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martes, 18 de abril de 2017

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Las fuerzas armadas de Cuba, los verdaderos señores económicos de la isla. Noticias de Mundo



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO



Las fuerzas armadas de Cuba, los verdaderos señores económicos de la isla

El
ejército gestiona una red de empresas e instituciones que le permiten
ser autosuficiente independientemente de las crisis exteriores. Se
estima que controlan más de 57 compañías

Foto: Miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias desfilan en La Habana en septiembre de 2014. (Reuters)
Miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias desfilan en La Habana en septiembre de 2014. (Reuters)
Tiempo de lectura9 min
Si un ciudadano extranjero intenta tomar fotografías o videos de una de las tiendas recaudadoras de divisas en Cuba
-conocidas como 'shoppings' por los lugareños-, se le llamará
discretamente la atención. Si el implicado es un cubano, la respuesta
puede no ser tan condescendiente. Por obra y gracia de una disposición
administrativa, a estos establecimientos se les considera “unidades militares”.
Una de tantas peculiaridades que origina la organización política y
económica de la isla, conformada por el poder que ejercen los militares
sobre prácticamente todos los ámbitos de su sociedad.
Puede ser muy peligroso poner en entredicho tal orden de cosas, porque las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ministerio del Interior (Minint) conforman el núcleo duro del sistema: de sus filas proceden 7 de los 17 miembros del Buró Político
(el máximo órgano del Partido Comunista, y en consecuencia, del poder
real). Incluso las facultades del presidente del país, cuyo cargo se
conoce oficialmente como Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros, están por debajo de las que posee el Primer Secretario del
Partido, quien cimienta buena parte de su poder en el hecho de encabezar
además el Consejo de Defensa Nacional.
Las circunstancias se
prestan casi “de oficio” para innumerables desencuentros, algunos de
corte kafkiano. A finales de 2016 el diario de una de las principales
ciudades de la isla recogía la historia de un lector que había sufrido agresiones por parte de una dependienta,
tras haber intentado fotografiar varios adornos navideños. Su objetivo
era mostrárselos a su suegra y que esta decidiera cuáles prefería
comprar. Para el gerente local de la cadena Cimex, responsable de la
tienda, se había actuado según lo establecido, pues existen
“regulaciones internas que incluyen este particular sobre la toma de
fotografías y filmaciones de vídeos al azar”. Su justificación no podría
resultar más peregrina: “En un momento determinado esas acciones pueden
debilitar la seguridad o el control interno”.
Gaesa es el nombre se agrupa una intrincada red de compañías y otras instituciones similares
que -al menos de forma nominal- se subordinan a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias. Desde allí, y a través de la Secretaría del Ministro,
establecen sus vínculos con la presidencia del país y –muy en segundo
plano– con la Asamblea Nacional del Poder Popular.
La salvedad no
resulta superflua. Como detalla el sitio ForesihgtCuba, especializado en
análisis estadísticos acerca de la isla: “Ninguna de estas empresas
presenta ningún tipo de información sobre sus ingresos,
ganancias, impuestos pagados, estado de cuentas, ni el nombre de sus
directores ejecutivos, ni hace licitación pública para ninguno de sus
cargos”. Aun más, para el común de los ciudadanos, Gaesa (el Grupo de
Administración Empresarial, Sociedad Anónima) es un nombre completamente desconocido,
a pesar de que domina “hoteles, marinas, agencias de rentas de autos,
la red nacional de gasolineras, la Zona Especial de Desarrollo Mariel,
Habaguanex, entre otras”, enumera una publicación opositora al gobierno.
La
agencia estadounidense Bloomberg va incluso más allá, De acuerdo con un
estudio publicado en 2015, los militares “controlan al menos 57
compañías y sus ramificaciones, y entre el 50% y el 80% de la recaudación empresarial en Cuba”.
Toda la operación funciona bajo un denso manto de silencio, que se
extiende hasta las propias oficinas centrales de la institución,
ubicadas en la antigua jefatura de la Marina de Guerra, en pleno centro
histórico de la ciudad de La Habana. Para no perder la costumbre,
también está terminantemente prohibido fotografiarlas.
Raúl Castro habla con el vicepresidente cubano Ramiro Valdés durante un aniversario de la toma del cuartel Moncada. (Reuters)
Raúl Castro habla con el vicepresidente cubano Ramiro Valdés durante un aniversario de la toma del cuartel Moncada. (Reuters)

