EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Escoliosis ministerial
Por Claudia Calero (Octavo Cerco)
Si yo en vez de tener un blog personal escribiera textos de ficción, con mi última visita a la Fiscalía Provincial haría uno en el que la protagonista terminara en el hospital víctima de horribles dolores de espalda. El médico le prohibiría terminantemente poner de nuevo los pies en un ministerio, pues su columna se quebraría al peso de la burocracia. La protagonista esgrimiría miles de necesidades pero el doctor sería tajante: Ni un ministerio más, ni siquiera por teléfono que aligera la carga.
Sin embargo no voy a escribir nada de ficción sino que voy a contar -omitiré el dolor de la cervical- mis últimas peripecias con la demanda por apartheid durante la “Novena Muestra de Jóvenes Realizadores”. Y como, además, no he ido a ver a ningún médico que me aconseje mandarlo todo al carajo sino a los excelentes abogados de la Asociación Jurídica Cubana quienes -por el contrario- me animan y me apoyan en todo, seguiré pasando algunas de mis antes hermosas mañanas en la Fiscalía Provincial, cita 25 y F, en el Vedado.
Según la ley, en la fiscalía tienen un plazo de sesenta días para darme respuesta y vencido ese período son ellos los que empiezan a incumplirla. Mi demanda tiene ya como ocho meses, así que cuando el viernes por la mañana llegué con el doctor Vallín a pedir una explicación, un corre-corre por las escaleras y una recepcionista con cara de haber visto al diablo me dieron a entender que mi caso no tenía ni remotamente seguimiento.
Sin embargo, tengo que hacerle honor a la verdad y reconocer que aparecerse con el Doctor Vallín en un bufete colectivo, una fiscalía o un tribunal, es el equivalente a pasearse por Hollywood de la mano de Brad Pitt. Y es que la Ministra de Justicia de nuestro país ha contratado dos abogados para que la defiendan del mío.
Es así que una hora después de estar sentados esperando, la fiscal que emitió este documento bajó las escaleras casi de espaldas –ya sé que parece complicado pero los límites humanos no han sido aún fijados- y de espaldas también anunció por teléfono a alguien, papel mío en mano, que ése era ciertamente su pie de firma pero que ella no se acordaba ni remotamente de haberlo firmado. Acto seguido le dijo adiós a la recepcionista y se fue.
Por su parte la pobre recepcionista -en vistas de tener la papa caliente en la mano, es decir, yo- me mandó a pasar con voz suplicante al cuartico de atención al público. Cuando vio que el Doctor Vallín se levantó conmigo echó un suspiro de resignación. Me dijo de la mejor manera que la fiscal del caso estaba de vacaciones, que en el archivo había una muchacha nueva que no sabía bien dónde estaban los documentos y que probablemente los del mitin de repudio del Chaplin eran militares –eso último no sé bien por qué lo dijo. Ante el hecho irrefutable del tiempo vencido, nos pidió paciencia y que regresáramos por allí el martes a las ocho y media.
El martes por la mañana nos reconocieron enseguida, a pesar de que mi caso no tiene respuesta todo el mundo está al tanto. Esta vez la espera fue de una hora y media más o menos. Cuando la secretaria me mandó a subir al primer piso dijo, literalmente:
- Sube solita.
- Prefería subir con él.
Cualquiera sabe que sin el abogado no se va ni a la esquina. Además, entre subir sin el Doctor Vallín y no subir, me quedo con la segunda. Allí nos atendió otra fiscal: mi fiscal sigue de vacaciones y, aunque mi caso SÍ tiene respuesta, lo que pasa es que ellos no la saben porque ella está de vacaciones. Así es la vida, aunque la ley no esté muy clara al respecto.
Antes de irme la secretaria me levantó un acta de reclamación. Me dieron un teléfono para que llame y pueda estar al tanto de lo que sucede con mi caso (hoy llamé pero no estaba la persona encargada de mí) y un papelito que equivale a sesenta días más de prórroga para responder.
Sin embargo no voy a escribir nada de ficción sino que voy a contar -omitiré el dolor de la cervical- mis últimas peripecias con la demanda por apartheid durante la “Novena Muestra de Jóvenes Realizadores”. Y como, además, no he ido a ver a ningún médico que me aconseje mandarlo todo al carajo sino a los excelentes abogados de la Asociación Jurídica Cubana quienes -por el contrario- me animan y me apoyan en todo, seguiré pasando algunas de mis antes hermosas mañanas en la Fiscalía Provincial, cita 25 y F, en el Vedado.
Según la ley, en la fiscalía tienen un plazo de sesenta días para darme respuesta y vencido ese período son ellos los que empiezan a incumplirla. Mi demanda tiene ya como ocho meses, así que cuando el viernes por la mañana llegué con el doctor Vallín a pedir una explicación, un corre-corre por las escaleras y una recepcionista con cara de haber visto al diablo me dieron a entender que mi caso no tenía ni remotamente seguimiento.
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Es así que una hora después de estar sentados esperando, la fiscal que emitió este documento bajó las escaleras casi de espaldas –ya sé que parece complicado pero los límites humanos no han sido aún fijados- y de espaldas también anunció por teléfono a alguien, papel mío en mano, que ése era ciertamente su pie de firma pero que ella no se acordaba ni remotamente de haberlo firmado. Acto seguido le dijo adiós a la recepcionista y se fue.
Por su parte la pobre recepcionista -en vistas de tener la papa caliente en la mano, es decir, yo- me mandó a pasar con voz suplicante al cuartico de atención al público. Cuando vio que el Doctor Vallín se levantó conmigo echó un suspiro de resignación. Me dijo de la mejor manera que la fiscal del caso estaba de vacaciones, que en el archivo había una muchacha nueva que no sabía bien dónde estaban los documentos y que probablemente los del mitin de repudio del Chaplin eran militares –eso último no sé bien por qué lo dijo. Ante el hecho irrefutable del tiempo vencido, nos pidió paciencia y que regresáramos por allí el martes a las ocho y media.
El martes por la mañana nos reconocieron enseguida, a pesar de que mi caso no tiene respuesta todo el mundo está al tanto. Esta vez la espera fue de una hora y media más o menos. Cuando la secretaria me mandó a subir al primer piso dijo, literalmente:
- Sube solita.
- Prefería subir con él.
Cualquiera sabe que sin el abogado no se va ni a la esquina. Además, entre subir sin el Doctor Vallín y no subir, me quedo con la segunda. Allí nos atendió otra fiscal: mi fiscal sigue de vacaciones y, aunque mi caso SÍ tiene respuesta, lo que pasa es que ellos no la saben porque ella está de vacaciones. Así es la vida, aunque la ley no esté muy clara al respecto.
Antes de irme la secretaria me levantó un acta de reclamación. Me dieron un teléfono para que llame y pueda estar al tanto de lo que sucede con mi caso (hoy llamé pero no estaba la persona encargada de mí) y un papelito que equivale a sesenta días más de prórroga para responder.