EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Las
calles de Venezuela constituyen en el contexto actual el escenario más
determinante donde se libra la batalla entre dictadura y libertad. En
una acera, los uniformados del aparato de la inteligencia Sebin, la
Guardia Nacional Bolivariana, los castristas enviados desde Cuba y los
paramilitares llamados “colectivos”, bajo las órdenes del
castro-chavismo, asesinan, golpean, torturan y encarcelan. De la otra,
los estudiantes, las mujeres, la oposición y otros sectores de la
sociedad venezolana, desarmados y a costa de un sacrificio heroico, se
resisten a los brutales y despiadados maltratos, los crímenes,
encarcelamientos y golpizas, aferrados a la esperanza de vivir en
libertad, democracia y paz. El régimen castro-chavista, arropado tras
una supuesta ideología socialista, que vende la propaganda de
representar los intereses de los pobres y la garantía de la igualdad
social, se comporta como un cáncer maligno que busca ramificar su
pretensión de imponer dictaduras afines por toda la región. Se valen del
ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), que no
es más que un instrumento militar de intervención y desestabilización de
la democracia en la región, como quedó demostrado en los incidentes
ocurridos en Hondura, cuando fue activado para tratar de impedir la
remoción del poder del golpista Manuel Zelaya. También los tentáculos de
ese aparato represivo se lanzaron para interferir en los asuntos
soberanos de Paraguay, durante la destitución tras un proceso
constitucional de Fernando Lugo. El despliegue de marines
norteamericanos y la rápida y cuantiosa ayuda internacional en Haití fue
el muro de contención que evitó que esa nación cayera en las garras del
castro-chavismo luego de sufrir el dramático terremoto en el 2010.
Organizaciones narcoterroristas como las FARC disfrutan del apoyo y
legitimación del bloque castro-chavista, llegando al extremo de ser La
Habana el lugar donde se desarrollan las conversaciones entre el
gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla colombiana. Está
demostrado que Venezuela y Ecuador sirven de refugio seguros para los
cabecillas de esa reprochable organización criminal, tal y como lo
confirma la ejecución de Raúl Reyes por tropas del ejército colombiano
en un campamento establecido en territorio del Ecuador y las fotos
tomadas a Rodrigo Londoño, alias Timochenko, y otros conocidos
guerrilleros paseando tranquilamente por las calles de Venezuela. En
medio de la crisis internacional creada por Rusia con su política
imperial y la amenaza de empujar la Humanidad a revivir la época de la
Guerra Fría, el castro-chavismo muestra apoyo a Putin y hasta permite
que el líder ruso anuncie que negocia el establecimiento de bases
militares en varios países del área, como son Venezuela, Cuba y
Nicaragua. El presidente ruso, Vladimir Putin, no satisfecho con la
agresión militar que protagonizó hace pocos años contra Georgia, y que
dio por resultado el desgajamiento de ese país de las regiones de Osetia
del Sur y Abjasia, recientemente le arrebató la región de Crimea a su
vecina Ucrania, haciendo caso omiso a la condena y rechazo
internacional. Así mismo, Rusia es el principal aliado y protector del
régimen sirio de Bashar al Assad, al que le suministra el armamento con
el cual se mantiene masacrando a su propia población, y donde ya los
muertos producto de la guerra civil superan los 140 mil, y la población
ha sido atacada hasta con armas químicas. Hace unos pocos meses, en el
Canal de Panamá, se descubrió que el gobierno cubano de Raúl Castro se
dedica a contrabandear armas y equipos misilísticos con el régimen de
Corea del Norte, en franca violación de las sanciones adoptadas contra
ese país asiático por la ONU. La llamada izquierda latinoamericana actúa
de modo cómplice frente al comportamiento dictatorial del eje
castro-chavista. Antiguas víctimas y opositores de dictaduras, como es
el caso de Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, la Dra. Michelle
Bachelet, presidenta de Chile, o José Mujica, presidente del Uruguay, no
levantan sus voces para condenar los ataques a las libertades y
derechos de los pueblos cautivos del régimen Castro-Maduro. Por el
contrario, su posición antiestadounidense los lleva a darles la espalda a
los pueblos y defender al castro-chavismo, como ocurrió recientemente
en la OEA o UNASUR. La diferencia entre las dictaduras de Somoza,
Chapita, Duvalier, Pinochet, Videla… y las dictaduras de Raúl Castro o
Nicolás Maduro radica en que los gobiernos de la región brindan su
reconocimiento y legitimación a estas últimas y son incapaces de
señalarlos o condenarlos por sus crímenes o proyección antidemocrática.
