Última actualización Tuesday, 11 October 2011 09:11
Publicado Tuesday, 11 October 2011 05:37
Por CALEB VEGA*
- La chapucería, el descontrol y la falta de previsión en la ganadería
cubana están a la orden del día desde hace mucho tiempo. El diario
Granma se ha dado cuenta ahora. Pero si los problemas fueran solamente
en el sector ganadero, la situación no fuera tan grave.
La crisis corroe todas y cada una de las esferas de la producción
agropecuaria en Cuba.

Ganado en las praderas de Camagüey.
La pasada semana un reportaje en el periódico oficialista sonó la
alarma sobre la debacle ganadera a partir de la pobre campaña lechera
que se desarrolla actualmente en Camagüey. Pero en realidad habría
que hacerse otras preguntas sobre este tema. ¿Por qué los reporteros
de Granma no se llenaron de valor y recorrieron una por una todas las
instalaciones vacunas, indagaron, hablaron con sus trabajadores, los
visitaron en sus casas o en sus puestos de trabajo a la hora del
ordeño? ¿Por qué el reportaje no se fue un poco más allá para conocer
cómo comen, en qué cama duermen, cómo son sus casas, cómo resuelven
los zapatos de sus hijos y sus esposas, cuáles son las herramientas y
útiles que tienen para realizar su labor?
Pongamos el ejemplo del municipio Sibanicú, en la provincia
camagüeyana, con una población actual de alrededor de 33,000
habitantes. Antes del 1959 la población rondaba las 15,000 personas.
Sus principales fuente de empleo son la ganadería y la industria
azucarera, antes y después del triunfo de la revolución castrista. En
este momento ambas industrias acumulan una crisis que las ha
convertido de flamantes empresas en ruinas y desacierto.
Poco después de fundada la villa de Santa María del Puerto del
Príncipe, hoy Camagüey, comenzaron a desarrollarse en esa zona la
ganadería y la industria azucarera. Las praderas y aéreas cultivables
reverdecían con el pasto seleccionado para la, cría, ceba y producción
de leche. Con ellas se fueron incrementado las instalaciones para la
cría de ganado, que con su originalidad y colorido resaltaba la
belleza de nuestros campos.
Hoy, después de 50 años de desvastación económica, solo reverdecen en
nuestros campos el marabú y otras plantas leñosas indeseables que año
tras año le roban espacios a los pastos y abastos de agua. Por lo que
mueren anualmente miles de animales de hambre y sed, como si se
tratara de una cría en pleno desierto.
Una historia olvidada
Con la ayuda del Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO)
se desarrolló en Cuba un fuerte proceso inversionista en la rama
pecuaria, con vista a incrementar sustancialmente la producción de
leche. Se abrieron numerosos frentes constructivos en municipios de la
provincia de Camagüey, el de mayor peso en Sibanicú, donde yo me
desempeñaba en aquel entonces como administrador de la sucursal
eléctrica del municipio.
Para que se tenga una idea de la magnitud de ese proceso
inversionista, diré que como empresa construimos más de 100 kilómetros
de redes eléctricas para llevar la electricidad a más de 100
instalaciones vacunas: bombeo de agua para acueducto, electrificación
de varias comunidades como El Oriente Rebelde, Villa Feliz (antes
Villa Miseria), La Potencia, El Junquito, El Zanjón, y otras más. Solo
en el municipio Sibanicú, porque el proyecto abarcaba tres municipios
en la provincia de Camagüey y otro en la Tunas.
Por la envergadura de estas obras y los altos rendimientos lecheros
que se esperaban se le llamo la Cuenca Lechera. Eran cientos de
unidades vacunas acompañadas de vías de acceso, comunidades, una
fábrica de queso, laboratorios veterinarios, en fin, todo un complejo
de instalaciones que le darían vida al proyecto.
Para garantizar este enorme proceso de construcción se le designó como
"obra de choque", bajo la orientación y supervisión de Fidel Castro.
