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martes, 2 de agosto de 2016

Contundente carta abierta de Alberto Arteaga a Hermann Escarrá #Venezuela El Camaján

¡ESTALLAN LAS REDES! Contundente carta abierta de Alberto Arteaga a Hermann Escarrá



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO



Contundente carta abierta de Alberto Arteaga a Hermann Escarrá






  
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¡ESTALLAN LAS REDES! Contundente carta abierta de Alberto Arteaga a Hermann Escarrá
DolarToday / Aug 1, 2016 @ 12:00 pm
Apreciado Hermann:

Lo pensé mucho antes de escribir estas líneas, siendo así que te
conozco, eres abogado, egresado de mi querida UCV, y uno de los
redactores de la Constitución de 1999, hoy maltratada, violada y
extrañamente invocada contra su letra y su espíritu.

La letra de la carta magna está allí, al alcance de todos, necesitada
de interpretación para determinar su propósito y razón, so pena de que
aquella nos mate o nos confunda. Pero interpretarla no es alterarla ni
tergiversar lo que ella claramente dispone.

Los abogados no podemos servir a dos señores: a los intereses circunstanciales y al compromiso con la ley y la justicia. Me refiero a los verdaderos abogados.

Pero si además de abogados somos profesores nuestro compromiso es
mayor porque los estudiantes nos ven como modelos, y si traicionamos lo
que hemos enseñado en la cátedra nos hacemos merecedores de la más
severa descalificación.

Yo te oí en otros tiempos reclamando airadamente contra el Gobierno,
denunciando sus vicios e intentando acciones contra el propio
Presidente.

Nadie te calificó como conspirador y te recordamos llamando a una marcha sin retorno para restablecer el hilo democrático.

Pero, de pronto, hoy te has convertido en asesor jurídico del
régimen, en defensor de causas y acciones sin fundamento legal,
dirigidas contra el Poder Legislativo, expresión plural del pueblo,
depositario de la soberanía.

Te has expresado abiertamente contra la Asamblea y has llamado a su
desconocimiento y sometimiento a juicio, sabiendo que los diputados son
inviolables por las opiniones o expresiones proferidas en ejercicio de
su representación; que el desempeño legítimo de sus funciones excluye
todo delito; y que para ser enjuiciados por otros hechos, se exige el
levantamiento de la inmunidad, que no es privilegio personal sino
protección funcional otorgada por la voluntad popular, que solo opera
por decisión mayoritaria de la Asamblea.

En el pasado, tu hermano, profesor y diputado oficialista, asumió
claras, definidas y duras posiciones contra sus adversarios políticos.

No porque haya fallecido, pero creo sinceramente que trató de ser
consecuente con sus ideas y tomó posiciones frontales, con alegatos
fundados en derecho, cuyo manejo lo hacía con verdadero dominio, aunque
discrepáramos de sus puntos de vista. Pero su línea general fue siempre
clara, precisa, invariable.

En 2007, con motivo de una sentencia de la Sala
Constitucional que modificó un artículo de la Ley de Impuesto sobre la
Renta, se enfrentó, como parlamentario, a la decisión y planteó, con
otros diputados, desacatarla por tratarse de una usurpación de las
funciones de la Asamblea por parte del órgano judicial, calificándola
como nula y sin efecto jurídico.

Nadie amenazó a los diputados con acciones penales y se respetó su
investidura parlamentaria. Esa condición de representante del pueblo con
el privilegio funcional de la inmunidad fue siempre una barrera para
evitar las arbitrariedades y el abuso del poder.

Cuando nos veíamos los jueves a las siete de la mañana en la UCV,
Carlos me saludaba como maestro, calificativo que recibía como producto
de su sincero aprecio, a sabiendas de mis posiciones distantes a las
suyas, lo que para mí era digno de ser reconocido y apreciado en el
contexto del debate de las ideas en el escenario de la escuela de la
tolerancia como ha sido la universidad.

Pero en ti, ahora, observo posiciones de conveniencia,
artilugios leguleyescos, manipulación de conceptos, justificación a
ultranza de posiciones inaceptables en el marco de nuestra Constitución.

Estoy convencido, Escarrá, de que las nuevas generaciones nos
juzgarán con objetividad y, sin duda, examinarán si hemos torcido la ley
para satisfacer ambiciones de poder o si hemos actuado conforme a
nuestra conciencia y a las exigencias del buen derecho.


ALBERTO ARTEAGA SÁNCHEZ / aas@arteagasanchez.com / El Nacional

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