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lunes, 28 de abril de 2014

Presentamos a dos jóvenes proletarios | Cubanet

Presentamos a dos jóvenes proletarios | Cubanet



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO




Presentamos a dos jóvenes proletarios

Últimamente en Cuba se han definido cuatro clases sociales: los
desahuciados, los proletarios, la clase de las remesas y los nuevos
ricos






Erick y su conjunto de música tradicional cubana - Foto Marcia Cairo
Erick y su conjunto de música tradicional cubana – Foto Marcia Cairo
LA HABANA, Cuba.- Esta es la vida real para dos jóvenes cubanos que pertenecen a la clase proletaria.


Últimamente en Cuba se han definido cuatro clases sociales: los
desahuciados, los proletarios, la clase de las remesas  (familiares) y
la clase alta (los nuevos ricos, los que tienen negocios privados
exitosos; los gobernantes y sus familias, y las jineteras con mucho
dinero).


Erick Padilla, aunque estudió gastronomía en su adolescencia, es
músico autodidacto y trabaja en el Café París, restaurante ubicado en la
calle Obispo, en La Habana Vieja. Integra, junto a otros amigos un
conjunto de música tradicional cubana. A él le corresponden las maracas y
las claves.


Ellos animan cada día el local desde las 12 hasta las 5 de la tarde.
Este sitio es muy frecuentado por extranjeros básicamente, pues su carta
tiene elevados precios.


Los músicos traen sus discos “quemados” (grabados domésticamente),
que ofrecen al público en los pocos minutos de que disponen cuando
recesan su actuación. “Pasan la cesta” o “perrean” para que les compren
los discos muy baratos; que no es más que regalar parte de la cultura
cubana a unos extraños, que posiblemente los vean como artistas de un
espectáculo intrascendente. Al final del día, con suerte, los músicos se
dividirán las ganancias: de 3 a 5 cuc diarios, que se llevarán para
contribuir a la economía familiar, restándole lo que les cueste el
transporte de regreso.


Este joven, además, integra la banda de rock Congregation, formada
desde el año 2000. Toca el bajo y la guitarra. La banda actúa con
frecuencia en el Maxim´s Rock, uno de los pocos sitios donde los fans a
esta música pueden disfrutarla.

Cuando indago el porqué de tanto trabajo, él me cuenta que su hijo
pequeño nació con un problema en la sangre, por lo que debe reforzar su
dieta alimentaria constantemente. Así que todo se vuelve trabajo y
preocupaciones. Solo los sábados puede estar con el niño y dedicarle más
tiempo, pues se la pasa trabajando de sol a sol.


Va desde la música tradicional al sonido del Dead Metal; sonidos
dispares, y de raíces tan diferentes, pero que constituyen el pan
nuestro de cada día de este cubano que lucha por su vida y la de su
familia.


Reciclado en varios oficios


Máximo en plena labor creativa - Foto Marcia Cairo
Máximo en plena labor creativa – Foto Marcia Cairo
Máximo se desempeña en la televisión como sonidista. A pesar de tener
varios programas, casi no puede llegar a sobrevivir a fin de mes, pues
tiene a su cargo sus padres, de más de 70 años; y por no tener hermanos,
es su único sostén.

Su madre tiene el mal de Parkinson, y su padre es un mecánico retirado
que tiene los achaques típicos de la vejez. Ambos con jubilaciones
precarias. Él solo debe hacer frente a la situación miserable donde
vive. Hace poco tuvo que vender unos sillones y una mesa para poder
pagar unas cuentas atrasadas –le habían cortado el teléfono–, y también
necesitaba comprar alimentos para la alimentación de su familia,
consistente en arroz, frijoles y algún que otro vegetal o vianda, pues
la mayoría de las veces, comen solo arroz con frijoles.
Es emprendedor e inteligente, y hace sus trabajos particulares los
sábados y domingos, arreglando equipos electrónicos con las pocas piezas
que consigue o le dan sus amigos, de equipos rotos o en desuso.

Vende un amplificador de sonido que él mismo ha creado: una fuente de
computadora y un dispositivo interior, que permite conectar unos bafles
para escuchar el sonido de la música con altos decibeles. Estos aparatos
los ofrece en 10 cuc. También realiza cualquier tipo de trabajo de
albañilería a domicilio.
Cuando me lo encuentro por la calle, siempre va apurado y desaliñado.
Me confiesa que prefiere comprar comida a gastar en un desodorante o en
unas gafas. Lleva hasta los zapatos remendados.
Estos son dos retratos vivos de jóvenes que en la actualidad cubana
se pueden nombrar proletarios, sin caer en retóricas panfletarias, solo
hay que observarlos para sacar conclusiones y preguntarnos: ¿qué otras
oportunidades tienen?

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