EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
No es la ciberguerra, es el dinero, estúpido!
marzo 24, 2011
El castrismo ha caído tan bajo que ni siquiera sus defensores  pueden sacar la cara por semejante monstruosidad. En el reciente  capítulo de la Telenovela del Minint, llamado Ciberguerra, se les vio el  plumero a todos: Ninguno se cree nada de lo que aparentan defender. Y  no están defendiendo en absoluto ninguna postura revolucionaria, ni  comunista, ni siquiera fidelista, y mucho menos raulista, están  defendiendo su pedacito, el que les tocó por la libreta, el hueco o  huraco, para poder ejercer el pequeño poder que les dieron, comer un  poco mejor que los demás, vestirse para opacar a los que no tienen nada,  y cogerse el viajecito que les dieron por un cupón.
Lo que más le molesta, es evidente, es el dinero de los premios de  Yoani Sánchez. Ni siquiera les importa el contenido del blog de  Yoani Sánchez, porque a estas alturas no lo consideran dañino; ahora,  eso sí, lo del dinero es un trauma. Es lo mismo que pasó con la  operación Pitirre en el alambre por allá por  los años ochenta, que a Chacumbele I le dio un yeyo con cuatro  requetrepos porque los artesanos de la Plaza de la Catedral estaban  ganando sumas extraordinarias de dinero. Entonces, de un viaje, de un  sopapo, los desplumó a todos y los mandó a prender. ¡Fuera catarro!
En el tercer capítulo denominado Ciberguerra, los  mercenarios del régimen no pudieron hacer ni un sólo análisis serio  sobre ninguno de los blogs. Por el contrario, insisto, lo del dinero sí  es un problema para ellos, la guita los tiene verdes de envidia, malitos de acostarse, que diría Martirio.
Como es habitual ignoraron a los que más les molestan. A mí no me  mencionaron como mismo dejaron de mencionar hace tiempo a  Guillermo Cabrera Infante y a Reinaldo Arenas (en eso contribuyen  algunas publicaciones del exilio que bajo un falso tejado de  anticastristas hace rato que han construído un Emporio que ya quisiera  Armani). Tampoco mencionaron a otros escritores del exilio real, los que  hemos sido abiertamente contundentes en contra de los hermanos Castro  desde hace más de cuarenta, o de veinte años, en mi caso. Dejaron de  mencionarnos de un tajo, pero ahí está la obra, intacta. La  política entonces es la siguiente: No hablar de nosotros. Sin embargo,  contra ninguno de nosotros podrán, ahí está la vida y la obra que prueba  la verdad, la realidad: Existimos muy a pesar de ellos. Y cada vez  que se refieren a la vida cotidiana lo están haciendo a La Nada Cotidiana, a mí ni a ninguno de nosotros podrán borrarnos, ni de un lado ni de otro.
Tampoco mencionaron a Martha Beatriz Roque (tiene blog),  Oscar Elías Biscet (tiene blog), ni a Jorge Luis García  Pérez Antúnez (tiene blog), ni a Reina Luisa Tamayo Danger (tiene blog;  por cierto, en qué habrá quedado su visa y su viaje), ni mencionaron a  Darsi Ferrer, ni a Sonia Garro, ni a Iris Pérez Aguilera, ni a  Sara Martha Fonseca Quevedo, ni al periodista Iván García (tiene blog y  escribe casi a diario para El Mundo, España),  ni a Luis Cino, entre otros periodistas que cada día desde Cuba meten  pesca’o y medio en contra del castrismo. Sus actos, sus posiciones  políticas, han sido mucho más radicales y potentes que las de los  blogueros de Voces Cubanas. Pero los anteriores no  tienen la entrada de guano que preocupa y fulmina de envidia a los  castristas. Lo que constituye un misterio es por qué todavía pueden  reunirse, hacer una revista, publicar blogs y libros, cobrar grandes  sumas de dinero, sin que vayan a la cárcel o tengan que exiliarse como  nos sucedió a muchos de nosotros.
Cuando se ponen a dechavar de las Damas de Blanco, igual, lo mismo,  siempre le sacan que si son pagadas por el imperio, y la bobería y  mariconá del déjà vu, el mismo discursito envolvente de  hace más de medio siglo. Sin embargo, ellos no ven lo que se cae de la  mata, que a ellos les paga una dictadura, y a los que se prestan para  gritar y ofender frente a la casa de Laura Pollán les pagan peor que a  los negros esclavos en la época de la esclavitud; les dan, al doblar de  la esquina, una cajita con arroz con pollo viejo del que quedó de ayer  de los turistas y pan zocato, ah, y un buche de ron o guafarina, o  cerveza e’ pipa, y va que chifla. Eso es lo que hay, eso es lo que trajo  el barco.
Pero les aseguro, señores y señoras, que esa gente se ve a la legua  que ya no se creen ni en lo que ellos mismos intentan inventar para  poder sobrevivir, y si el pensamiento pudiera detectarse con  banda sonora estaríamos todos matados (no muertos, matados) de la risa,  oyendo al mamerto Ubieta decir: “Manda tranca, otra vez tengo que  defender esta mierda, cuando yo lo que estoy es loco con acabar de  montarme en el avión de Iberia y meterme unas buenas lentejas con  chorizo, o una chuleta de lechal”. Como la que me comí yo hoy, así de  requetegorda. Y estoy segura que sieste señor pudiera ganarse medio  centavo de un premio, los pies no se le van a ver en cincuenta años luz…  “Si quiere correr veloz, compre tennis Tortoló”. Y la Elaine, que por  cierto no retrata mal, está desespera’íta porque la descubran, ya sea el  Príncipe Klaus o Maricusa Alambrito, con tal de ganarse unos fulas y de  poner pies en polvorosa hacia la Yuma, bien lejos de los  cagastrolitrosos…
Se les nota el desasosiego en las miradas, en las turbias pupilas, se  ve a las claras que se despepitan por ganar dinero, por comer y vivir  bien, por viajar, por ser como nosotros, seres normales. Pero no se  atreven, ¿saben por qué? El que haya visto Portero de medianoche (1979) de Liliana Cavani lo entenderá. Lo más peligroso de bailar para las dictaduras es la adicción enfermiza que crea.
Zoé Valdés.
 
 
 
 
 Entradas
Entradas
 
 
