EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
La escritora bielorrusa Svetlana Alexievich recibió este jueves el Premio Nobel de Literatura 2015.
La academia sueca valoró sus novelas como un conjunto de "escritos
polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo",
calificando así el valor de esta mujer para tratar el descalabro de la
URSS, descalificar el supuesto heroísmo de los soldados soviéticos en la
guerra de Afganistán y otros temas escabrosos como las muertes por
contaminación en el escape nuclear de Chernobil.
La academia sueca valoró sus novelas como un conjunto de "escritos
polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo",
calificando así el valor de esta mujer para tratar el descalabro de la
URSS, descalificar el supuesto heroísmo de los soldados soviéticos en la
guerra de Afganistán y otros temas escabrosos como las muertes por
contaminación en el escape nuclear de Chernobil.
Alexievich tiene 67 años y es autora de novelas como La guerra no tiene rostro de mujer, cuestionadora del ideal soviético y no publicada hasta 1985, cuando empezó el deshielo liderado por M. Gorvachov.
En entrevista con el diario El País, Alexievich fue dura con el autoritario presidente bielorruso: "(Alexander) Lukashenko ha parado el tiempo. La dictadura hace que la vida sea primitiva".
En su regreso al país donde desarrolló su obra, la estrenada Premio
Nobel ha encontrado paradojas que probablemente sigan ofreciéndole
combustible para sus escritos.
En su regreso al país donde desarrolló su obra, la estrenada Premio
Nobel ha encontrado paradojas que probablemente sigan ofreciéndole
combustible para sus escritos.
Svetlana Alexievich dijo que luchó contra las imposiciones y
participó derribando las estatuas dedicadas a Félix Dzherzhinski,
fundador de la temible policía secreta soviética. Pero ahora lamenta que los jóvenes rusos idealicen "la Unión Soviética".
participó derribando las estatuas dedicadas a Félix Dzherzhinski,
fundador de la temible policía secreta soviética. Pero ahora lamenta que los jóvenes rusos idealicen "la Unión Soviética".
Investigadora de la era que propuso a la URSS como un baluarte
mundial, a esta narradora no le molesta que digan que es una "escritora
soviética". "Escribo en ruso, mi país es Bielorrusia y he vivido una simbiosis que ha afectado a muchos en este país", declaró.
mundial, a esta narradora no le molesta que digan que es una "escritora
soviética". "Escribo en ruso, mi país es Bielorrusia y he vivido una simbiosis que ha afectado a muchos en este país", declaró.
Los elogios del jurado del Nobel no son gratuitos. Las piezas
narrativas de Alexievich están divididos a favor y en contra del golpe
de estado sucedido en 1991, son temerosos de la violencia en Azerbaiyán,
se sienten traicionados, pero también se suicidan; este último hecho,
es recreado en una de sus novelas, Cautivados por la muerte, 1985.
narrativas de Alexievich están divididos a favor y en contra del golpe
de estado sucedido en 1991, son temerosos de la violencia en Azerbaiyán,
se sienten traicionados, pero también se suicidan; este último hecho,
es recreado en una de sus novelas, Cautivados por la muerte, 1985.
El desastre nuclear en la planta de Chernobil sirvió de base para Voces de Chernobil, que apreció en Español en 2006 por la editorial Siglo XXI.
El año pasado su novela El tiempo de segunda mano. El fin del hombre rojo fue
publicado en alemán y en ruso, una especie de testamento identitario
del hombre soviético. "Ahora vivimos en distintos Estados, hablamos en
distintas lenguas, pero somos inconfundibles, nos reconocen enseguida.
Todos nosotros somos hijos del socialismo", comenta sin lamentarse.
publicado en alemán y en ruso, una especie de testamento identitario
del hombre soviético. "Ahora vivimos en distintos Estados, hablamos en
distintas lenguas, pero somos inconfundibles, nos reconocen enseguida.
Todos nosotros somos hijos del socialismo", comenta sin lamentarse.
El fin del hombre da por concluido el ciclo "utopía roja",
una saga de cinco libros que tratan de congelar en una fotografía la
convulsión de la segunda mitad del siglo XX en la antigua URSS. En El chico de cinc (1989) aparecen los testimonios, en forma novelada, de quienes perdieron a sus hijos en la guerra en Afganistán.
una saga de cinco libros que tratan de congelar en una fotografía la
convulsión de la segunda mitad del siglo XX en la antigua URSS. En El chico de cinc (1989) aparecen los testimonios, en forma novelada, de quienes perdieron a sus hijos en la guerra en Afganistán.
"Queríamos un socialismo con rostro humano", expresa con pesar la
nueva premiada con el codiciado galardón literario y concluye: "¿Y qué tenemos más de dos décadas después?...
Un líder medio bandido y autoritario y un entorno provinciano en
Bielorrusia… un presidente que habla como un 'govnik' (un tipo
marginal)", asegura refiriéndose a Lukashenko.
nueva premiada con el codiciado galardón literario y concluye: "¿Y qué tenemos más de dos décadas después?...
Un líder medio bandido y autoritario y un entorno provinciano en
Bielorrusia… un presidente que habla como un 'govnik' (un tipo
marginal)", asegura refiriéndose a Lukashenko.
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