Tampoco podemos ignorar ciertas similitudes y diferencias entre los dos momentos de la dolarización. En los años 90 las autoridades se negaron a profundizar en las reformas económicas. Una vez que la economía dio algunos signos de recuperación, sobrevino una recentralización que a ratos adquiría visos guevaristas. Y ahora, el ministro de Economía, Alejandro Gil, se encargó de contener a los posibles reformistas al insistir en que el primer principio de la nueva estrategia gubernamental es el mantenimiento de la planificación centralizada.
Sin embargo, los contextos no son lo mismos. En los 90 se encontró una válvula de escape para atenuar el descontento popular mediante el episodio de los balseros. Un episodio, como se sabe, alentado y facilitado por los propios gobernantes. Pero ahora, al parecer, no se vislumbra ninguna válvula de escape que pueda mitigar el malestar que ya se percibe tras estas medidas segregacionistas.
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