El origen: la 'Perestroika tropical'

Los orígenes de Gaesa se remontan a mediados de la década de 1980, cuando después del tercer congreso del Partido Comunista, Fidel Castro lanzó la campaña de “Rectificación de Errores y Tendencias Negativas”, una versión tropical de la Perestroika.
En lo económico el proceso se caracterizó por una primera –y muy
limitada– ley de inversión extranjera, por la búsqueda de mercados que
sustituyeran a los de la cada vez más caótica Europa del Este, y por la
creación de una estructura que asumiera los gastos de la defensa y encontrara vías “alternativas” para evitar el embargo de los Estados Unidos.
“Al comienzo se trató de empresas inscritas en naciones como Panamá, con una política fiscal tolerante y sin vínculos demasiado públicos con nosotros.
A través de ellas se exportaban tabacos, ron y otros productos de alto
valor y fácil venta entre clientes capitalistas; en sentido contrario
traíamos a Cuba medicamentos y tecnologías que no podían conseguirse en
el Campo Socialista. El problema estuvo en que muchas transacciones
debían hacerse en la clandestinidad y con grandes sumas de efectivo
para sortear la persecución norteamericana. Esas condiciones
permitieron concretar unos cuantos buenos negocios, pero también fueron
caldo de cultivo para que a algunos se les despertara el 'bichito' de la
ambición y cometieran errores que terminaron costando muy caro”,
explica un funcionario del Ministerio de Comercio Exterior.
Los
fusilamientos de un grupo de altos oficiales y el encarcelamiento de
otros, tras un dramático proceso judicial desarrollado durante el verano
de 1989, marcaron el final de la ingenuidad que caracterizó a los “alegres años 80”,
la década de mayor bonanza vivida bajo la Revolución. Antes de terminar
vinculándose al narcotráfico, la mayoría de los encartados había tomado
parte en esas transacciones paralelas y se había acostumbrado a disponer de grandes sumas de dinero
amparados en su “confiabilidad”. Ninguna dependencia del gobierno
recibía balances de su labor, bajo el supuesto de preservar el secreto
que demandaba el caso.
El
tiempo transcurrido no ha cambiado aquel orden de cosas. “Poco se sabe
dentro de la isla sobre los negocios del estado cubano en el extranjero,
pero el economista Omar Everleny Villanueva ha referido la existencia
de 'más de 100 entidades con participación de capital cubano,
constituidas como empresas mixtas o como sucursales de entidades
radicadas en la Isla'”, apunta Diario de Cuba, una publicación editada
en los Estados Unidos. Aprovechando las facilidades brindadas por paraísos fiscales de
la cuenca del Caribe, esas compañías desarrollan su labor en sectores
como la “construcción, la agricultura, el transporte, alimentación,
medicina, minería, finanzas y la ciencia”. Muchas se vieron expuestas
por el escándalo de los Papeles de Panamá.
Hacia el interior de la isla Gaesa sigue el esquema clásico de un holding corporativo.
Todas sus decisiones quedan “en familia”, pues el consejo director es
presidido por el general de brigada Luis Alberto Rodríguez
López-Callejas, exyerno del presidente Raúl Castro y hermano desde la
infancia del coronel Alejandro Castro Espín
(el jefe de la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional). En caso de
que deba tomarse alguna decisión que trascienda los marcos de su
competencia, el propio Raúl, desde sus facultades omnímodas, puede viabilizar el asunto.
Para la dirección de cada una de las dependencias también se privilegia a los antiguos oficiales,
señala el periodista Fidel Gómez Sosa. “Son múltiples los ejemplos de
mandos militares transformados en empresarios: el general de brigada
Luis Pérez Róspide, antiguo director de la Industria Militar, preside el
Grupo Gaviota; el coronel Héctor Oroza dirige el monopolio corporativo
de importación y exportación (Cimex), donde actúa como asesor el antiguo
jefe de los servicios militares de Inteligencia, el general de división
retirado Fabián Escalante”.
Reservistas militares examinan una casa durante una campaña de lucha contra el Zika, en febrero de 2016. (Reuters)
Reservistas militares examinan una casa durante una campaña de lucha contra el Zika, en febrero de 2016. (Reuters)

