cuando Pio VII firmo el Concordato estaba actuando como diplomático de los estados Papales y no como el representante de Cristo. La Iglesia no puede comprometer dignidad y legitimidad social por mantener unas cuantas hectáreas de tierras. Hoy, la Iglesia Católica en Cuba está actuando de la misma forma al desmentir públicamente los esfuerzos de disidentes políticos y la causa por la democracia. Ortega ha de ser como el Padre Hidalgo de México, que con su vida fundo una nación digna, o como el padre Oscar Romero quien fue canonizado por Su Santidad. Los crímenes de Stalin, de Fidel Casto, y de Guerra Sucia en Argentina, fueron el resultado de la anuencia de Dios en la sociedad. Mientras Jaime Lucas Ortega y Alaminio sigua portando el capelo rojo e incumpliendo con su juramento de Cardenal, más cubanos morirán a manos de la dictadura como Oswaldo Paya, las victimas del Remolcador, y los tantos que mueren en busca de la libertad escapando por el mar.
Santidad, el pueblo de Cuba espera que su visita forje el cambio para una Cuba democrática, donde se respeten las libertades civiles, y la dignidad humana.

De un ferviente luchador por una Cuba libre y soberana,
Pedro Luis Pérez

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