EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Democracia democrática
La inminencia electoral y la omnipresente propaganda alusiva, me hace darle vueltas a cuál podría ser la forma en que la democracia se manifieste, no solo en los discursos y spots de televisión, sino que la ciudadanía la sienta como propia, como un ente que vela por sus intereses y pone oído a sus preocupaciones y demandas.
Si la arrogancia y la testosterona no fueran tan abundantes dentro del gobierno (no nos engañemos, todas esas mujeres que aparecen en la candidatura son partiquinas; de hecho, la mayoría también lo es), una sincera mirada retrospectiva sería suficiente para coincidir con la necesidad de oxigenar o reinventar el Poder Popular.
Con ese miedo de perder el poder retenido tantos años, más de la mitad de los actuales y futuros diputados, ostentan alta responsabilidad en otras esferas del partido o el gobierno, o ambos, y en este afán de democracia a la criolla los proponen para representar lugares que ni conocen, con los que no mantienen siquiera vínculo laboral, para pasar la elección por abarcadora.
No se transmite por televisión el trabajo de las comisiones, pero en esos fugaces momentos en que se reúne la Asamblea Nacional, lo que puede verse es una coral, que más que reafirmación indica adocenamiento. Ese conglomerado unánime no debe tomar las decisiones que afectan la vida nacional, ese mundo feliz alejado de las contradicciones, pero sobre todo alejado del pueblo que tanto gustan de invocar.
Como soñar también es vivir por adelantado, sigo con interés la evolución de las redes sociales, y con algunas buenas ideas sacadas de Open Goverment, es evidente que una herramienta como Twitter es perfecta para el intercambio (sinergia suena bonito) entre los elegidos y sus electores. A pesar del tiempo que nos lo han escamoteado, Internet llegará para todos, y la interacción política vía 2.0 deberá estar presente.
En la dificultad del empeño está su aliciente. Sería muy bueno sacudirnos la desidia, y celebrar reuniones de barrio caldeadas por opiniones opuestas, donde el más capaz y no el más leal (al Partido) sea el propuesto, donde las votaciones sean divididas; que las candidaturas sean abiertas y un Don Nadie con un atractivo proyecto desbanque a un ministro; donde un estudiante proponga jubilar de acuerdo a las leyes laborales a nuestra octogenaria dirigencia histórica. Y todo sin que un vecino acuse a otro de mercenario o provocador, ¿Será posible hacer de Cuba una nación difícil de gobernar, sin volvernos ingobernables?