Los ministros y altos funcionarios de ministerios cuyas empresas
estaban envuelta de una forma u otra en el proyecto viajaban todas las
semanas al lugar para darle continuidad y chequear las obras sobre la
marcha. Los visitantes hacían primeramente un recorrido por las áreas
en construcción y luego se dirigían a un salón de reuniones con la
presencia de los secretarios del Partido Comunista (PCC) de la
provincia y del municipio, así como de los constructores.
Y entonces llegó el Comandante
El Comandante le había puesto como fecha de cumplimiento a esta
colosal obra el 26 de julio de 1987. La inauguración se produjo con la
participación de Castro. El día 25 de julio de 1987 el propio Castro
realizó un recorrido por gran parte de las instalaciones; yo estaba
presente en la fábrica de queso cuando él llegó allí.
Cabe decir que antes del triunfo de la revolución las tierras
destinadas a la Cuenca Lechera fueron propiedades de colonos cubanos.
En ellas se desarrolló una fructífera cría de ganado vacuno, tanto
para la producción de leche como para la de carne. Las áreas de pasto
estaban perfectamente cuidadas y protegidas de plantas dañinas como el
marabú. Se seleccionaba la raza de ganado de manera muy exigente,
según el interés comercial.

Una finca camagüeyana.
Con el tiempo, las hermosas instalaciones que adornaban nuestros
campos fueron desmanteladas y canibalizadas. La cultura ganadera se
fue perdiendo. Las razas finas que protegían celosamente los ganaderos
cubanos se fueron mezclando. Hoy pocas instalaciones vacunas conservan
la raza, mezclándose indiscriminadamente unas con otras. A la vez, el
gobierno fue creando otras razas con el cruce y recruce de ganado,
buscando una que diera más producción de leche, pero que resultó poco
resistente al trato en las distintas instalaciones pecuarias.
Entonces empezaron los delirios de la Cuenca Lechera. Todas las
empresas constructoras tenían técnicas nuevas, desde el transporte
hasta la maquinaria. Los objetos de obra eran las instalaciones
vacunas -alrededor de 100- y la ampliación de la comunidad "Patricio
Lumumba", con varias edificaciones de cinco pisos. La construcción de
edificios en la comunidad El Oriente Rebelde se realizó también con la
misma tecnología. Se comenzó la construcción de dos fabricas de
sacharina en ingenios azucareros de la zona. Pero ninguna se terminó a
pesar de haberse adelantado la construcción civil a un enorme costo.
La sacharina producida se utilizaría para el alimento del ganado.
También con el objetivo de fabricar alimento para el ganado se
construyeron los llamados platos de Jicabú, que funcionaron solo por
unos meses, pues el producto final no se correspondió con los cálculos
hechos para obtener alimentos con alto valor proteico a partir del
bagazo de la caña de azúcar. Se suponía que este producto alcanzaría
un alto nivel proteico mezclándolo con sal urea y miel de pulga, cosa
esta que no resultó a la hora de ponerlo en práctica. Los valores
nutricionales eran pobres y la idea desapareció tan pronto surgió.
De estos platos de Jicabú todavía quedan algunos vestigios, como
placas de asfalto en medio de un potrero. Para la fabricación de
edificios, vaquerías puentes, carreteras, terraplenes, líneas de alto
voltaje y subestaciones eléctricas, se construyó una fábrica de
estructuras de cemento con tecnología soviética para levantar los
paneles y las columnas.
Se construyó además una fábrica con capacidad de procesar diariamente
más de 100 mil litros de leche y producir 19 variedades de queso,
yogur y mantequilla, en lo que sería todo un gigante de los productos
lácteos en el país. Esta industria nunca llegó a procesar ni siquiera
la mitad de la capacidad para la que fue instalada.
En carretera, se empezó a construir el cuarto quinto y sexto anillos,
además de alrededor de 100 kilómetros de terraplenes que daban acceso
a las instalaciones vacunas.
Para esta monumental obra se utilizaron tecnología y mano de obra de
empresas constructoras de todo el país. Se inauguraron los poblados de
Oriente Rebelde y Villa Feliz, y la mayor parte de las instalaciones
vacunas, con sus potreros para pastos y locales para ordeño mecánico,
aunque muchas de ellas nunca llegaron a acoger ganado en sus áreas.
Continua en Parte II
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