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miércoles, 26 de febrero de 2014

Ultimamente en Cuba cambia la tendencia de nombres raros y del uso de los trajes militares

¿Cuba le dice 'adiós' a los nombres 'raros'? - Internacional - Noticias | El Universo



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¿Cuba le dice 'adiós' a los nombres 'raros'?





Yanitse
García lleva tres décadas explicándole a la gente cómo se pronuncia o
escribe su nombre, así que cuando su primogénita nació hace tres años
decidió ahorrarle confusiones futuras: le puso un sencillo y elegante
Olivia.

"Lo que me gustó de Olivia es precisamente que no iba a pasar
trabajo, sirve para español e inglés y nadie lo va a escribir mal", dijo
a la AP García, una licenciada en lenguas extranjeras de 32 años.

García forma parte de lo que en Cuba se llama popularmente la
generación "Y'', conformada por miles y miles de isleños cuyos padres
rompieron la tradición de santoral y de repetir los viejos apelativos -a
partir de la década de los 60- inventando nombres que van desde los
inspirados en los rusos Yuri o Yevgeny hasta llegar a los excéntricos
como Yotuel, una invención que junta los pronombres yo, tu, él.

Pero al parecer los cubanos están volviendo en estos años a los
apelativos sobrios como Alejandro y Daniela, dejando de lado el fervor
por los Yhojayla, Yeisker, Yoleissi, Yuniesky, Yadinnis, Yilka,
Yiliannes, Yonersi, Yusleibis, Yolady, Yomary o Yudeisi.

"Lo de la Y fue toda una fiebre, un boom. Creo que comenzó a partir
de la influencia de lo soviético con los Yuri", comentó a la AP el
sociolingüista Carlos Paz Pérez, investigador de Miami Dade College.
"Era algo snobista, hacer algo distinto a la monotonía de los Pedros y
los Raúl".

El fenómeno fue tan extendido que los participantes se reconocen
hijos de un tiempo como en el caso de Yoani Sánchez, una disidente que
inauguró en la pasada década un Blog de fuerte crítica antigubernamental
al cual bautizó como "Generación Y". También incluye la Y un portal del
otro extremo, el de Yohandry Fontana, que defiende al gobierno.

Según los expertos los nombres extraños en la Cuba de los años 50 eran poco usuales pero existían.

"Un amigo de mi madre se llamaba Olidey", explicó a la AP la
académica retirada y escritora cubano-estadounidense Uva de Aragón, de
69 años. El nombre había sido sacado de un santoral pero los padres de
aquel hombre habían leído "Holidays" y lo españolizaron.

La propia académica tiene un apelativo inusual, una derivación del de
su abuelo, Ubaldo, pero ella reconoce que en la Cuba de los 50 el
fenómeno no había alcanzado la fiebre posterior.

"Antes los calendarios venían con los Santos y se ponían esos
nombres, también se repetían los de los padres", expresó De Aragón.

Pero tras el triunfo de la revolución en 1959 los inventados o raros comenzaron una escalada.

"Al dejar gran número de personas de bautizar a los hijos, ya no era
necesario buscarles un nombre que estuviera en el santoral", expresó De
Aragón, en alusión al periodo siguiente a la revolución cuando el estado
se proclamó laico y la iglesia católica perdió influencia.

Entonces aparecieron en masa los inquietantes Hanisey o Vicyhoandry y
se extendió incluso la moda también al uso de la mencionada letra "Y''
en nombres no inventados pero escritos para encajar con la tendencia
como Yisel.

La política y las relaciones exteriores cubana tuvieron además su
impacto con la llegada de los Che, las Stalina o los Lenin. También
toponímicos de aliados políticos se convirtieron en nombres como Hanoi o
Nairobi.

Los nombres inusuales fueron producto de combinaciones de dos o más
palabras, como como Daymer (Daniel y Mercedes), o directamente inventos
surgidos de la nada, buscando ser originales.

Y no faltaron las creaciones a base de dar vuelta los tradicionales como Airam (María).

Los inventos cubanos en este campo hace rato que recorren el mundo.

Una de las más distinguidas bailarinas cubanas se llama Vientsay
Valdés y los estadounidenses aficionados al béisbol de grandes ligas
conocen de memoria a Aroldis Chapman o a Yoenis Céspedes.

Aunque no hay información oficial sobre cómo se comportó el registro
de recién nacidos en estos años, una lista de modas como en otras
naciones o estudios sociológicos, los cambios en el gusto de los cubanos
son visibles.

En un recuento informal realizado por la AP en un instituto
Pre-Universitario de la capital de un aula de 40 jóvenes, una docena de
ellos tenían nombres tan exóticos como Luzniobis, Yuneysi, Alianis y
Dianabell; mientras en un salón de 20 niños de primer grado solo había
dos, Raicol y Nediam.

En los últimos meses también hubo comentarios en medios de prensa
cubanos, advirtiendo sobre la necesidad de una regulación y exhortando a
los padres a ser más reflexivos a la hora de inscribir a sus hijos.

"Este fenómeno en Cuba se salió de control, se ha ido de las manos",
dijo a la AP la investigadora del Instituto de Literatura y Lingüística
de Cuba, Aurora Camacho. "Los nombre son también la imagen de un país y
detrás de ellos hay una persona", agregó la académica, quien insistió en
que debería haber una mayor precisión en las normas jurídicas.

Los nombres raros sin embargo no son patrimonio exclusivo de Cuba. En
Venezuela en 2007, las autoridades trataron de impulsar una ley para
evitar que los padres coloquen a los niños "nombres que los expongan al
ridículo, sean extravagantes o de difícil pronunciación" y lo mismo
sucedió en 2009 en República Dominicana. Ninguna de las dos normas
prosperó.

Recientemente el estado mexicano de Sonora prohibió más de 60 nombres excéntricos asentados al menos una vez en sus registros civiles, entre ellos "Facebook", "Rambo" o "Circuncisión".

Pero en Cuba, aunque todavía subsisten los apelativos creativos hay un rescate de los tradicionales. 

Los primos de la pequeña Olivia, por ejemplo, la niña de García, se llaman Ernesto, Gabriela, Carlos y Christian.

"Pienso que hubo una saturación", manifestó el lingüista Paz. "Pero
ha pasado y hay una tendencia a volver a recuperar nombres
tradicionales".

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