CARTA ABIERTA A EUSEBIO LEAL.
Alberto Figueroa Travieso.
A: Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana.
El pasado viernes 19 de Noviembre de 2010, estaba prevista la inauguración del proyecto de exposición "Hecho a Mano" en la casa museo Carmen Montilla de La Habana Vieja. Hace dos años, el éxito de "Por Cuenta Propia", otro proyecto de exposición realizado por mí en este centro cultural, dejó establecida una sólida y transparente relación de trabajo con la institución. Tanto la primera propuesta, como esta segunda, estuvieron relacionadas con la realidad social que vive a diario nuestro país; construida a través del lenguaje de las artes plásticas, en este caso la pintura.
Infelizmente, cuando el montaje de esta última muestra ya estaba prácticamente concluido, el historiador de la ciudad Eusebio Leal, a través de la directora de la Carmen Montilla, hizo llegar la decisión de que no podía incluir una obra en la que aparecen las banderas de Cuba y los Estados Unidos de Norteamérica, condicionando la inauguración a la exclusión de la pieza. MI decisión fue no inaugurar. El proyecto concebido, se realizó atendiendo al concepto integral del mismo, reuniendo diversos tópicos, entre ellos la necesidad de reflexión sobre los orígenes de nuestra ideología; ejemplos lo constituyen las obras "En Caso de peligro rompa el Vidrio" o los instrumentos de trabajo petrificados, bajo el nombre de "Fósiles". No se trata de hacer un análisis técnico-conceptual, ni son estas palabras un artículo de crítica especializada, se trata de impugnar la actitud prepotente y unipolar que usted asumió al imponer su decretado poder sobre las instituciones de la Habana Vieja; no tuvo usted la delicadeza ni la ética de acercarse al autor de la obra para establecer un diálogo, pienso que necesario, antes de condicionar la exposición a la exclusión de una de sus piezas.
No soy yo de cartas abiertas ni anónimos calumniosos; acostumbro a poner sobre la mesa de la intransigencia y el extremismo mis reclamos, a pesar de las posteriores y oscuras represalias, solo que usted vetó la posibilidad del diálogo.
"Made In América", como se titula la obra en cuestión, un lápiz de dos puntas diseñado con las banderas de ambos países, evoca la necesidad de entendimiento horizontal entre dos naciones históricamente antagónicas, dos polaridades que en última instancia forman parte de un mismo continente. Contradicciones extremas ineludibles y reflejadas a partir de esta propuesta. No quiero caer en la trampa semiótica de "explicar" la obra de arte, disímiles pueden ser las lecturas, eso es cierto; considérese desde el color, hasta el lugar al que ha sido destinada, dimensión, título, nivel intelectual del receptor, entre muchos otros aspectos semióticos, psicológicos…imposibles de tener integralmente en cuenta a la hora de concebir una propuesta estética.
Si la creación estuviera regida por el miedo a qué pueden pensar los políticos sobre el arte o cuáles pudieran ser sus reacciones, otra sería su función histórica y social. No se realiza arte subordinándose a la política. El arte puede contener mucho de política, estar estrechamente ligado a los fenómenos económicos, emanar y relacionarse con todos estos pilares sociales, pero arte al fin tiene sus funciones y leyes específicas.
Los museos cubanos, especialmente el nacional, cuentan en su colección permanente con diversas obras donde son empleados los símbolos patrios, lo mismo ocurre en las diferentes ediciones de las bienales de La Habana. Me pregunto si este fenómeno se da por conveniencia política ¿Es una actitud cínica en relación a la creación artística? Me inclino a pensar que es resultado de la evolución y el desarrollo real del pensamiento cubano del siglo pasado, producto de la formación académica y del nivel cultural real alcanzado a partir de 1959.
Los artistas cubanos, la inmensa mayoría, no somos herederos de una clase media, hemos sido formados en las escuelas de arte fundadas a partir del triunfo de la revolución; nos enseñaron a pensar, nos enseñaron qué es la libertad de expresión, nos enseñaron a cuestionar y reflexionar conscientemente sobre todos aquellos problemas que nos rodean, con la valentía y la resolución que ello implica.
Cuando hemos estado trabajando en el exterior del país, ante intentos de manipulaciones sirviéndose de nuestra obra, hemos sabido, sin censores ni políticos, dar una respuesta clara acorde con nuestros principios, los cuales están por encima de los intereses de cualquier funcionario o historiador, esas son las acciones que no se trasmiten en la televisión y que constituyen el sustento ideológico de nuestra nación. Un país sobrevive por el sacrificio y la convicción de sus hijos, no por decretos ni decisiones unipersonales.
No faltarán las banderas y los temas sociales en nuestra plástica, no faltaran los temas que remuevan el pensamiento burocrático ni los ruidos visuales subvirtiendo ideas, aunque La Habana Vieja, constituya el parqueo estético de almendrones edulcorados y negras fumadoras de tabaco cubano, imagen "sana" que han de llevarse los extranjeros que visiten nuestro país.
Sabemos y reconocemos, admiramos y respetamos su labor como político e historiador, restaurador perenne de nuestra Habana Vieja y conscientes estamos de que no es usted de la estirpe de los que cercenaron las manos de Víctor Jara, sabemos además que es usted un soñador, un hombre que ama la vida y la obra indiscutible que ha realizado, pero evocando a Lenon, no es usted el único, y toda obra merece el respeto que entraña ese proceso agónico y doloroso que es la creación.
25 de Noviembre de 2010.