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jueves, 3 de febrero de 2011

¿QUIEN MANTIENE A LA DICTADURA TOTALITARIA EN CUBA?. EL PCC Y SU APARATO REPRESIVO

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

El cinismo como ideología 

 

¿QUIEN MANTIENE A LA DICTADURA TOTALITARIA EN CUBA?. EL PCC Y SU APARATO REPRESIVO


Foto: Cafe Fuerte

Días atrás, el periódico Granma publicó en su primera página dos noticias: la censura por parte de Google de un canal de videos de Cubadebate por "infracción del copyright", y la nota siguiente: Miami: Retiran valla dedicada a los Cinco. Acto seguido, el periódico ahondaba: "Por 24 horas se respiró en Miami aires de tolerancia y libertad de expresión. Pero no por mucho más". Luego habló de una organización radicada en dicha ciudad, una minoría (y la palabra no la uso con sarcasmo, todo lo contrario), que ejercía "el derecho a la libertad de opinión" y pedía la liberación de los cinco espías que cumplen condena en Estados Unidos.

Los noticieros nacionales y el Granma, exaltados, daban la noticia. Y me pareció bien. Todos tenemos derecho a expresar nuestras opiniones desde el lugar en que estemos, donde queramos, y por el medio que se nos antoje, o al menos, al que tengamos acceso. Siempre seré un defensor de mi opinión y de la ajena, aunque no la comparta.

Entonces, seres pensantes al fin, es obligada la duda, por mucha autocensura que se nos haya impuesto: al menos en Miami se pudieron respirar durante 24 horas "aires de tolerancia y libertad de expresión". ¿Y en La Habana?

Subestimar a los dirigentes del gobierno cubano sería una insensatez; por momentos he tenido la certeza de que desconocen qué es la libertad de expresión y la tolerancia. Ahora, en cambio, resulta que la reclaman y que saben usar el derecho a ejercerla. Sin embargo, ¿cuándo tuvimos la oportunidad de publicar aquí un artículo en defensa de los 75 disidentes encarcelados en juicios sumarísimos en la primavera de 2003?

¿Dónde estaban quienes tenían acceso a los medios cuando las hijas y esposas de esos presos de conciencia fueron golpeadas por exigir la liberación de sus seres queridos?

¿Cuándo pudimos publicar una nota de condolencia sobre la muerte del preso de conciencia Orlando Zapata?

¿Por qué no se le permitió explicar a Guillermo Fariñas sus razones para mantener la huelga de hambre más allá de los embustes oficiales?

¿Dónde estaba la tolerancia que ahora se exige cuando en apenas unas horas fusilaron a los jóvenes que intentaron llegar a Miami secuestrando una lancha de transporte público, sin lastimar a los rehenes, que más bien parecían cómplices y así lo hicieron saber después, cuando declararon que era una vil injusticia haberles aplicado la pena máxima a los infractores?

¿Qué se les dijo a las madres de estos jóvenes cuando se acercaron a llevarle a sus hijos bolsas de aseo y fueron informadas de que esa noche los habían fusilado?

¿Cuándo se ha podido ni siquiera recordar en los aniversarios a las victimas del hundimiento del remolcador 13 de Marzo?

¿Quién paga esos muertos inocentes? ¿Y cuándo?

¿Quién podría, desde su impresora personal (pensar en la posibilidad de una valla sería demencial con el actual régimen en el poder), imprimir un cartel con los rostros de algunos de los tantos inocentes ajusticiados en medio siglo de dictadura?

¿Hasta cuándo usarán la prostitución de las palabras y no les significará lo mismo cuando son a favor o contrarias?

¿Cuándo permitirán debatir en ese sitio web oficial y conceptualmente erróneo llamado Cubadebate?
¿Cuándo hemos tenido no ya 24 horas, sino tan solo unos minutos de esa libertad de expresión de la que disfrutó Miami, o algunos que residen en esa ciudad?

En otro periódico oficial, Juventud Rebelde, un señor llamado Lázaro Fariñas, residente en Miami (desconozco la razón por la que se encuentra allí, sólo sé que abandonó el suelo cubano como tantos otros millones), denuncia en un artículo "la corrupción de algunos políticos floridanos", y, contradiciendo lo expuesto por la nota oficial del Partido Comunista de Cuba, se refiere a "la falta de tolerancia y libertad de expresión que existe en Miami".

Ante todo, quiero felicitar al Sr. Fariñas por esa libertad de poder denunciar la corrupción política y que acto seguido no tenga a la policía en la puerta de su casa apresándolo para conducirlo a las mazmorras de la Seguridad del Estado en Villa Marista, como enemigo peligroso que atenta contra el poder máximo; también porque su familia no sea asediada, perseguida por el simple hecho del lazo sanguíneo, y porque sin la menor justificación no se quede sin trabajo y sin la posibilidad de que sus hijos, nietos y sobrinos accedan a carreras universitarias.

Felicitarlo otra vez por tener la posibilidad de publicar en la prensa oficial cubana su punto de vista, algo que no hemos logrado muchos de los que sí nos quedamos en la Isla y que por necesidad hemos tenido que acudir a medios digitales y convertirnos en blogueros, asumiendo que nos marginen profesionalmente, recibamos golpizas, persecuciones, procesos jurídicos amañados y fraudulentos, y que en muchos casos han terminado en cárcel. (En estos momentos enfrento una petición fiscal de más de cincuenta años, el tribunal ha rechazado mis testigos y no acepta una prueba contundente: la grabación del supuesto "testigo" de la fiscalía donde, ante una cámara oculta, éste explica detalladamente cómo ha sido presionado para declarar y exhibe las dádivas recibidas en pago).

Señor Lázaro Fariñas, le aseguro que el día que usted no coincida con el punto de vista oficial del gobierno cubano, no sólo dejará de publicar en la prensa oficial, sino que quizá no pueda ni volver a pisar la patria. Si lo duda, inténtelo. Supongo que tendrá al menos una arista que no converja con la actitud oficial —piense en los niños del remolcador 13 de marzo, en los jóvenes fusilados—, alguna fibra habrá en usted que se conmueva. Entonces escriba, intente publicarlo, y descubrirá (me aferro a pensar que es ingenuo y romántico, no cínico), que las puertas no se abrirán para recibirlo.
Allí estaremos un grupo esperándolo, dispuestos a brindarle compañía solidaria.

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