Dicen, quienes saben de verdad, que uno de los principales rasgos de la idiosincrasia del cubano es el choteo, que nos viene de nuestra herencia española, que mezclada con las otras culturas que conformaron nuestra nacionalidad, y calentada a "baño de María" bajo el picante sol tropical del Caribe, una mezcla "perfecta y letal", la hemos convertido en "una gracia" y en una coraza para defendernos de los males del mundo mortal que aquejan nuestra existencia.
Cierto o falso la realidad es que el cubano se burla hasta de sus propias desgracias, de sus propios defectos y de todo aquel que, dándoselas de "camaján sabelotodo", termina haciendo el ridículo por las sandeces que dice o por las posturas que asume ante la vida que todos vivimos de igual forma pero que a cada cual nos llega de diferentes maneras.
Sí, porque no es lo mismo la vida que vive un miembro del clan de los Castro, un dirigente del castrismo, sus familiares, hasta incluso un usufructuario mediocre de la dictadura, a la que tiene que tragarse, espantarse, zumbarse o empujarse el cubano de pueblo que vive en las zonas rurales, en las áreas marginales de las pequeñas, de las grandes ciudades o, simplemente, de todo aquel compatriota que pretenda vivir honradamente sin hacerle el juego a una ideología que resalta el pandillismo, la "juntadera", el sociolismo, los méritos revolucionarios, el odio socialista, la adulonería militante, el servilismo patriotero, el "amor" extendido al líder, la venta de artículos de donación a los damnificados, la cerveza agua', el canciller de la bobería, el sacrificio por los siglos de los siglos, el mismo apellido controlándolo todo, los discursos repetidos y la cantidad de mierda que hablan los castristas pa' justificar el hambre, la miseria, el abandono y la "mala suerte" que sufre la mayoría del pueblo cubano.
Algunos, principalmente quienes no nos conocen bien, confunden esta característica nuestra, me refiero al choteo, con superficialidad o falta de "profundidad" en las ideas, pero como yo siempre digo los buches amargos se tragan mejor cuando lo hacemos con una "sonrisita" en la garganta y una carcajada en el corazón.
Y es que el cubano, post 1959, las ha tenido que "tragar" de todas las formas, maneras y colores. Pudiera elaborar una lista interminable de atrocidades, disparates, ensoñaciones, divagaciones mentales y vulgaridades en las que seguimos a Fidel Castro y a su revolución de "revolucionarios" sin que mediara una lógica consecuente, un atisbo de sentido común o sencillamente un mínimo de vergüenza ante el hueco tan profundo que cavamos, todos juntos, y en el que hundimos a nuestra Patria irremediablemente.
Y la historia lo demostró. Hoy Cuba es uno de los países más pobres y más atrasados del mundo, y lo más triste es que no solo en el orden económico, también en lo espiritual. Del quinto lugar, en cuanto a desarrollo económico se refiere, y logrado con otra dictadura en el poder, no pasamos de ser, en pleno Siglo XXI, y muy cerquita, pero muy cerquita de la mayor potencia tecnológica de la historia de la humanidad, un país que vive literalmente en la oscuridad, en la resequedad, en el desconocimiento, en el dolor gástrico, en la inercia neuronal y en el suicidio continuado de la razón.
La dictadura castrista le dio al disparate categoría de Ley Soberana de Estado, lo maximizó a niveles de Buró Político, de Consejo de Ministros y lo esparció por toda Cuba de tal manera que, hoy por hoy, cuesta mucho trabajo discernir allí entre el café amargo y "la azúcar prieta".
El castrismo es una maquinaria perfecta de generar errores, pifias, estupideces, absurdos, me pica aquí y me rasco allá, tonterías, marcha atrás, boberías, el último la peste, lo mismo con lo mismo y desilusión.
En la práctica de la vida esa revolución de involuciones lo único que ha promovido en Cuba son las bajas pasiones, el entierro de la espiritualidad y un hambre del carajo y la vela repartidas entre todo el pueblo a razón de cinco libras por cabeza una vez al mes.
No se puede tapar el sol con un dedo, ni pretender hacerle creer al mundo que la dictadura de La Habana tiene las mejores intenciones para con los cubanos, es muy fácil determinar que la isla entera se está ahogando entre las aguas de los huracanes y las lágrimas de quienes no tienen cómo "arreglar" su sufrimiento.
El resto es complicidad y oportunismo con el régimen. Quienes defienden y apoyan hoy a los principales destructores de la vida en Cuba, es decir, a los Castro y compañía, son también responsables de que nuestra Isla sea otra Atlantis, pero hundida en la miseria, otra Pompeya, pero a merced de las ambiciones humanas, u otra Alejandría, pero sepultada bajo la incompetencia de una tiranía que solo promueve la represión, el absurdo y la "legalidad" delincuencial de Estado.
