A diferencia de la serie Zoológico, que tanta polémica causó, la novela en curso no muestra a los adolescentes al filo de la criminalidad; marcados por una familia disfuncional o un entorno marginal; acomplejados por la pobreza de sus padres trabajadores, o escabulléndose de la escuela para ir a conectarse en la zona wifi más próxima. No se habla del racismo, la homosexualidad, ni la emigración.
Los ancianos son venerados, respetados y cuidados por parientes amorosos, en un ambiente de confort —decorado con lienzos, esculturas, plantas, lámparas— que nada tiene que ver con tantas familias hacinadas en un cuarto de solar, durmiendo sobre colchonetas con un solo ventilador para todos, cocinando con dos hornillas y gas de bala, lidiando con varios niños en edad escolar y viejitos enfermos.
Es indignante que la experiencia vital de los cubanos sea manipulada para ofrecer una visión falsa y homogénea de lo que hoy somos, culminando en un producto que no funciona como entretenimiento, ni resulta edificante desde el punto de vista moral. El guion es tan groseramente panfletario que ni siquiera los actores más experimentados lograron una actuación convincente.
En tiempos de amar prueba que la política cultural marcha en sentido contrario de lo que acontece en el seno de la sociedad. Es más importante inventar personajes "políticamente correctos" que observar cómo viven los cubanos para transmitir esas experiencias de una forma creativa y honesta. Como dijera Rufo Caballero, "es fácil ser mediocre". O bien el ICRT no tiene un equipo de realización que valga la pena para esta clase de productos, o dan por sentado que los cubanos son imbéciles.
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