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domingo, 6 de noviembre de 2016

Carta al Papa sobre #Venezuela que incluye a Cuba por contenido y similitud por Laureano Márquez

¡DIO EN EL CLAVO! Magistral carta abierta: Ad Papam Franciscus epistolam, por Laureano Márquez



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO





Con un DICTADOR no puede haber dialogo...Este gobierno nunca a
honrado sus compromisos...Viola la constitución nacional...Viola
los derechos humanos... No ha respetado la voluntad de mas de 8
millones de ciudadanos... Desconociendo a la A.N. Que se gano
con el voto popular con mayoria absoluta 112 diputados...Dio un
golpe de estado al suspender el R.R. No respeta los tratados
y pactos internacionales donde Venezuela es
miembro... Dice mentiras...Acusa de TERRORISTAS A LA ORGANIZACIÓN
POLÍTICA VOLUNTAD POPULAR...AMENAZA CON PONERLO PRESO A SU
LÍDER... NO HAY GARANTÍAS CONSTITUCIONALES... NO PERMITE QUE
VENGAN AL PAÍS OTROS ORGANISMOS INTERNACIONALES QUE SEAN
INVITADOS DE LA OPOSICIÓN...SOLO PUEDEN VENIR ORGANISMOS
INTERNACIONALES QUE SEAN AFECTOS AL GOBIERNO...Nicolas Maduro es
un DICTADOR por lo tanto es IMPOSIBLE DIALOGAR SIN GARANTÍAS
CON UN RÉGIMEN TOTALITARIO..






Pater Sancte:


Qui dicit, est humili filius comoedum, indignos vos. Primo gratias ad
cura tui in nobis (mejor sigo en español, S. S., no vaya a ser que las
autoridades piensen que ando conspirando, porque acá, le cuento, todo
acto de discrepancia es conspiración; toda disidencia, fascismo y toda
protesta legítima, intento terrorista de golpe de Estado).

Su Santidad, el modelo político que actualmente vive Venezuela surgió
enfrentando las fallas, carencias y olvidos de la democracia venezolana
que tanto trabajo costo construir. Primero lo hizo a través de la
violencia del golpismo y luego por la vía electoral. Ofreció mayor
democracia y libertad; ofreció recuperar la dignidad ciudadana con
avance y progreso para los olvidados y excluidos, pero terminó -como dice el refrán- siendo peor el remedio que la enfermedad.

Los venezolanos llevamos dieciocho años viviendo en el fracaso; nos
hemos acostumbrado a vivir así. No es nuestro primer tiempo de
decadencia; la hemos vivido antes, como usted sabe, conocedor de
Latinoamérica como es; hemos tenido dictaduras más crueles, guerras
civiles y la terrible guerra de Independencia, que fue cruenta y casi
nos acaba. Sin embargo, nunca habíamos tenido un rumbo tan desatinado y
peligroso, tan estudiadamente intolerante, tan pobre de ideas, valores y principios y, sobre todo, tan corrupto como el que padecemos los venezolanos hoy.
Los indicadores que miden la felicidad ciudadana —que, según Bolívar,
era el propósito de los gobiernos— están en el suelo: salud, seguridad,
libertad de expresión, acceso a alimentación y servicios. En fin, Santo Padre, la calamidad se apodera progresivamente de Venezuela.

El concepto de derrota no es democrático, S.S. porque se supone que en democracia todos ganamos. Aquí llevamos dieciocho años viviendo en la derrota.
Hemos aprendido a convivir con ella en todas sus formas. Para nuestro
régimen, sus victorias no son parte de la coexistencia democrática; son
operaciones militares en las que se humilla al vencido y que son usadas
para cambiar las reglas de juego durante el juego. Aquí, desde hace
dieciocho años, el que pierde lo pierde todo, incluso la condición de
ciudadano y hasta de humano, para convertirse en apátrida, fascista y
gusano.

Somos un pueblo de dura cerviz —como el israelita que adoró al
becerro de oro frente al Sinaí— lentos en el aprender, con poca
internalización de los valores democráticos en el espíritu. Aprendimos a
vivir en la derrota, en la destrucción, pero hemos cambiado de opinión:
hemos decidido no seguir suicidándonos —que también es un pecado el
suicidio político—. Según todas las encuestas, alrededor del 80% de la
población está muy cansada del sistema que padece. Pero resulta que,
para nuestro gobierno, oponerse a él es terrorismo, recoger firmas es
un delito, y solicitar el referéndum que la Constitución establece es
imposible.
Queremos ejercer nuestra “dignidad ciudadana” pero
todos los caminos se cierran; marchamos “como corderos en medio de
lobos”. Se dicen amantes del pueblo, pero en el fondo lo desprecian,
sobre todo cuando éste cambia de opinión.

Como comprenderá, Santo Padre, una nación con tales padecimientos tiene desconfianza en el diálogo con quien ni siquiera cumple lo que establecen las leyes, que concentra todos los poderes y que se acostumbró al desafuero.

Santo Padre: estamos dialogando, no para pedir nada que la Constitución no establezca. Por exigirlo, los
ciudadanos son reprimidos, encarcelados en lugares horribles llamados
“la tumba”, asesinados y encima cínicamente acusados de los crímenes de
los que son víctimas. Y lo único que pedimos es votar.

Su Santidad: gracias por sus buenos oficios. Su paisano Borges amaba
las etimologías. Diálogo viene del latín y en este —tomada a su vez del
griego—, dicha palabra significa: dia “a través” y logos “palabra o
razón”. A través de la razón que expresan las palabras, dos personas
hablan y acuerdan cosas. Para ello es indispensable considerar “persona”
al otro. Creo que ahí esta el quid del asunto: los venezolanos queremos ser personas nuevamente.

Servus eius,


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