Ricardo Santiago
Cierto o falso la realidad es que el cubano se burla hasta de sus propias desgracias, de sus propios defectos y de todo aquel que, dándoselas de "camaján sabelotodo", termina haciendo el ridículo por las sandeces que dice o por las posturas que asume ante la vida que todos vivimos de igual forma pero que a cada cual nos llega de diferentes maneras.
Sí, porque no es lo mismo la vida que vive un miembro del clan de los Castro, un dirigente del castrismo, sus familiares, hasta incluso un usufructuario mediocre de la dictadura, a la que tiene que tragarse, espantarse, zumbarse o empujarse el cubano de pueblo que vive en las zonas rurales, en las áreas marginales de las pequeñas, de las grandes ciudades o, simplemente, de todo aquel compatriota que pretenda vivir honradamente sin hacerle el juego a una ideología que resalta el pandillismo, la "juntadera", el sociolismo, los méritos revolucionarios, el odio socialista, la adulonería militante, el servilismo patriotero, el "amor" extendido al líder, la venta de artículos de donación a los damnificados, la cerveza agua', el canciller de la bobería, el sacrificio por los siglos de los siglos, el mismo apellido controlándolo todo, los discursos repetidos y la cantidad de mierda que hablan los castristas pa' justificar el hambre, la miseria, el abandono y la "mala suerte" que sufre la mayoría del pueblo cubano.
Algunos, principalmente quienes no nos conocen bien, confunden esta característica nuestra, me refiero al choteo, con superficialidad o falta de "profundidad" en las ideas, pero como yo siempre digo los buches amargos se tragan mejor cuando lo hacemos con una "sonrisita" en la garganta y una carcajada en el corazón.
Y es que el cubano, post 1959, las ha tenido que "tragar" de todas las formas, maneras y colores. Pudiera elaborar una lista interminable de atrocidades, disparates, ensoñaciones, divagaciones mentales y vulgaridades en las que seguimos a Fidel Castro y a su revolución de "revolucionarios" sin que mediara una lógica consecuente, un atisbo de sentido común o sencillamente un mínimo de vergüenza ante el hueco tan profundo que cavamos, todos juntos, y en el que hundimos a nuestra Patria irremediablemente.
Y la historia lo demostró. Hoy Cuba es uno de los países más pobres y más atrasados del mundo, y lo más triste es que no solo en el orden económico, también en lo espiritual. Del quinto lugar, en cuanto a desarrollo económico se refiere, y logrado con otra dictadura en el poder, no pasamos de ser, en pleno Siglo XXI, y muy cerquita, pero muy cerquita de la mayor potencia tecnológica de la historia de la humanidad, un país que vive literalmente en la oscuridad, en la resequedad, en el desconocimiento, en el dolor gástrico, en la inercia neuronal y en el suicidio continuado de la razón.
La dictadura castrista le dio al disparate categoría de Ley Soberana de Estado, lo maximizó a niveles de Buró Político, de Consejo de Ministros y lo esparció por toda Cuba de tal manera que, hoy por hoy, cuesta mucho trabajo discernir allí entre el café amargo y "la azúcar prieta".
El castrismo es una maquinaria perfecta de generar errores, pifias, estupideces, absurdos, me pica aquí y me rasco allá, tonterías, marcha atrás, boberías, el último la peste, lo mismo con lo mismo y desilusión.
En la práctica de la vida esa revolución de involuciones lo único que ha promovido en Cuba son las bajas pasiones, el entierro de la espiritualidad y un hambre del carajo y la vela repartidas entre todo el pueblo a razón de cinco libras por cabeza una vez al mes.
No se puede tapar el sol con un dedo, ni pretender hacerle creer al mundo que la dictadura de La Habana tiene las mejores intenciones para con los cubanos, es muy fácil determinar que la isla entera se está ahogando entre las aguas de los huracanes y las lágrimas de quienes no tienen cómo "arreglar" su sufrimiento.
El resto es complicidad y oportunismo con el régimen. Quienes defienden y apoyan hoy a los principales destructores de la vida en Cuba, es decir, a los Castro y compañía, son también responsables de que nuestra Isla sea otra Atlantis, pero hundida en la miseria, otra Pompeya, pero a merced de las ambiciones humanas, u otra Alejandría, pero sepultada bajo la incompetencia de una tiranía que solo promueve la represión, el absurdo y la "legalidad" delincuencial de Estado.
Ricardo Santiago