ISLA DE LA JUVENTUD, Cuba.- En el recién publicado documental "Pinero Pinero", su realizadora Yaima Pardo La Red regresa a la actualidad la historia de un monumento nacional. "Yo creo que se necesita de algo más, de una fuerza mayor, para lograr que el monumento a El Pinero no se esté cayendo a pedazos", afirma la periodista Yuliet Pérez, entrevistada en el referido reportaje.
La cita sobre esta embarcación, emblemática para los isleños que allí habitan, es sólo un fragmento del material recién disponible en la red, dedicado a la Isla de Pinos. Esta es la historia del barco, varado desde hace tres décadas junto a la orilla oeste del Río Las Casas, puerto de Nueva Gerona, ciudad cabecera del llamado Municipio Especial Isla de la Juventud.
En 1901, los astilleros de Filadelfia recibieron uno de sus tantos encargos de la época, destinado a un barco de guerra de mediano porte que posteriormente sería transformado en trasbordador de pasajeros. El Pinero tiene 51 metros de eslora, y contó con 25 camarotes equipados con literas dobles. Fue adquirido en noviembre de 1926 por la Isle of Pines Steamship Co., cubriendo desde entonces la ruta Batabanó-Nueva Gerona.
El Pinero llegó cuando el presidente Gerardo Machado determinó la construcción del Presidio Modelo, un reclusorio para varones capaz de albergar hasta seis mil presos edificios en circulares de arquitectura panóptica, copiada de la célebre cárcel de Joliet, Illinois.
La embarcación trasladó a presos y carceleros entre sus muchos pasajeros durante las décadas siguientes, incluyendo condenados políticos y sus familiares durante las visitas. Primero a los que combatieron la misma dictadura de Machado, después a Batista y finalmente a Fidel Castro.
El líder del asalto al cuartel Moncada viajó de regreso a La Habana en la motonave, junto a sus compañeros excarcelados el 15 de mayo de 1955, al firmar su enemigo político y presidente de facto, Fulgencio Batista, una ley de amnistía.
La embarcación dejó de ser operativa en 1966, cuando el nuevo gobierno adquirió dos ferris de fabricación española, rebautizados Jibacoa y Palma Soriano.
El Pinero volvería a la Isla años después, con el objetivo de convertirse en museo, al ser declarado Monumento Nacional.
Mis padres, maestros de enseñanza primaria, me montaron en El Pinero una mañana de 1965. Fue todo un acontecimiento ver a la potente grúa marítima Magnus, levantar de las aguas aquel viejo casco de acero, engarzado sobre soportes metálicos que le sostienen hasta hoy.
Primero trabajó una experimentada brigada de paileros de los astilleros Chullima, del puerto de La Habana, pagados por el Consejo de Estado. Habían decretado un presupuesto superior a los dos millones de pesos destinados a un memorial alrededor del barco. El proyecto exigía devolverlo a su imagen original.
Una guía de museo que estuvo ligada al proyecto ofrece detalles adicionales: "Terminaron la obra muerta, se abrieron las puertas del museo al público, pero la madera utilizada pronto demostró ser inapropiada. No estaba debidamente curada, le cayó arriba el comején, se desmoronaba día a día. Cerraron las salas y después desmantelaron toda la parte de arriba. El barco se quedó de nuevo en el casco".
Y así permanece El Pinero. No hay respuesta oficial sobre aquellos dos millones destinados al memorial, que duró bien poco para el pueblo, entusiasmado cuando buzos y operadores marítimos mostraron su pericia alzando el barco de las aguas.
El casco restaurado se está cayendo a pedazos en la intemperie, junto al solar yermo que desde hace un cuarto de siglo nadie se atreve a convertir en algo útil, "por si acaso" viniera esa fuerza mayor, caprichosa, aludida por la periodista citada citada en el documental "Pinero Pinero"
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