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viernes, 10 de octubre de 2014

“La CIA quería al Che Guevara vivo” | Cubanet

“La CIA quería al Che Guevara vivo” | Cubanet


“La CIA quería al Che Guevara vivo”

El pasado 8 de julio, el ex agente de la CIA Félix Rodríguez, por
primera vez ofreció una entrevista a un periodista independiente llegado
de Cuba. Martí Noticias publicó la primera parte de ese testimonio, “La
quiebra final de una fría máquina de matar, el Che”. CUBANET da
continuidad a esta historia.







"la CIA quería al Che Guevara vivo" (Foto de Luis Felipe Rojas Rosabal)
“la CIA quería al Che Guevara vivo” (Foto de Luis Felipe Rojas Rosabal)


TAMPA, Estados Unidos.- “Yo lo pensé, pero también recordé cuando
Batista soltó a Fidel Castro después que asaltaron el cuartel Moncada; y
lo que pasó y está pasando en Cuba, y entonces me dije: este hombre
vino aquí, invadió este país, hay una cantidad de muertos por culpa
suya, y yo no estoy aquí para comandar, yo estoy aquí para asesorar.
Este es un asunto del gobierno boliviano, de su dirección, y tú te metes
a hacer eso, y a lo mejor tienes éxito, y después a este hombre lo
sueltan y hay muertes en veinte países más, y tú vas a ser el
responsable; mira, es decisión boliviana, deja que la Historia siga su
curso”.

Así recuerda Félix Ismael Rodríguez Mendigutia, cómo pensó evitar la
muerte del guerrillero argentino, al retardar la orden de ejecución
cortando el cable del teléfono, en aquel mediodía del 9 de octubre de
1967, cuando recibió una orden en clave del alto mando del Ejército
boliviano: 500-600. “Era un código muy sencillo, 500 significaba Che
Guevara, 600 muerto y 700 mantenerlo vivo”.

Alberto Méndez Castelló: Según la versión del
régimen de La Habana, el Che fue ejecutado por órdenes llegadas de
Washington, pero en realidad… ¿Qué indicaciones usted recibió de sus
superiores en la CIA?

Félix Ismael Rodríguez Mendigutia: Mira, es
totalmente lo opuesto: la CIA lo quería vivo a toda costa. De eso no te
quepa la menor duda. Te voy a explicar. Yo creo que la decisión de la
parte boliviana de eliminar al Che viene por el problema tan crítico que
ellos tenían con el juicio de Regis Debray y Ciro Bustos, el
intelectual francés y el periodista argentino capturados luego de
visitar a los guerrilleros. Imagínate, ellos debieron pensar que si
tenían manifestaciones de estudiantes y presiones diplomáticas por un
juicio contra dos personas prácticamente desconocidas, qué iba a pasar
con un juicio contra el Che Guevara… Definitivamente, yo creo que la
decisión del gobierno boliviano obedeció a esa razón y no a otra.

AMC: Luego… ¿Usted me puede asegurar que la posición del gobierno estadounidense era mantener vivo al Che Guevara?

FIRM: Mantenerlo vivo. Es más, nos habían dicho que a
los bolivianos no les gustaba mantener prisioneros, que si el Che era
capturado, hiciéramos todo lo posible para mantenerlo con vida, que
ellos iban a mantener helicópteros y aviones listos para llevarlo a
Panamá.

AMC: A Panamá… ¿A Estados Unidos no?

FIRM: No. La idea era llevarlo a Panamá para
interrogarlo en el Comando Sur. Y honestamente, yo no creía que eso
funcionaría, no creía que el Che Guevara fuera a colaborar.

AMC: ¿Qué le hacía pensar así?

FIRM: En ese momento no conocía las divergencias
existentes entre el Che Guevara y los comunistas soviéticos. A los
gobernantes de la URSS no les interesaba que el Che triunfara en ningún
lugar. De hecho no lo ayudaron en África. Las armas que empleó allá las
proporcionó la China comunista, no los soviéticos. Y Cuba dependía 100%
de la URSS, eso quizás te da una idea de por qué él se sintió
traicionado por Fidel Castro, y aunque no lo admitió de forma verbal, sí
pude percibirlo en su rostro cuando hablamos por última vez.

AMC: ¿Por qué?

FIRM: Por los hechos. Ellos estaban allí, en
Bolivia, sin comunicación. Recibieron un radio roto y por si no fuera
suficiente, con el pretexto de que se le había vencido la visa, le
retiraron al oficial de enlace, alguien con ciudadanía boliviana que los
canalizó a su llegada, pero que luego lo retiraron de esa operación
dejando al Che y a sus guerrilleros a la buena de Dios.

AMC: En Cuba el régimen no concibe adversarios
dignos, y a usted lo pintan como un vulgar mercenario. Dígame, ¿después
de muerto quién lavó la cara del Che?

