Jueves 19 de Enero de 2012 15:15:34 | Lo confesó un ex funcionario, avergonzado por lo burdo del sistema y lo fácil que fue para los rusos descubrir el ardid.
En lo que parece sacado de un guión de película de espías y agentes secretos, Reino Unido reconoció que intentó espiar a Rusia en el 2006 a través de un dispositivo oculto en una gran piedra falsa colocada en un parque de Moscú.

La información la dio a conocer en la cadena británica BBC Jonathan Powell, antiguo jefe de Gabinete del primer ministro Tony Blair (1997-2007). El ex funcionario dijo que "lo de la piedra fue de vergüenza". "Nos descubrieron totalmente. Claramente lo sabían desde hacía tiempo, pero se lo guardaban para usarlo con fines políticos", admitió.
En ese momento, el Gobierno del presidente Vladimir Putin, difundió en enero de ese año por la televisión nacional una filmación aparentemente hecha por cámaras ocultas en las que se veía a un hombre reducir el paso al lado de la piedra y a otro recogiéndola, para después volverla a depositar en la tierra.
Blair, en ese entonces primer ministro, se negó a comentar la cuestión y el gobierno británico nunca confirmó las afirmaciones rusas citando su política de no discutir cuestiones de inteligencia.
Sin embargo Powell dijo en un documental difundido el jueves que espías británicos habían sido sorprendidos "con las manos en la masa". "No hay mucho que se pueda decir. Uno no puede limitarse a decir 'Lo siento mucho y no volverá a suceder'", se avergonzó.
Según la BBC, el Gobierno ruso difundió la información justo antes de introducir una polémica ley para restringir la financiación de las organizaciones no gubernamentales, con el pretexto de que los espías británicos pagaban a grupos de derechos humanos.
Tras este suceso, las relaciones entre el Reino Unido y Rusia se tensaron aún más, sobre todo a raíz de la muerte en Londres del ex espía ruso Alexandre Litvinenko en noviembre de ese año, supuestamente envenenado por agentes secretos rusos con material radiactivo.
Desde Rusia, afirmaron que los funcionarios británicos y sus contactos rusos habían usado computadoras de bolsillo para cargar y descargar informaciones ocultas en la roca a medida que pasaban junto a ella, un proceso que funcionaba a una distancia de hasta 20 metros (65 pies) y solo requería de uno a dos segundos.
El entonces presidente ruso, Vladimir Putin, decidió no expulsar a los diplomáticos británicos involucrados –lo usual cuando son descubiertos-, aduciendo que Gran Bretaña solamente enviaría a agentes más capaces para reemplazarlos.
Rusia aprovechó el episodio para justificar nuevas restricciones a las organizaciones no gubernamentales y acusó a Gran Bretaña de ofrecer fondos a organizaciones de derechos humanos en un esfuerzo por provocar descontento.
La falta de colaboración de Rusia en la investigación llevó a la ruptura de las relaciones diplomáticas, hasta que en septiembre del año pasado el primer ministro británico, el conservador David Cameron, viajó a Moscú para relanzar la relación.
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