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Notas de un pasaje libertario
 El sol ardía como nunca sobre el Oriente de Cuba, era septiembre 10  cuando nos internamos en las lomas de Baracoa, debimos escondernos dos  días para no hacernos notar. La Marcha Nacional por la Libertad de Cuba  “Boitel-Zapata” el día 13 de este mes contó con la presencia de 36  activistas de derechos humanos de la Alianza Democrática Oriental, la  representación del frente Nacional de resistencia cívica OZT me invitó  para cubrir las incidencias.
Desde Playa Duaba, donde Maceo y Flor Crombet desembarcaron en 1895  salió la comitiva oriental para dar inicio a la marcha. Las palabras  iniciales de Rolando Rodríguez Lovaina fueron para esclarecer el  procedimiento de esta acción cívica. No deberíamos responder a las  ofensas de los civiles ni los paramilitares, ni a los golpes de siempre;  no nos resistiríamos al arresto ni mostraríamos consignas escritas u  orales, vestiríamos de blanco (los que pudieran). Nos mostraríamos lo  más pacíficos posibles, como hicimos al fin.
Cuando nos faltaban apenas veinte metros para llegar al cordón policial  entonamos las notas del Himno nacional y nos entregamos a nuestros  captores. Eso fue todo, un saldo de treinta y seis detenidos, entre los  trece que participamos y los que fueron apresados antes de llegar al  lugar acordado.
La detención
A Eliécer Palma, José Triguero Mulet y a mí nos llevaron en un jeep de  la Guardia Operativa hacia Moa. En esa unidad policial estuvimos nueve  horas sentados en un muro de cemento a la espera de una supuesta  decisión del G2 en Holguín sobre nuestro destino para finalmente  enviarnos a las celdas inmundas de ese centro de horror.
Cuando esperábamos ser recluidos allí se presentaron los activistas  Annie Carrión Romero, Milagros Leyva Ramírez y Lewis Fajardo a  interesarse por nosotros y fueron detenidos también, al pasar una hora  los enviaron hacia Mayarí, las mujeres y él a Cueto.
La comida fue más de lo mismo: un picadillo ácido y maloliente, un agua  transparente con algunos fideos flotando, arroz con piedras y basurillas  y un trozo de vianda.
Entre los detenidos que me acompañaron en la celda había dos jóvenes  acusados de matar y vender una res, los de la celda contigua a la mía  penaban por haber sido sorprendidos en el juego ilegal de la lotería  criolla, llamada ‘La bolita’ y supe de otros que habían sido revocados  de su libertad condicional ¡por no trabajar!, debían multas que no han  podido pagar o compraron algún articulo de dudosa procedencia.
El jefe de unidad, el Mayor Claudio Zaldívar Matos, un matón reconocido  en Moa por su agresividad, tanto con los detenidos como con la propia  guarnición, hizo un alarde de guapería para que me bajara de la litera y  me incorporara a la fila de presos que se alistaron para la inspección  matutina del día 13, la intervención de otro policía impidió que me  golpearan como había prometido, aún así intercambiamos varias  impugnaciones, él por no importarle que yo fuera un opositor pacífico,  yo por saber asegurarle que son unos violadores y no cumplo órdenes de  nadie, menos de militares.
Del tal Mayor Claudio Zaldívar supe que tiene a un hombre paralítico por  un supuesto accidente en las inmediaciones del municipio Sagua de  Tánamo.
Al filo de las 2:00pm nos liberaron sin cargos, lo que borró la farsa  que nos montaron el día anterior, cuando intentaron que firmáramos unas  actas acusatorias por un supuesto Desorden Público. No nos confiscarnos  absolutamente nada, a esa hora otros que nos acompañaron en la marcha  saboreaban un café y el calor de casa. Atrás quedó la sordidez de aquel  lugar, aún siento en piel la pestilencia de aquellos calabozos, un  instrumento que usa frecuentemente el régimen para retrasar lo que a  todas luces parece inevitable, aunque muchos lo duden debido a la  distancia, la ceguera o el miedo que paraliza.

