Que grises y predecibles en sus acciones son los regímenes dictatoriales. Saltemos a Asia, a la dinastía de los Kim. La muerte apresurada del "Querido Líder" o "Gran Dirigente" o "Líder Supremo" Kim Jong Il, en diciembre de 2011, colocó de golpe en el poder a su vástago Kim Jong Un, un joven de escasos 30 años de edad, educado en Suiza y desprovisto de experiencia y fogeo político y militar. La forzada sucesión generó temores ante posibles pugnas de los núcleos duros del sector militar arraigados en las estructuras del poder que, como es lógico suponer, pudieran optar por desconocer la autoridad del nuevo emperador, y hasta aprovechar la coyuntura para dar un zarpazo y redifinir el régimen en función de crear su propia dinastía, por supuesto, con un apellido diferente. La estrategia de consolidación del novicio mandamás fue sencilla, reforzó la beligerencia con el exterior, e incrementó las provocaciones y desafíos dirigidas principalmente contra Corea del Sur y EEUU. En poco tiempo se enrroló en el lanzamiento de misiles de largo alcance y la realización de pruebas nucleares. Y toda esa actitud sumamente peligrosa y desafiante con un doble propósito: mostrarse rudo en la arena internacional para sacar provecho mediante el chantaje por la condición de su país de potencia nuclear, que busca problemas y luego exige que le regalen comida y le brinden ventajas económicas para bajar las tensiones, y por otro lado mandar el mensaje hacia el interior de las estructuras de su régimen de que aunque es un aparecido e inexperto joven está en control de las riendas del poder, exhibir puño firme y temple para imponer obediencia y sumisión. ¿Pero qué hay con ese esquema básico y rudimentario de comportamiento? Simplemente que se ha tornado anacrónico y aberrante en las actuales circunstancias evolutivas de la política global. Corea del Norte sigue enfrazcada en un costoso y amenazante programa nuclear, pero económicamente no se autofinancia, es dependiente del subsidio chino. O sea, la dinastía Kim resulta ser uno de los satélites del área de influencia de China, que es la potencia hegemónica regional y su benefactor directo. En épocas de la Guerra Fría el comportamiento belicoso y provocativo de los norcoreanos le convenía a los chinos para presionar a Occidente y garantizarse réditos politicos en la arena internacional. En la actual época globalizada, desaparecida la lucha frontal entre los dos polos (Occidental encabezado por EEUU y el Socialista por la URSS), donde hoy China es otro actor influyente en el comercio y la economía mundial junto a las naciones occidentales, las tensiones y peligrosos conflictos generados por Corea del Norte, que traen inestabilidad en la región asiática y empujan al desarrollo de la carrera armamentista de países como Japón o Corea del Sur y justifican la presencia en esa zona del poderoso poderío militar norteamericano, resulta perjudicial precisamente para los intereses económicos y geopolíticos de China. Esta concreta situación es la que explica el por qué de la noche a la mañana, sin previo aviso ni lógica aparente, la conflictiva Corea del Norte, que primero desató en los últimos meses una escalada guerrerista en las tensiones con su vecino del Sur, cerró todo tipo de contacto entre ambas naciones incluido el complejo industrial Kaesong, alojado en su territorio pero financiado prácticamente por los coreanos del Sur y donde laboran alrededor de 50 mil norcoreanos y que permite el ingreso de millones de dólares a la disnatía, y no solo le declaró la guerra y abandonó unilateralmente el armisticio que tienen firmado las dos Coreas desde 1953, sino que amenzó también a EEUU con ataques nucleares sorpresivos, ahora sale con una repentina invitación al diálogo dirigida a sus pares surcoreanos, para restablecer contactos, reabrir el complejo industrial, instalar conversaciones de paz y hasta con pretensiones de sentarse nuevamente en las rondas de negocianes a seís bandas, donde participan otros países facilitadores de la paz y la reunificación coreana. ¿Qué hay detrás de este radical cambio de actitud? El halón de orejas de Beijing a Pyongyang exigiéndoles compostura y adecentamiento y, claro, siempre bajo la presión de que si no entra en caja le retiran el cheque de la manutención. Un caso que se nos hace más cercano geográficamente y que guarda similitudes con la postura del régimen coreano es la postura del chavismo al frente del poder en Venezuela. Después de atizar las tensiones con EEUU, ahora gira en sentido contrario y le hace guiños de todo tipo a su enemigo ideológico en busca de negociaciones bilaterales. La razón de esa nueva proyección radica en las marcadas tensiones políticas que divide hoy en dos bandos a la nación bolivariana, el franco colapso de la economía y el peligro de desplome que amenaza al gobierno recién estrenado de Nicolás Maduro. O sea, la motivación no es por conciencia o buena voluntad, sino por necesidad para la sobrevivencia. No existe bondad en las acciones de los regímenes dictatoriales, sus movimientos siempre responden a otras razones para nada altruistas. La buena noticia es que cada día se tornan más aberrantes e infuncionales en los tiempos modernos que vive la Humanidad. Son como fósiles detenidos en el tiempo, e igual a los dinosaurios, el paso indetenible de la evolución los hará desaparecer. Los Castro también son de esas especies en extinción.
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