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lunes, 28 de julio de 2014

EL NIETO RASCISTA DE RAÚL CASTRO ES EL JEFE DE SU ESCOLTA PERSONAL

EL NIETO RASCISTA DE RAÚL CASTRO ES EL JEFE DE SU ESCOLTA PERSONAL | El Lagarto Verde



EL NIETO RASCISTA DE RAÚL CASTRO ES EL JEFE DE SU ESCOLTA PERSONAL




Como todos los días leo los trabajos publicados sobre nuestro
lagarto verde o los  vinculados con la realidad cubana y en Martí
noticias encontré un trabajo de Juan Juan Almeida que me llamó mucho la
atención porque el personaje es conocido por la cercanía que tiene con
el actual inconstitucional presidente de la isla: Raúl Castro. Se trata
de su nieto “Raulito”. Una especie de alien con cara de ángel que
acumula un historial que no pocos protagonistas del apartheid  pudieran
competir con él. Lo lleva en la sangre tal vez por la herencia de su
abuela o por lo que aprendió en casa cuando era pequeño.  Este engendro
se autodefine patriota y defensor de esas ideas que inspiran saqueos y
revolución y siente un especial morbo al impresionar a las personas que
no están a su nivel. En resumen es un hijo de puta más, salido de la
estirpe Castro-Espín que goza del privilegio de ser el coloso de mármol
de su abuelito. Los dejo con el trabajo de Juan Juan Almeida.




No pretendo criticar a los hijos por ser hijos, ni a los nietos por
ser nietos, sólo hablaré de un sector que no por ser desconocido deja de
estar enmohecido. Hoy contesto a las preguntas sobre Raúl Guillermo
Rodríguez Castro, el hijo de Deborah Castro Espín y Luis Alberto
Rodríguez López Callejas.


El
matrimonio de Vilma y Raúl fue el más iconográfico del que haya
presumido la revolución cubana. Él personificaba al héroe, y ella su
heroico papel de compañera, voluntaria, sumisa, y funcionaria del
partido. De la unión Castro-Espín nacieron cuatro hijos preciosos que
luego afearon con el tiempo. El primero de los nietos, el pequeño
Rodríguez Castro, de bebé era solitario, travieso, alegre y testarudo,
ya entonces se adivinaba en su comportamiento una lógica tendencia
autoritaria.


Haber nacido varón, con la habilidad calculadora del padre, y un
sexto dedo heredado por línea materna, despertaron en el abuelo Raúl lo
que podríamos describir como una mezcla de amor, regocijo y compasión.
Raulito se convirtió en el favorito. Y no en pocas ocasiones El General
jubiloso lo presentó con una frase que por cursi provocaba burla en
lugar de admiración “Mi nieto es una belleza de mármol, un coloso con
cara de niño”. La creatividad de El General, aunque había mejorado
bastante, continuaba invadida por conceptos grandiosos y épicos.


Seguramente
esperanzados en construir un dechado de virtudes, los familiares
hicieron de este pequeño angelito un inútil mamarracho. Así, cuando
matriculó en lo que fue su escuela primaria “Gustavo y Joaquín Ferrer”,
sólo andaba acompañado de inseparables halagos y de un escolta
insoportable que provocaba entre los chicos de su edad un desagradable
encanto.


Rodeado, o quizás concurrido por su escandalosa soledad, arribó a la
secundaria básica “Josué País”. A la sazón ya era un jovenzuelo a quien
le gustaba molestar, y le disgustaba lo demás. Alérgico a todo el
espectro del respeto, se sentía el santo grial del dominio y disfrutaba
cierto morbo sabiéndose el protagonista de pesadillas ajenas. El
excentricismo de la edad, más la constante visión de su entorno
familiar, lo empujaron a beber, a fumar, a caminar por senderos que
algunos mayores llaman “malos pasos”, y a adoptar una actitud
vehementemente racista que por momentos lograba poner en aprietos a sus
más leales amigos, familiares y benefactores. Por respeto no menciono el
nombre de la muchachita que expulsaron del aula por negra, o mejor
dicho, porque el Nieto de General implantó su decreto de no compartir el
mismo espacio con aquella condiscípula porque – según él – los negros
además de feos y brutos, hieden.





