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lunes, 30 de enero de 2017

La farsa Martiana del castrsimo en la Isla

Antorchas para Fidel Castro, no para José Martí

ADRIANA ZAMORA | La Habana | 28 de Enero de 2017

Fidel Castro fue el verdadero protagonista de la Marcha de las Antorchas de este 27 de enero que supuestamente conmemoraba el natalicio de José Martí.

Desde el audio que presidió la marcha se dictaban las consignas: "Yo soy Fidel, todos somos Fidel", "Fidel vive" y "Fidel es la bandera, Fidel es Cuba entera".

Las consignas fueron acompañadas de largas parrafadas sobre el mismo tema y sazonadas por pantallas ubicadas en esquinas estratégicas como la de San Lázaro e Infanta que mostraban fotos de Castro.

La marcha de este 2017 mencionó a Martí en tres ocasiones, mientras que se perdía la cuenta de las veces que se mencionó a Fidel Castro.

"¿Pero qué cosa es esto?", preguntó airado un hombre tras la valla de la calle Infanta. "¡Qué Fidel ni Fidel! ¡Martí! ¡Martí!". Pero su voz se perdía entre el tumulto.

La Marcha de las Antorchas es una tradición que data de 1953 desde el homenaje de los estudiantes universitarios a Martí en su centenario.

Aunque la marcha este año tuvo más promoción que de costumbre en los medios y parecía una convocatoria a la participación de todos, en realidad estuvo más custodiada que nunca y ningún joven que no perteneciera a las organizaciones estudiantiles pudo participar.

Las calles que comunican con la colina universitaria estuvieron cerradas con vallas que impedían el acceso. Desde Aramburu se ubicaron policías y oficiales del Ministerio del Interior en cada esquina.

Se cerraron San Lázaro, Infanta, San Miguel, Malecón, Neptuno. Quien quisiera pasar de Centro Habana al Vedado tenía que hacerlo por Zapata, bien lejos del desfile.

Los policías, además de impedir el paso, exigían a los transeúntes que caminaran por la acera, que cruzaran la calle por puntos determinados y hasta indicaban a los vecinos que se mantuvieran dentro de sus casas.

"Es la primera vez que hay tanto control", comentaba un policía a su compañero detrás de una de las vallas. "En años anteriores se podía pasar y participar de la marcha sin tanto problema".

Todo el recorrido del desfile estuvo custodiado por un cordón de jóvenes estudiantes del Instituto Superior del MININT (Ministerio del Interior) y algunos se mostraban aún más intransigentes que los oficiales ante cualquier persona que se quisiera acercar.

"No puede pararse aquí ni para tirar fotos", decía uno en Neptuno a las personas que intentaban acercar sus celulares para grabar.

A una cuadra de la colina, por San Lázaro, los policías tras la valla se mostraban nerviosos. Daban órdenes contradictorias a los espectadores y no paraban de moverse de un lado a otro sin concierto.

Uno de ellos, incluso, golpeó el móvil de un muchacho que lo grababa mientras ordenaba a otros que caminaran por la acera.

"No puedes filmar a la autoridad", dijo.

"Están asustados de que alguien grite cualquier cosa que no esté en el guion", se burlaban algunos. "Creen que la marcha se les puede virar si se descuidan".

Además de las loas a Fidel, la marcha tuvo un propósito claro: "Vamos a demostrarle al mundo que la juventud cubana es una juventud conforme", gritaban a toda voz por el audio del desfile, para que no quedara duda.

Para demostrar que la diversidad de criterio existe, un grupo de estudiantes se salió de lo previsto y por iniciativa propia comenzó a corear: "¡Que siga! ¡Que la marcha siga! ¡Yo quiero bebida!".

Cerca de ellos, un grupo del Partido Comunista de Brasil desplegó sus banderas mientras decían "¡Fora Temer!".

Al final del recorrido llegó la mitad de los estudiantes que lo iniciaron. Ya antes de que el desfile doblara por Infanta hacia la Fragua Martiana se podían ver trozos de antorchas humeantes en el medio de la calle.

Los estudiantes de preuniversitario habían logrado con chiflidos que les abrieran la valla de la calle O y se dispersaban.

Los estudiantes de la CUJAE (Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría), portadores de las banderas, sí llegaron hasta el final, para ubicarlas todas recostadas en un balcón como si fuera una instalación de algún artista plástico.

En Malecón esperaban los bomberos con unos contenedores metálicos para depositar las antorchas y apagarlas con manguera.

"Nosotros apagamos las antorchas que llegan aquí. Las que dejaron tiradas en la calle no son asunto nuestro", comentó uno de ellos.

Con el Malecón lleno de gente, aparecieron los vendedores de chucherías, caramelos, rositas de maíz, maní.

Algunos estudiantes se sentaron en el contén a descansar, otros subieron por la calle 23 para presenciar una bronca "con cuchillo y todo", según comentaban.

La mayoría caminó en busca de la guagua que los llevaría a casa, tarea difícil, pues todas estaban desviadas por el cierre de las calles.

Poco a poco la multitud se fue dispersando. La marcha se acabó. Hasta el 27 de enero del año que viene.

A ver si en 2018 Martí tiene mejor suerte y se la dedican a él.

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