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El golpe que enterró al comunismo en la Unión Soviética
Por: ALBERTO ROJAS MOSCOSO | 9:53 p.m. | 18 de Agosto del 2011
Gorbachov fue Premio Nobel de la Paz, en 1991. Hoy es un cotizado conferencista mundial.
Foto: EFEEste viernes hace 20 años fue el fallido Golpe de Agosto contra el gobierno de Mijaíl Gorbachov.
El episodio precipitó la desintegración de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría.
Para Mijaíl Gorbachov, el último gobernante de la Unión Soviética como tal, hoy las cosas no caminan bien en Rusia. La existencia de un monopolio del partido gobernante, la necesidad de elecciones más transparentes, y "tendencias" autoritarias, representan "una vuelta atrás" en términos democráticos, afirmó en la víspera de la conmemoración de los 20 años del fallido Golpe de Agosto, que en 1991 intentó removerlo del poder e inició la desintegración de la URSS.
Y se explayó: "En mortalidad, estamos en la parte baja de la lista, al lado de los países africanos. Hay un 96 por ciento de pobres, si se utilizan los criterios aplicados en Austria, y dos veces menos gente recibe diplomas de enseñanza superior que después de la Segunda Guerra Mundial".
Gorbachov también declaró que "apoyaba" al ex presidente y actual primer ministro, Vladimir Putin, pese a algunas "tendencias autoritarias", pero criticó a su partido, Rusia Unida, por estimar que se parece al Partido Comunista de la era soviética: "Hay que renunciar al monopolio, no hay que repetir a la URSS en su peor variante".
"Nos hacen falta elecciones honestas. Hoy, es (Vladislav) Surkov (jefe adjunto del Kremlin, considerado el principal ideólogo del régimen) quien dice a las regiones qué porcentaje deben proporcionar" en términos de resultados electorales, explicó el ahora octogenario Gorbachov, dando a entender que los comicios están manipulados.
Sin vuelta atrás
En agosto de 1991, dos años después de que se produjera la caída del Muro de Berlín, un Gorbachov 20 años más joven se disponía a jugar su última carta para mantener la cohesión de la Unión Soviética: un nuevo tratado que transformara a la URSS en una federación de repúblicas independientes, pero jamás lo firmó.
El lunes 19 de agosto, las portadas de los diarios titularon con la aparente renuncia de Gorbachov ante un desconocido Comité Estatal de Emergencia, integrado por ocho de sus más estrechos colaboradores. Entre ellos, el vicepresidente, Guennady Yanayev; el primer ministro, Valentin Pavlov, y el ministro del Interior, Boris Pugo.
El ala más dura del Partido Comunista soviético "temía, con razón, que negociar un nuevo acuerdo federal pusiera en riesgo la integridad de la Unión Soviética", le dijo a El Mercurio Robert Legvold, experto en la URSS y Rusia del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Columbia.
Las primeras versiones aseguraban que Gorbachov había abandonado su cargo por motivos de salud, pero nadie lo creyó.
De hecho, líderes de la época, como el presidente de Estados Unidos George H. Bush y el canciller alemán Helmut Kohl, calificaron abiertamente el episodio como un intento de golpe orquestado por los sectores más duros del Partido Comunista, renuentes a los cambios cada vez más drásticos encabezados por Gorbachov.
"En cinco años, Gorbachov llevó adelante reformas que nadie pensó que fueran posibles -afirmó el profesor Stephen Cohen, experto en temas soviéticos de la Universidad de Nueva York, en una entrevista a propósito de su libro Soviet Fates and Lost Alternatives-. Llevó a la URSS lo más cerca de convertirse en una democracia real".
Pero en medio de aquella confusión e incertidumbre, que parecía poner en peligro los avances diplomáticos para terminar con la Guerra Fría, fue Boris Yeltsin ¿quien por entonces presidía la República Rusa¿ quien llamó a la resistencia civil y militar en favor de Gorbachov.
Para el miércoles 21, el Comité Estatal de Emergencia ya registraba varias deserciones y la mayoría de las fuerzas militares apoyaban la postura de Yeltsin.
"La presión internacional fue casi irrelevante. Las cosas salieron como lo hicieron debido a la valentía de Yeltsin y de unos pocos miles de seguidores que se reunieron en el Parlamento durante esos días -afirma Legvold-. Sumado a la debilidad y confusión de los golpistas y la negativa de los militares y la gran mayoría del público a apoyarlos".
Al día siguiente, Gorbachov aterrizó en Moscú y se supo que había sido retenido a la fuerza en su residencia vacacional de Crimea. Pero solo cuando regresó al Kremlin comprendió la real envergadura de lo ocurrido.
Lejos de los objetivos de los golpistas, las repúblicas soviéticas habían declarado su independencia y Yeltsin estaba convertido en el nuevo líder con el cual Occidente empezaba a trabajar.
El Golpe de Agosto cerró toda posibilidad de retrotraer a la URSS a los tiempos más duros del comunismo soviético y marcó el inicio de la transición que culminó el 25 de diciembre de 1991, cuando Gorbachov formalmente renunció al cargo de Presidente de la URSS.
Esa misma noche, la bandera soviética fue arriada en el Kremlin y en su reemplazo comenzó a flamear el actual pabellón tricolor ruso.
Un desenlace que, para Legvold, era prácticamente irreversible: "En agosto de 1991, la URSS se derrumbaba lentamente y lo más probable es que habría comenzado a desintegrarse en uno o dos años. O incluso en cuestión de meses, aunque el golpe nunca hubiese ocurrido".
Las reformas
Cuando Mijaíl Gorbachov llegó al poder, en 1985, puso en práctica dos conceptos para reformar a la URSS: glasnost (transparencia) y perestroika (reestructuración). Su objetivo era modernizar al gigante comunista, pero las reformas se tradujeron en apertura económica y libertades políticas que debilitaron el monopolio del Partido Comunista, al tiempo que la ciudadanía exigía cambios más rápidos y profundos.
ALBERTO ROJAS MOSCOSO
EL MERCURIO
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