Marta, simplemente.
A Marta la dejaron presa en Holguín y cuando salió se fue a casa de su amiga y hermana Caridad Caballero Batista, allí tomé las fotos. Unos días después me contó de la golpiza: eran hombres, la maltrataron también algunas mujeres, pero los golpes contundentes se los dieron esos que dicen ser patriotas y cuidar la seguridad del estado cubano. Ya una vez los mayores Freddy Agüero Allén y Wilson Ramírez Pérez, encargados de la represión en Banes, la tierra del poeta Gastón Baquero y Antilla, el lugar por donde dicen que vieron a la Virgen de la Caridad del Cobre por vez primera, la habían maltratado junto a Caridad dentro de un auto con música a altísimos decibeles.
Si en alguna de las celdas de tortura u oficinas de interrogatorio me tropiezo con uno de estos dos varoncitos, les preguntaré de la aberración de la golpiza a las mujeres con cristales ambarinos y reggaetón de fondo.
Pero a pesar de los maltratos Marta intenta cruzar cada semana los dos kilómetros que separan su casa de la de Reina Tamayo Danger para acompañarla a la iglesia y al cementerio.
Entre el viejo cementerio de La Güira y el casco histórico del Banes republicano hay ahora una estela de sangre, un rastro de atropellos, gemidos de indefensos activistas prodemocráticos que un día asustarán a sus victimarios, pero será el susto de la verdad, como esta foto, como las palabras de Marta y muchos más, acusando y perdonando a la vez.
Serán muchas las voces intentando el país que un día se extravió, ¿en qué siglo? ¿en el XIX? ¿en el XX ó XXI? Quién sabe.