Hoy en Venezuela está en juego el futuro de Latinoamérica. Para quienes
aman la libertad y desean vivir en democracia y con respeto a sus
derechos fundamentales, no hay otra opción más allá que involucrarse del
modo posible en la lucha que libran los demócratas venezolanos. Es hora
de extirpar el cáncer castro-chavista, no comprometerse en esta lucha
sería imperdonable.
calles de Venezuela constituyen en el contexto actual el escenario más
determinante donde se libra la batalla entre dictadura y libertad. En
una acera, los uniformados del aparato de la inteligencia Sebin, la
Guardia Nacional Bolivariana, los castristas enviados desde Cuba y los
paramilitares llamados “colectivos”, bajo las órdenes del
castro-chavismo, asesinan, golpean, torturan y encarcelan. De la otra,
los estudiantes, las mujeres, la oposición y otros sectores de la
sociedad venezolana, desarmados y a costa de un sacrificio heroico, se
resisten a los brutales y despiadados maltratos, los crímenes,
encarcelamientos y golpizas, aferrados a la esperanza de vivir en
libertad, democracia y paz. El régimen castro-chavista, arropado tras
una supuesta ideología socialista, que vende la propaganda de
representar los intereses de los pobres y la garantía de la igualdad
social, se comporta como un cáncer maligno que busca ramificar su
pretensión de imponer dictaduras afines por toda la región. Se valen del
ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), que no
es más que un instrumento militar de intervención y desestabilización de
la democracia en la región, como quedó demostrado en los incidentes
ocurridos en Hondura, cuando fue activado para tratar de impedir la
remoción del poder del golpista Manuel Zelaya. También los tentáculos de
ese aparato represivo se lanzaron para interferir en los asuntos
soberanos de Paraguay, durante la destitución tras un proceso
constitucional de Fernando Lugo. El despliegue de marines
norteamericanos y la rápida y cuantiosa ayuda internacional en Haití fue
el muro de contención que evitó que esa nación cayera en las garras del
castro-chavismo luego de sufrir el dramático terremoto en el 2010.
Organizaciones narcoterroristas como las FARC disfrutan del apoyo y
legitimación del bloque castro-chavista, llegando al extremo de ser La
Habana el lugar donde se desarrollan las conversaciones entre el
gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla colombiana. Está
demostrado que Venezuela y Ecuador sirven de refugio seguros para los
cabecillas de esa reprochable organización criminal, tal y como lo
confirma la ejecución de Raúl Reyes por tropas del ejército colombiano
en un campamento establecido en territorio del Ecuador y las fotos
tomadas a Rodrigo Londoño, alias Timochenko, y otros conocidos
guerrilleros paseando tranquilamente por las calles de Venezuela. En
medio de la crisis internacional creada por Rusia con su política
imperial y la amenaza de empujar la Humanidad a revivir la época de la
Guerra Fría, el castro-chavismo muestra apoyo a Putin y hasta permite
que el líder ruso anuncie que negocia el establecimiento de bases
militares en varios países del área, como son Venezuela, Cuba y
Nicaragua. El presidente ruso, Vladimir Putin, no satisfecho con la
agresión militar que protagonizó hace pocos años contra Georgia, y que
dio por resultado el desgajamiento de ese país de las regiones de Osetia
del Sur y Abjasia, recientemente le arrebató la región de Crimea a su
vecina Ucrania, haciendo caso omiso a la condena y rechazo
internacional. Así mismo, Rusia es el principal aliado y protector del
régimen sirio de Bashar al Assad, al que le suministra el armamento con
el cual se mantiene masacrando a su propia población, y donde ya los
muertos producto de la guerra civil superan los 140 mil, y la población
ha sido atacada hasta con armas químicas. Hace unos pocos meses, en el
Canal de Panamá, se descubrió que el gobierno cubano de Raúl Castro se
dedica a contrabandear armas y equipos misilísticos con el régimen de
Corea del Norte, en franca violación de las sanciones adoptadas contra
ese país asiático por la ONU. La llamada izquierda latinoamericana actúa
de modo cómplice frente al comportamiento dictatorial del eje
castro-chavista. Antiguas víctimas y opositores de dictaduras, como es
el caso de Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, la Dra. Michelle
Bachelet, presidenta de Chile, o José Mujica, presidente del Uruguay, no
levantan sus voces para condenar los ataques a las libertades y
derechos de los pueblos cautivos del régimen Castro-Maduro. Por el
contrario, su posición antiestadounidense los lleva a darles la espalda a
los pueblos y defender al castro-chavismo, como ocurrió recientemente
en la OEA o UNASUR. La diferencia entre las dictaduras de Somoza,
Chapita, Duvalier, Pinochet, Videla… y las dictaduras de Raúl Castro o
Nicolás Maduro radica en que los gobiernos de la región brindan su
reconocimiento y legitimación a estas últimas y son incapaces de
señalarlos o condenarlos por sus crímenes o proyección antidemocrática.
Hoy en Venezuela está en juego el futuro de Latinoamérica. Para quienes
aman la libertad y desean vivir en democracia y con respeto a sus
derechos fundamentales, no hay otra opción más allá que involucrarse del
modo posible en la lucha que libran los demócratas venezolanos. Es hora
de extirpar el cáncer castro-chavista, no comprometerse en esta lucha
sería imperdonable.
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