Angel Rios Avalos-Cabrera
Fidel Castro fue excomulgado el 3 de enero de 1962 por Juan XXIII y la pena nunca fue levantada. Este detalle para nada menor, trae como consecuencia que en ningún caso pueda ser legalmente enterrado en tierra santa, o sea en un cementerio cristiano.
El funeral que se prepara mañana y que debe concluir con su entierro en el cementerio de Santa Ifigenia es ilegal; por esa razón no hemos visto, ni veremos a ningún dignatario de la Iglesia en los parajes. Si alguno se atreve a hacerlo, será también automáticamente excomulgado según lo previsto por el derecho canónico.
En el telegrama de pésame dirigido por el Papa Francisco a Raúl Castro no aparece mencionado que se le levanta dicha pena, el Pontífice sólo expresó sus "sentimientos de pesar a vuestra excelencia y a los demás familiares del difunto dignatario, así como al gobierno y al pueblo de esa amada nación". Al mismo tiempo, se lee en el mensaje, "ofrezco plegarias al Señor por su descanso y confío a todo el pueblo cubano a la materna intercesión de Nuestra Señora de la caridad del cobre, Patrona de ese país". Nada más.
La excomunión tiene varios efectos de obligatorio cumplimiento. En el opúsculo redactado en 1837 por el cardinal de la Luzerne, que ejerció como Obispo de Langres en Francia explica claramente que el derecho canónico se ha adaptado a las leyes civiles, pero que aun así: "El cuarto efecto de la ex comunicación es el de impedir a aquel que ha sido condenado de ser enterrado en tierra santa. Se han de llevar fuera del recinto sagrado los cuerpos de aquellos que han muerto en estado de excomunicación (…) si por sorpresa, violencia o cualquier otra causa, se les entierra en el cementerio, se les debe desenterrar y sepultar en un lugar profano. Las leyes canónicas son precisas al respecto; ellas establecen la excomunicación ipso facto contra los prelados que entierren a los excomulgados en tierra santa, por su parte los fieles que asistan a la ceremonia también se verán sancionados de excomunicación menor".[i]
Mañana, día del entierro del sátrapa cubano se hacen 54 años de su condena por la Iglesia; después de declararse marxista-leninista y anunciar que conduciría a Cuba al comunismo, en su discurso de 2 de diciembre de 1961, además de mostrar su hostilidad manifiesta hacia la religión católica con la expulsión de 131 sacerdotes y el cierre de escuelas religiosas. El papa Juan XIII se apoyó para ello en el decreto de Pío XII (1949) elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, que estableció la pena de excomunión para todo aquel que difundiera el comunismo, una ideología que combatió el Vaticano desde el siglo XIX y en el XX con más ahínco vistos los resultados de la revolución rusa (1917).
Desde hace años el dictador tiene preparada su ceremonia de adiós, para ese fin se hizo levantar una cripta (construida en absoluto secreto junto al monumento funerario de José Martí), en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba. Aunque todos los analistas perciben de que se trata de una maniobra propagandística que busca equiparar a Fidel Castro con José Martí, el apóstol cubano y líder independentista; lo cierto es que para todos ha pasado inadvertido el hecho de que, en ningún caso, un impío como Fidel Castro puede ser enterrado en un cementerio cristiano.
Las recientes declaraciones del padre Fortea: "Dios le dio 90 años a su alma para cambiar, para entender, para pedir perdón", han levantado ronchas en el mundillo católico hispano y particularmente el cubano, pues para el prelado, su alma está definitivamente condenada, "La única duda, la única, es si su espantosa situación durará siglos, o siglos sin fin", concluyó en una reciente entrada de su blog.
El Arzobispo de La Habana monseñor Juan de la Caridad García debería por lo menos, manifestarse al respecto; pero como sabemos, el prelado es otro que ya ha manifestado públicamente su deseo de que el "socialismo siga progresando en Cuba", por lo que podemos descartar esa posibilidad.
En cualquier caso, si mañana vemos a algún religioso en la ceremonia, esto significará que F. Castro se arrepintió de sus pecados en su lecho de muerte y que recibió el perdón in extremis de su amigo Bergoglio.
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