FIRM: Mira, después que sonó la ráfaga de M-2 que
concluyó con la vida del Che, el capitán Gary Prado, el capitán Celso
Torrelli, que luego llegó a presidente de Bolivia y yo, entramos a la
habitación; el cadáver del Che estaba con la boca y los ojos abiertos,
hacia el techo, como el piso estaba muy húmedo, la cara se le había
enlodado. Volviéndose hacía mí, Gary Prado dijo: “Mi capitán, hemos
acabado con las guerrillas en América Latina”, a lo que yo le contesté:
“Si no hemos acabado con ellas, por lo menos las hemos demorado por
largo tiempo”. Después ellos se retiraron en el helicóptero, y yo les
pedí a los soldados un balde con agua, me agaché, le lavé la cara,
quitándole todo el fango que tenía en ella, y con mi pañuelo, que
después perdí en el vuelo a Vallegrande, traté de cerrarle la quijada.

AMC: Entonces hay otro mito. Usted, según los
castristas el asesino del Che, es quien lo amortaja y no la maestra de
la escuela de Higuera, que ahora se ha convertido en centro de
peregrinación para los comunistas.

Rodríguez Mendigutia responde al entrevistador Méndez Castelló (Foto de Luis Felipe Rojas Rosabal)
Rodríguez Mendigutia responde al entrevistador Méndez Castelló (Foto de Luis Felipe Rojas Rosabal)

FIRM: La maestra sí lo visitó y habló con él poco
antes. Pero cuando él ya está muerto, quien le lavó la cara fui yo, de
ahí lo llevamos al helicóptero, pero ahí no había maestra ni nada.
Aunque si puedo decirte algo, con una muchacha me sucedió…

AMC: ¿Qué sucedió?

FIRM: Me encontraba hablando con el Che, cuando en
la habitación de al lado sonó un disparo y sentimos un cuerpo caer.
Habían matado a Aniceto. El Che movió la cabeza a ambos lados; yo no
dije nada, él tampoco, siguió hablando como si no hubiera pasado nada.
Pero llega un momento en que salgo, estoy fuera de la habitación cuando
llega esa muchacha con un radio de mano y me dice: “Capitán, ¿cuándo lo
van a matar?” Entonces digo: Señora, ¿por qué usted dice eso?
Contestándome ella: “Porque nosotros acabamos de verlo fotografiándose
con él, pero la radio está dando la noticia que murió de heridas en
combate”. Entonces supe que ya no había nada más que hacer.

AMC: ¿Qué hora era?

FIRM: Alrededor de las doce del día, hora de
Bolivia. Entré en la habitación, él estaba sentado, y parándomele
enfrente le digo: “Comandante, lo siento, yo he tratado, pero son
órdenes superiores”.

AMC: ¿Qué le contestó?

FIRM: Como te expliqué, quedó blanco, blanco como un
papel. Luego se compuso y me dijo: “Es mejor así, yo nunca debí caer
preso vivo”. Entonces le pregunté: ¿Quiere algo para su familia si puedo
hacerle llegar el mensaje? Y en una forma sarcástica me dice: “Bueno,
si puede, dígale a Fidel que pronto verá una revolución triunfante en
América Latina. Y si puedes, dile a mi señora que se case otra vez y que
trate de ser feliz”. Esas fueron sus últimas palabras. Vino, me dio la
mano, me dio un abrazo y al separarnos, se paró en atención, pensando
que yo era el que le iba a tirar. Salí de allí, todos los esfuerzos
realizados con el mando del Ejército boliviano para cumplir con las
indicaciones de mi gobierno no resultaron. Y a la una y diez o la una y
veinte de la tarde sonó una ráfaga corta, la de la carabina M-2 del
teniente Pérez con la que el sargento Terán lo ejecutó.

AMC: Con todo… en Cuba el régimen lo hace a usted responsable directo por la muerte del Che.

FIRM: Eso no es cierto. Hice todo lo posible por
salvarle la vida al Che Guevara. Y eso en La Habana los saben, el
ministro Arguedas se lo dijo cuando les entregó las manos del Che y las
fotocopias de su diario.

AMC: Casi todas las personas que de una u otra forma
tuvieron participación en la muerte del Che Guevara ya murieron,
presumiblemente ejecutadas, ¿cómo usted, amenazado de muerte y a quien
le han preparado varios atentados a lo largo de estos 47 años, ha
logrado sobrevivir para contar esta historia?

FIRM: Yo tengo suerte. Yo tengo una suerte extraordinaria.


(Alberto Méndez Castelló es un periodista independiente residente
en Cuba, colaborador de Cubanet, que se encuentra de visita en los
Estados Unidos por motivos familiares)


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