La UE miente y calla
El Consejo de la Unión Europea (UE) miente cuando afirma que el acuerdo firmado con la dictadura de Raúl Castro en Bruselas, el 12 de diciembre, que pone fin a la Posición Común de 1996, tiene el propósito de ayudar a "reforzar la democracia y el respeto de los derechos humanos" en Cuba, tal y como declaró la alta representante de Política Exterior y Seguridad Común de la UE, Federica Mogherini.
Tampoco dice toda la verdad cuando declara que servirá como "plataforma común para la inversión bilateral y para cooperar más estrechamente en desafíos globales". Cuba es un país en ruinas que no puede invertir ni cooperar con nadie en este mundo.
El objetivo en verdad es que los europeos quieren invertir en Cuba y explotar la mano de obra más barata de Occidente (el salario promedio en Haití, 59 dólares mensuales, duplica el de Cuba), y comerciar no con los "emprendedores" cuentapropistas, como prometió el presidente Barack Obamay nunca se cumplió, sino con las fuerzas armadas, que controlan ya el 80% de la economía cubana.
Se trata de realpolitik y la UE debería admitirlo sin hipocresía diplomática. El interés aquí no es el de coadyuvar a que el régimen militar cese la represión, se democratice y respete los derechos ciudadanos, sino ganar dinero.
La UE sigue los pasos de la Administración Obama y legitima a la tiranía caribeña, pero tardíamente. Este acuerdo llega cuando la política norteamericana de "ablandar" al castrismo con concesiones ha sido un fracaso. Solo logró darle oxígeno político al régimen.
El embargo impidió a Obama ir más lejos, y presionaba al Congreso. Incluso ya se perfilaba una corriente bipartidista favorable a poner fin al embargo. Pero esa posibilidad parece alejarse. La Administración Trump probablemente va a cambiar las reglas del juego y exigirle a la elite político-militar cubana que, o mueve ficha, o se congela el "deshielo", y valga el absurdo semántico.
El general quiere cash
No obstante, seguramente la UE considera que sin la presencia norteamericana tiene el campo libre para apoderarse económicamente de la Isla, junto con chinos y rusos. Craso error. El cataclismo económico y social sufrido por Cuba es de tal magnitud que su economía resulta incapaz de asimilar inversiones masivamente. Carece de infraestructura y de todo lo necesario para ello. Lo que sí necesita el general Castro es que le regalen o presten mucho cash, y no para el desarrollo, sino para la reconstrucción de la devastada Isla, y de paso enriquecerse un poco más.
A la señora Mogherini —italiana de sólida formación marxista— y demás autoridades de la UE, hay que preguntarles: ¿Es justo y democrático que la UE invierta en Cuba y acepte que el régimen se apropie del 92% del salario de los empleados cubanos como si fuesen esclavos de su propiedad?
Por otra parte, la UE sabe bien que el castrismo jamás hace concesiones de ningún tipo. No cede nunca en ningún terreno. Obama legitimó políticamente a la dictadura, abrió el mundo a Cuba, le hizo concesiones y mimos incontables, y La Habana no dio nada a cambio.
Aunque este acuerdo UE-Cuba debe ser ratificado todavía por los parlamentos nacionales y el Parlamento Europeo, donde podría haber cierta resistencia —según le dijeron algunos eurodiputados al líder opositor Guillermo Fariñas—, ya el espaldarazo político del viejo continente al dictador Raúl Castro se ha producido.
El documento firmado tiene tres capítulos: "Diálogo Político", que incluye los derechos humanos; "Cooperación y Desarrollo"(léase concesión a Cuba de créditos, productos y tecnología); y "Economía y Comercio". Provisionalmente se aplicará la cooperación económica y el comercio.
El tema político y de derechos humanos se tratará "más adelante", por separado. ¿Y para hablar de qué? El régimen sostiene que solo hay derechos humanos de carácter social y rechaza los derechos civiles, políticos y los individuales, que califica de patrañas imperialistas. Tal concepción es fascista de pies a cabeza y debiera ser rechazada por la UE.
Derechos humanos: "propaganda enemiga"
El colmo es que si se leen los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la ONU en París en 1948, la dictadura castrista no cumple ni uno solo. Ni siquiera los de carácter social que dice reconocer. ¿Ignora la UE que en Cuba quien lleva encima esos artículos puede ser condenado a 20 años de cárcel por "propaganda enemiga"?
El canciller castrista, Bruno Rodríguez, tuvo la desfachatez de declarar en Bruselas que su Gobierno está dispuesto a analizar con la UE la violación de los derechos humanos en Europa y EEUU. La respuesta de Mogherini a Rodríguez fue que se "abre una etapa promisoria entre la UE y Cuba".
La UE pisotea así uno de los pilares globales de la modernidad, el respeto de los derechos humanos como fuente de legitimación política.
Lo más indignante de este acuerdo es que Raúl Castro exigió, y la UE aceptó, separar el tema político y de derechos humanos, para aislarlo y acceder por separado a la ayuda financiera, tecnológica y comercial de la UE como institución. La Posición Común (desde 1996), ahora derogada, condicionaba la cooperación con Cuba al respeto de los derechos humanos.
Se trata claramente de una victoria política castrista, cuando, al amparo de la impunidad mundial otorgada por Obama, el régimen incrementa la represión política. En 2015 fueron arrestados unos 8.000 opositores políticos, y hasta principios de diciembre la cifra se acercaba a las 11.000 detenciones, con palizas y vejaciones incluidas.
En cuanto a ganar dinero, asombra el optimismo de la UE. Van a tropezar con la misma piedra. Durante más de 30 años las naciones europeas concedieron créditos comerciales y préstamos al castrismo por decenas de miles de millones de dólares. El régimen no devolvió un solo centavo. Y desde 1985 ni siquiera pagó los intereses (la ganancia de los acreedores).
Un informe de la UE reveló en 2012 que Cuba debía al Club de París —integrado por 21 naciones de América, Europa y Asia— un total de 31.681 millones de dólares, la mayor suma de cualquier deudor en proporción al tamaño de su economía. La deuda externa global cubana era de 59.681 millones de dólares, para un per cápita de 5.328 dólares, el mayor del Tercer Mundo.
La propia UE reveló en 2010 que Cuba le debía 3.200 millones de dólares a España, 3.170 millones a China (en divisas convertibles), 2.775 millones a Japón, 1.967 millones a Argentina, 1.856 millones a Francia, y miles de millones de dólares a otros 22 países. Al compás del "deshielo" el régimen logró que le perdonasen buena parte esas deudas. Pero ahora la UE quiere reincidir. Cuba no va a pagar nada porque simplemente no tiene cómo.
La Isla produce muy poco y lo importa casi todo, incluyendo el 80% de los alimentos que consume. Es un país en ruinas. Y si de inversiones se trata, el "hombre nuevo" castro-guevarista es el trabajador más improductivo y negligente de las Américas. La responsabilidad es de la "revolución", que le paga una miseria y le confisca casi todo el salario a quienes trabajan con firmas extranjeras.
Pero la UE calla. Quiere aprovecharse de los esclavos desprotegidos, y apoyarlos con obreros extranjeros bien calificados, como los importados de la India por la compañía francesa que construye un hotel en la habanera Manzana de Gómez.
No importa que en Cuba no se acate siquiera la primitiva Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamada hace 227 años en París, cinco semanas después de la toma de la Bastilla.
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