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Opinión
Médicos cubanos
Domingo, 9 de Febrero de 2014
En 1995 estuve en Cuba, fui a la Universidad de la Habana; en Matanzas,
visité el teatro Sauto, donde se presentó Caruso; llegué hasta Varadero
por el Oriente y por el Occidente, vía Pinar del Río, hasta San Antonio
de los Baños, tierra de Silvio Rodríguez, denominada “La capital del
humor”.
visité el teatro Sauto, donde se presentó Caruso; llegué hasta Varadero
por el Oriente y por el Occidente, vía Pinar del Río, hasta San Antonio
de los Baños, tierra de Silvio Rodríguez, denominada “La capital del
humor”.
Guardo hermosos recuerdos, como los atardeceres en La Habana, donde el
Atlántico golpea de lado su agua oscura contra el malecón, y en cada
trecho están las parejas de enamorados, al son tenue de algún bolero
mambo que viene desde el interior de la ciudad y mirando nostálgicamente
las luces tenues de la capital que se pierden en el océano buscando
Miami.
Nadie puede negar la belleza de la Isla, la calidez de su gente y los
esfuerzos que han hecho para sobreponerse a la adversidad; pero, tampoco
es posible negar la condición precaria en la que viven, la falta de
insumos y tecnología, la carencia de medicamentos, el hambre de su
pueblo y la falta de libertad y paz para existir.
Cuba vive el pasado, por sus calles caminan obsoletos vehículos de los
años cuarenta y cincuenta, las tapas de ollas como banderines en las
casas, procuran hurtarse la señal de cable de los hoteles, y en las
vetustas viviendas, los cubanos sentados y alienados por la televisión
nacional. La salud, carece de lo elemental. Las grandes firmas
proveedoras de insumos y equipos tecnológicos, no le venden a la Isla.
Cuba sufre el embargo norteamericano a noventa millas náuticas y
francamente se quedó congelada. La salud y la educación se convirtieron
en un hábil estandarte para sobrevivir, pero no hay nada que recibir de
los médicos cubanos. No significan un aporte de transferencia de nuevos
conocimientos, porque su desesperación, en pos de bienestar, les ha
mantenido ocupados en su afán de fugarse de su propia Patria, olvidando
el desarrollo de la ciencia y el conocimiento.
Ojalá la decisión de traer médicos cubanos no pase de ser una forma más
de amedrentamiento, ante la que no hay que doblegarse; si no es así,
significaría una maniobra irresponsable en contra de la salud de nuestro
pueblo.
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