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viernes, 12 de diciembre de 2014

Caprichitos: Las obsesiones culinarias de los peores dictadores

"Sopa de Perro": Las obsesiones culinarias de los peores dictadores



“Sopa de Perro”: Las obsesiones culinarias de los peores dictadores





 
   
    
   







“Sopa de Perro”: Las obsesiones culinarias de los peores dictadores


Si bien era vegetariano, Hitler hacía varias
excepciones en su dieta. Es que, según cuentan las británicas Victoria
Clark y Melissa Scott, autoras de Dictators’ Dinners: The Bad Taste
Guide to Entertaining Tyrants, no había abjurado de la carne por
convicción, sino porque le disparaba un problema de flatulencia crónica.

La investigación reveló que su comida preferida era, en realidad,
paloma rellena con nueces, lengua, hígado y pistachos. “Nada mejor que
una buena bola de hígado”, decía habitualmente antes de sentarse a
comer.

Quien sí tenía una preferencia vegetariana era Mussolini. Su plato favorito era una peculiar mezcla de ajo crudo, aceite y limón.

“Solía comerse un plato entero al día. No podía ir a ninguna parte
con él después de eso”, decía su esposa, según relata el libro.

Obviamente también comía pasta, como buen italiano. Pero tenía que
ser especialmente fabricada para él. Y aunque no le gustaba mucho la
carne, podía disfrutar de una ternera marinada en hierbas.

Kim Jong-Il, líder supremo de Corea del Norte entre
1991 y 2001, era un verdadero amante de la cocina elaborada. La sopa de
aleta de tiburón era lo que más disfrutaba, pero también comía mucho
caviar iraní, carne de cerdo danesa y mangos tailandeses.

Sin embargo, su comida secreta era la sopa de perro. Estaba
convencido de que aumentaba su virilidad y lo inmunizaba contra
cualquier tipo de enfermedad.

A Muammar Khadafi, el dictador que controló Libia
durante 42 años hasta su muerte, en 2011, le gustaban mucho los
macarrones y el cuscús con carne de camello. Al igual que Hitler,
padecía de flatulencia crónica, lo que lo obligaba a moderar la ingesta
de su bebida preferida, la leche.

De Fidel Castro no hay demasiada información, pero
Victoria Clark y Melissa Scott obtuvieron un dato de Celia Sánchez,
íntima amiga del dictador cubano. Al parecer, lo enloquece la sopa de
tortuga. Pero no de cualquiera, sino de una especie en peligro de
extinción.

El único que incurrió en la antropofagia fue Idi Amin,
el sanguinario presidente de Uganda entre 1971 y 1979. Su médico
personal, John Kibukamusoke, lo acusó de comerse el hígado de varios
enemigos a los que había mandado a matar. Lo hacía “para ahuyentar los
malos espíritus”.

Una vez se lo preguntaron en una entrevista y su respuesta fue escalofriante. “No me gusta la carne humana. Me parece demasiado salada”, dijo.

También comía platos más “convencionales”. Podía llegar a ingerir
hasta 40 naranjas por día y tenía predilección por el chivo rostizado.

A pesar de ser una especie protegida por estar en peligro de extinción, A Hugo Chávez le encantaba de la carne del roedor más grande que existe sobre la Tierra, el Capibara, también llamado Chigüire.
Cada vez que Hugo Chávez viajaba a otro país, la comitiva de recepción
sabia que el mejor agasajo posible es prepararle esta carne de roedor
guisada.

Con información de Infobae



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

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