Por esa época, la palabra gracias también había sido erradicada de su
diminuto diccionario. Absolutamente comprensible, Cuba padece un
sistema feudo liberal con una cúpula dictatorial y anarquista; no tenía
por qué agradecer lo que por derecho cree suyo. Nadie aprende a decir
gracias si no está realmente agradecido.


Desagradecido, sin frenos, y justo en el momento que hablar de
economía era tema de moda, Raulito, el hoy escolta presidencial, decide
estudiar en la Facultad de Economía de La Universidad de La Habana. Es
común, e incluso razonable, que deportistas de alto rendimiento estudien
Licenciatura en Deporte y las competencias internacionales sean sus
exámenes estatales. Usando este mismo principio, y después de un
convencimiento que incluyó alguna presión, la rectoría del plantel
universitario al quedarse sin opción, entendió que al alumno en
cuestión, alto, rubio, de fuerte complexión y zafios modales, se le
debían otorgar honoríficas calificaciones debido a su participación como
invitado especial a paseos gubernamentales. Su reiterada ausencia a
clases no fue tomada como un deterioro intelectual, sino como ayuda al
patrimonio nacional.


Corrían
aires de cambio, el mapamundi trasmutaba sus colores y esta familia,
por ordenes de su patriarca, necesitaba unirse más. En un acto de
humildad y sacrificio, el tío Alejandro Castro, conocido por El Coronel
con menos grasa corporal que materia gris en el cerebro, se apareó con
una ex novia de su sobrino Raulito y así enarbolaron la extraña pasión
familiar por la propiedad común. De manera que, los domingos, el clan
disfruta de los exóticos manjares que aún prepara el viejo Chute (el
cocinero Jesús); y el resto de la semana, sobrino y tío revisaban su
propio código conductual compartiendo la misma mujer. Puede parecer
inmoral, pero nada novedoso; se sabe que Vladimir Ilich Lenin y su
esposa Nadiezhda Konstantinova Krupshaya, paseaban, vivían, y se
entretenían con Elizabeth D’Herenville (Inessa). Claro, existen las
diferencias, al líder de los bolcheviques, su pareja, y la mutua
concubina, no los unían lazos de consanguinidad.


El
jefe del Departamento de Seguridad Personal del Ministerio del
Interior, y algunos otros a su mando, al sentirse amenazados por la
posibilidad real de ser cruelmente suplantados por un sano y poderoso
retoñito familiar, con muchísimo cuidado lo intentan ridiculizar echando
a correr algunas frases que con sutileza ponen en boca de la opinión
popular: “Escolta 2”, “no se sabe si el nieto cuida al abuelo o si el
abuelo cuida al nieto”, “a uno tengo que cuidar, y al otro debo
vigilar”,… En fin, que el muchacho es criticado, pero intocable.


Raulito se casó, y en la boda se escucharon los acordes contagiosos
de La Charanga Habanera, una orquesta que, como otras, decide
intercambiar talento por caricias de poder. Tiempo después se divorció,
dejó una niña en camino, y anda en planes de otra boda.





El Linaje Castro Espín es como una organización benéfica en post de
la mezquindad donde el sentido común es el menos común de los sentidos.
Raulito es una víctima que no alcanzó a ser diferente. Hoy se autodefine
patriota y defensor de esas ideas que quizás por enaltecidas inspiran
saqueos y revolución. Le recrea un ardor enfermizo por impresionar a las
personas que están por debajo de su condición social. Es paranoico y,
como únicamente ha leído algunas páginas alternas de la vida de Julio
César; está realmente convencido de que el final de su abuelo Raúl se
reducirá al asesinato en un acto de venganza por parte de su propia
escolta. Decir más, sería redundar.





Fuentes: Martínoticias.com; google noticias. El Lagarto Verde


EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

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