Por Carlos BATISTA (AFP) –
LA HABANA — La lentitud y la falta de "resultados significativos" amenazan a las reformas del presidente cubano Raúl Castro, a pesar de su firme voluntad de cambiar el modelo económico cubano, sostienen economistas en un nuevo libro.
"La extrema gradualidad y ausencia de resultados significativos, le añaden más incertidumbre a una reforma que es impulsada por una generación de políticos que no han logrado facilitar una transición del poder a las generaciones más jóvenes, ni (...) consolidar instituciones que garanticen la continuidad del proceso de cambios", dicen los economistas José Antonio Alonso (español) y Pavel Vidal (cubano).
"Sí parece firme la voluntad de reforma" de Raúl Castro y de los dirigentes que le rodean, agregan los economistas en la introducción del libro ¿Quo vadis, Cuba", recién publicado en España (Editorial Catarata), que recoge trabajos de 15 economistas cubanos y españoles.
La revista católica Espacio Laical publicó este miércoles la introducción del libro en su sitio web (www.espaciolaical.org), coincidiendo con el séptimo aniversario de la llegada al poder de Raúl Castro, a quien su hermano Fidel Castro le delegó el mando por una grave crisis de salud.
Raúl Castro puso en marcha un proceso de "actualización" paulatina del agotado modelo económico de la isla, que ha ampliado el trabajo privado y cooperativo, y buscado eficiencia en las empresas estatales. También ha autorizado la compraventa de casas y autos, prohibida durante décadas.
Estas reformas fueron avaladas por el VI Congreso del Partido Comunista (único) en abril de 2011, aunque los analistas dicen que son resistidas por un "sector inmovilista" de burócratas.
"Los procesos graduales de reforma suelen ser más exitosos y generar menos costes sociales, al facilitar a los agentes un proceso más secuencial de adaptación a los cambios. En el caso de Cuba esta opción por la excesiva gradualidad puede tener también sus riesgos", advierten Alonso y Vidal.
La Iglesia Católica e intelectuales han criticado la lentitud de las reformas, pero Raúl Castro declaró ante el Parlamento en febrero que el proceso continuará "sin prisa, pero sin pausa, con los pies y los oídos bien pegados a la tierra, sin terapias de choque contra el pueblo".
Alonso y Vidal sostienen que las medidas aplicadas son "el extremo opuesto a la terapia de choque, (pues) se tratan de dosificar los cambios y de graduar las novedades", pero su lentitud choca con la edad de los altos dirigentes, muchos de los cuales bordean los 80 años. Rául tiene 82 años, cinco menos que Fidel.
Los dos economistas dijeron que "el silencio confirmatorio de Fidel Castro constituye una fuente de legitimidad" de los cambios, que enfrentan sin embargo otro riesgo, su efectividad, pues el crecimiento --en particular en la agricultura-- no ha sido el esperado.
"Es necesario simultanear cambios en diversos órdenes para lograr que las reformas sean efectivas", pues "será frágil el desarrollo de la microempresa si no se realizan modificaciones en el sistema financiero para permitirles el acceso al crédito", indican.
Los economistas apuestan porque Raúl no revertirá el proceso, a diferencia de lo que hizo Fidel en los años 90 con sus primeras reformas económicas.
"Nunca como hasta ahora se ha sometido el pasado reciente del modelo económico cubano a una crítica tan franca y descarnada por parte de las autoridades"; "Raúl parece más consciente de la necesidad de introducir cambios en las formas de gestión de la economía cubana, si se quiere preservar algo de lo conseguido por la revolución", dicen.
Advierten que la tarea por delante "no es sencilla".
"El proceso requerirá de imaginación y voluntad de cambio para buscar respuestas específicas a una realidad económica y social que es notablemente peculiar. No caben, por tanto, ni el recurso a las fórmulas preconcebidas, ni el trasplante mimético de experiencias", concluyen.
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