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miércoles, 2 de febrero de 2011

Discurso de Mubarak tras la marcha del millón de hombres en El Cairo

Discurso de Mubarak tras la marcha del millón de hombres en El Cairo
2/02/2011 08:15:00 AM

Texto íntegro de la alocuión televisada en la que el presidente
egipcio anunció que no optaría a la reelección en las elecciones
presidenciales de septiembre.

Os hablo durante unos días críticos que están poniendo a prueba a
Egipto y a su pueblo y podrían arrastrarnos a lo desconocido. El país
atraviesa unos momentos difíciles y vive una dura experiencia que
comenzó cuando los nobles jóvenes y ciudadanos quisieron ejercer su
derecho a manifestarse y protestar de forma pacífica, expresando sus
preocupaciones y sus aspiraciones, pero enseguida cayeron en la trampa
de otros que pretendían extender el caos, la violencia y la
confrontación, y violar y atacar la legitimidad constitucional.
Las protestas dejaron de ser un fenómeno noble y civilizado de
práctica de la libertad de expresión para convertirse en unos choques
desafortunados, movilizados y controlados por fuerzas políticas que
querían agravar y empeorar la situación. Amenazaron la seguridad y la
estabilidad de la nación mediante actos provocadores, robos, saqueos,
incendios, bloqueos de carreteras y ataques contra instalaciones
vitales, propiedades públicas y privadas, y llegaron a irrumpir en
edificios diplomáticos.
Estamos viviendo, todos, unos días dolorosos, y lo más doloroso de
todo es el miedo que se ha apoderado de la gran mayoría de los
egipcios y ha causado preocupación y angustia por lo que pueda
depararles el futuro a ellos, sus familias y su país.
Los sucesos de los últimos días nos exigen, como pueblo y como
gobernantes, que escojamos entre el caos y la estabilidad, y que
creemos unas circunstancias nuevas y una nueva realidad egipcia en la
que nuestro pueblo y nuestras Fuerzas Armadas tendrán que trabajar con
prudencia y pensando en el interés de Egipto y sus ciudadanos.
Queridos hermanos y ciudadanos, he tomado la iniciativa de formar un
nuevo Gobierno con nuevas prioridades y nuevos deberes, que respondan
a las demandas de nuestros jóvenes y su misión. He confiado al
vicepresidente la tarea de mantener un diálogo con todas las fuerzas y
facciones políticas sobre todos los temas planteados, relacionados con
la reforma política y democrática, las enmiendas constitucionales y
legislativas necesarias para hacer realidad esas demandas legítimas y
restablecer la ley y el orden, pero algunas fuerzas políiticas se han
negado a ese diálogo y se aferran a sus propias agendas sin tener en
cuenta la delicada situación actual de Egipto y su pueblo.
En vista de este rechazo al diálogo, que es un llamamiento que sigue
abierto, dirijo hoy mis palabras al pueblo, musulmanes y cristianos,
viejos y jóvenes, campesinos y obreros, todos los hombres y mujeres
egipcios en el campo y en la ciudad, en todo el país.
Nunca he buscado el poder; la gente conoce las difíciles
circunstancias en la que asumí mi responsabilidad y lo que he ofrecido
a mi país tanto en la guerra como en la paz. Soy un hombre procedente
de las Fuerzas Armadas y no está en mi naturaleza traicionar la
confianza depositada en mí ni abandonar mis responsabilidades y
deberes.
Mi responsabilidad fundamental hoy es la seguridad y la independencia
de la nación, para garantizar un traspaso pacífico de poder en una
condiciones que protejan Egipto y a los egipcios y les permitan
entregar esa responsabilidad a quienes decidan escoger en las próximas
elecciones presidenciales.
Puedo decir, con toda sinceridad y al margen de la situación actual,
que no tenía intención de volver a presentarme para un nuevo mandato
presidencial. Ya he dedicado suficientes años de mi vida al servicio
de Egipto y mi pueblo.
Estoy totalmente decidido a terminar mi tarea y asegurar el traspaso
de su custodia y su bandera... protegiendo su legitimidad y respetando
la Constitución.
En los meses que me quedan me esforzaré en tomar las medidas
necesarias para garantizar el traspaso pacífico del poder.
De acuerdo con mis poderes constitucionales, pido al Parlamento que
debata en sus dos Cámaras la modificación de los artículos 76 y 77 de
la Constitución, relativa a las condiciones para ser candidato a la
Presidencia de la República y la duración del mandato presidencial.
Para que las dos Cámaras del Parlamento actual puedan debatir estas
enmiendas constitucionales y las modificaciones legislativas asociadas
a ellas, con las leyes complementarias que permitan la participación
de todas las fuerzas políticas en esas discusiones, pido al Parlamento
que se adhiera a los dictámenes y veredictos de los jueces sobre los
casos más recientes que han sido objeto de demandas legales.
Confío en que el nuevo Gobierno actúe de manera que garantice los
derechos legítimos del pueblo, que su actuación exprese sus
aspiraciones de reforma política, social y económica, con un esfuerzo
para crear oportunidades de empleo, facilitar la lucha contra la
pobreza y lograr que la justicia social sea una realidad.
En este contexto, encargo al aparato policial que cumpla con su deber
de servir al pueblo, proteger a los ciudadanos con honor e integridad
y con absoluto respeto a sus derechos, su libertad y su dignidad.
Exijo asimismo a las autoridades judiciales y supervisoras que tomen
de inmediato las medidas necesarias para seguir persiguiendo a los
delincuentes e investigar a quienes provocaron el caos de seguridad y
a quienes han cometido robos, saqueos, han causado incendios y han
aterrorizado a los ciudadanos.
Ésta es la promesa que hago al pueblo para mis últimos meses de mandato.
Pido a Dios que me ayude a cumplir esta promesa para culminar mi
dedicación a Egipto y a su pueblo de manera satisfactoria para Dios,
la nación y su pueblo.
Queridos ciudadanos, Egipto saldrá de esta situación más fuerte, más
seguro, más unido y más estable. Y nuestro pueblo saldrá más
consciente de cómo lograr la reconciliación y con más empeño en no
poner en peligro nuestro futuro y nuestro destino.
Quien hoy os habla, Hosni Mubarak, está orgulloso de los largos años
que ha dedicado a servir a Egipto y su pueblo. Esta amada nación es mi
país, es el país de todos los egipcios, he vivido en esta tierra y he
luchado por ella y la he defendido, su soberanía y sus intereses, y en
esta tierra pienso morir, y la historia me juzgará, como a otros, por
mis méritos y mis defectos.
La nación permanece. Los visitantes pasan, pero el Egipto antiguo es
eterno, y su bandera y su custodia pasan de una generación a otra. Nos
toca a nosotros garantizarlo con orgullo y dignidad.

--
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