Periodismo cómodo y economía de incomodidades
El periódico Granma publicó recientemente un artículo de opinión de Iroel Sánchez, exdirector del Instituto Cubano del Libro, que ocupa toda una página. Allí explica, defiende y justifica el inexplicable, injustificable e indefendible desastre que constituye la economía cubana de cara al 2017.
Para todos está claro hace mucho tiempo que las potencialidades de la economía cubana van más allá del embargo comercial y financiero o bloqueo, como mejor guste cada quien llamarle. En todos y cada uno de los congresos del Partido Comunista (PCC) anteriores a la era de Raúl Castro, en el informe central se lanzaba una trompetilla al bloqueo, el cual no se hacía sentir gracias a la ayuda solidaria de la Unión Soviética y el campo socialista. En un alarde de bravuconería, el líder de la revolución rechazó incluso cualquier posibilidad de cambiar el comercio establecido con el campo socialista por unas relaciones normales con el vecino del norte.
Solo a partir del colapso del socialismo real en la antigua URSS y sus satélites europeos comenzó a sentirse el apretón. ¿Por qué repercutió de una forma tan desastrosa la pérdida súbita de las ventajas económicas que brindaban la URSS y sus acólitos?
La explicación es sencilla, se pensó que la ayuda era eterna. El Gobierno revolucionario cubano no dedicó los enormes ingresos provenientes de 30 años de subsidios a desarrollar la industria nacional, ni crear infraestructuras, ni siquiera la agricultura se benefició en todos esos años de experimentos, guerras africanas y guerrillas latinoamericanas. Baste un ejemplo: técnicos vietnamitas entrenados por científicos cubanos en el cultivo del café hace varias décadas hoy imparten cursillos sobre cultivo del café nada menos que en la Sierra Maestra.
En realidad el temido ajuste ya comenzó cuando el actual gobernante cubano lanzó a las calles a cientos de miles de empleados públicos sobrantes, los que tuvieron como única opción de supervivencia trabajar como "cuentapropistas", es decir, microempresarios privados. Fue también parte del ajuste la orden dada por el nuevo mandatario de que el Estado pagara a los campesinos lo que se les debía dado que una de las causas de la falta de alimentos fue la decisión fidelista de no pagarles más porque ya habían ganado bastante y se estaban haciendo ricos. La entrega de tierras estatales infestadas de marabú a productores privados también es parte del ajuste.
De hecho, Raúl Castro ha realizado ajustes para poder sobrevivir, pero aún faltan muchos. La Ley de Inversión Extranjera es un ajuste que requiere ajustes. La existencia de un empleador estatal es una traba a las inversiones porque el mundo no funciona así, lo mismo sirve para las empresas estatales intermediarias, las cuales son inútiles y generadoras de corrupción. La proscripción de la acumulación de capital no es precisamente un estímulo para los inversionistas que buscan hacer crecer su capital.
La gradual privatización de otros sectores productivos y de los servicios es un ajuste que se nos viene encima aunque a algunos estalinistas ortodoxos no les guste la idea. En realidad la economía de un país no depende solo de las buenas intenciones de un grupito de burócratas honestos y brillantes, suponiendo que lo sean, sino de medidas que han demostrado su efectividad en los países latinoamericanos que han mantenido la senda del liberalismo económico y político. Los que han probado el camino populista del socialismo lo están pagando ahora. En el caso de Europa del Este, Rusia, China y Vietnam, el comunismo es un mal recuerdo al que nadie en su sano juicio quiere regresar, ni siquiera Putin, pregúntenle.
Este proceso de los cambios no funciona como las revoluciones con su secuela de terror y odio, esto es diferente, pero inevitable y cada país asume su propio paso, no es primera vez que Cuba se queda atrás. Cuando este país alcanzó su independencia de España, ya las guerras independentistas en América eran historia y sus héroes poblaban las plazas públicas en briosos corceles estáticos. Los responsables del derrumbe del campo socialista todavía andan por ahí, dando conferencias y escribiendo libros. Todo llega, cada cosa a su tiempo.
El fracaso del modelo económico cubano no se puede evaluar porque ni siquiera es un modelo, justo ahora se pretende conformar ese modelo. Hasta el momento solo se puede hablar de fracaso de la gestión del gobierno unipersonal de Fidel Castro y del fracaso de los socialismos todos, desde el estalinista hasta el del siglo XXI, como sistemas económicos viables.
Dejo para la meditación esta frase del discurso pronunciado por Raúl Castro en la clausura del octavo periodo ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en la octava legislatura: "A diferencia de sesiones anteriores, no se realizó en esta ocasión la evaluación de la marcha del proceso de actualización del Modelo Económico y Social, teniendo en cuenta que se continúa trabajando en la propuesta de su Conceptualización…"
Por lo que parece ni los ideólogos del PCC ni sus alabarderos y cómodos escribientes saben a ciencia cierta hacia dónde va Cuba. Espero que al menos Raúl Castro sepa que se trae entre manos, porque en las dictaduras no vale cuantos estén a favor o en contra, estamos indefensos y solo nos queda esperar el desenlace.
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