El impresionismo político de los Castro
¿Qué era lo que Fidel y su hermano podían hacer funcionar, que otro gobierno no era capaz de hacerlo?
LA HABANA, Cuba.- Aquellos cientos de economistas extranjeros que se reunieron a finales de enero del 2000 en el Palacio de las Convenciones de La Habana, provenientes de cincuenta países, seguramente todavía recuerdan la impresión que sintieron ante unas palabras de Fidel Castro que, de tan enigmáticas, quizás demoraron en entender:
"Nuestro modelo ha funcionado, pero no se lo recomiendo a nadie, porque nadie podría hacerlo funcionar como nosotros lo hemos hecho".
¿Comprendieron de momento aquellos especialistas económicos el verdadero fondo de las palabras del Máximo líder, al referirse a "nadie podría hacerlo funcionar como nosotros"?
¿Qué era lo que él y su hermano podían hacer funcionar, que otro gobierno no era capaz de hacerlo?
Los años transcurrieron y aquellas palabras no se pudieron escuchar más. Prohibidas quedaron por el Invicto y su hermano menor.
Tal vez por eso aquel fue un año especial.
Era evidente que por esos meses del 2000, Fidel Castro estuviera tan concentrado en lograr el regreso del niño Elián y ganar así una batalla personal, que fue incapaz de convencer a los economistas de que el comunismo era el futuro de la humanidad, con un modelo como el suyo.
¿O será que se le escaparon aquellas palabras, las que querían decir que la Revolución podía dar la impresión de que funcionaba a través de su modelo económico?
En el arte, el impresionismo es una tendencia a percibir impresiones fugitivas, la movilidad de los fenómenos, antes que el aspecto estable y conceptual de las cosas. Pero, y en política, ¿cómo se logra?
¿No será que el Iluminado se refería a la estrategia de dar la impresión de que todo marcha bien, gracias a su gran carisma, a su verbosidad divina, aunque todo marche mal?
Cuando después de diecisiete años escuchamos por la televisión o leemos en la prensa que la Revolución continúa imperturbable gracias al poder del pueblo, entendemos bien qué se quiere decir. La Revolución dinástica, hoy continuada por el menor de los Castro, sigue dando la impresión de que todo está bien. Entre otras cosas, tenemos el Noticiero de la TV, la Mesa Redonda, fragmentos de viejos discursos reciclados, etc., etc.…
¿Es la impresión lo que cuenta, lo que vale, lo que se dice, lo que se repite? ¿Qué otro país del mundo pudiera existir sólo dando la impresión de que todo está bien?
En abril de ese mismo año, grupos antiglobalización se reunieron en La Habana y Fidel Castro aprovechó el momento para expresar algo insólito más: "Lo ideal sería, no que Cuba se incorpore al proceso de globalización, sino que el proceso de globalización se incorpore a Cuba".
Poco después el niño Elián regresa a los brazos de Fidel. Dos escritores norteamericanos, Arthur Miller y William Styron, traídos de las manos de García Márquez, lo aplauden en grande y se celebran elecciones municipales en Cuba.
Fidel comenta el éxito de dichas elecciones. ¿No recuerdan que da la impresión de que realmente la participación popular fue de un 95%? ¿No recuerdan que ese mismo año 2000 se puso punto final a la corrupción, a través de las fuertes medidas anunciadas por el Omnímodo, en su discurso del 26 de Julio, cuando dijo que lo rodeaba un millón de cubanos allí en la Plaza de la Revolución de Villa Clara, donde no caben ni veinte mil?
¿No se habrá muerto de espanto el poeta Heberto Padilla, allá en el exilio, el 25 de septiembre de ese mismo año?
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