Gestión estilo militar

“El trato con los militares es más difícil que con los civiles, pero son los que mandan en Cuba”, reconocía hace algún tiempo un ejecutivo español de visita en la Península. Basta repasar el listado de compañías que integran el consorcio para comprobar lo acertado de sus palabras.
Pongamos
por ejemplo el sector turístico, el más pujante de la economía local y
principal destino de las inversiones hispanas. Si se pretende operar hoteles ya construidos, el empresario deberá establecer vínculos con cadenas
como Islazul, Cubanacán o Gran Caribe; si busca abrirse camino en polos
en desarrollo, sus negocios tendrán como contraparte ineludible a la
Unión de Construcciones Militares y a todo un rosario de entidades que
en mayor o menor medida se subordinan a la cúpula castrense. El entramado de relaciones y dependencias abarca también los ámbitos que persisten en su condición “civil”.
Las
implicaciones del hecho trascienden lo económico. Para conseguir
trabajo en el turismo o en algunas de las tiendas recaudadoras de
divisas es necesario cumplir un riguroso proceso de comprobaciones que
en muchos aspectos reedita al que son objeto los combatientes en
activo; además, una vez “dentro del sistema”, los trabajadores están
sujetos a diversos aspectos de la legislación de los cuerpos armados, que en primer lugar prohíbe cualquier manifestación o actitud “que no esté acorde con los principios de la Revolución”.
Yamilé, una arquitecta con casi diez años de experiencia, pudo apreciar las características de ese modelo de gestión
cuando en 2013 la empresa en la que trabajaba se integró a Almest, la
inmobiliaria de Gaesa. “Lo primero que hicieron fue mandarnos a un
coronel que solo sabía tratar con guardias y 'ladrarle' a la gente. Nada
más tomar posesión, a ese personaje se le ocurrió la peregrina ideal de
cambiar los sistemas de pago (para pagar menos, como es lógico) y
prohibir que los especialistas siguiéramos yendo a cursos en el
exterior. En menos de tres meses le pidieron la baja la mitad de los
trabajadores. Lo mejor de la historia es que al poco tiempo lo promovieron para premiar sus “buenos resultados”.
"Se hace evidente que los militares disponen de una economía propia mucho
más allá de los requerimientos de sus tareas profesionales de seguridad
nacional", consideraba en agosto pasado el analista Arturo López-Levy,
en declaraciones al diario Clarín. Por entonces acababan de producirse
los traspasos a Gaesa del Banco Financiero Internacional (la principal
entidad de su tipo para la gestión de divisas) y Habaguanex (la
gigantesca corporación gestionada por la Oficina del Historiador de La
Habana). El Grupo “está invirtiendo sabiamente en las áreas económicas más internacionales y lucrativas”,
opina a su vez el experto estadounidense Richard Feinberg, funcionario
durante la administración de William Clinton y profesor de política
internacional en la Universidad de California en San Diego. “Unas
fuerzas armadas bien ubicadas no temerán el futuro. Por el contrario,
probablemente apoyarán las reformas económicas visionarias que volverán a Cuba más eficiente y competitiva”, agrega.
Aunque
trascienden los límites del optimismo racional, sus valoraciones sirven
para perfilar uno de los escenarios más posibles en el futuro cercano.
Cuesta creer que la élite militar pueda algún día favorecer la apertura, pero sin duda ha decidido montarse en el carro de las reformas... económicas, por supuesto.

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