EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Conducta, con “C” de Cuba
Miguel ha ganado mucho dinero esta semana. Logró vender casi un centenar de copias piratas de la película cubana Conducta.
Aunque el filme se exhibe en varios cines del país, muchos prefieren
verlo en casa entre amigos y familiares. La historia de un niño apodado
Chala y de su maestra Carmela, causa furor y largas colas a las afueras
de la salas de estreno. Desde hace décadas ninguna producción nacional
lograba tanta popularidad ni provocaba tantas opiniones.
¿Por qué la última creación del director Ernesto Daranas, se está
convirtiendo en todo un fenómeno social? La respuesta trasciende las
cuestiones artísticas para adentrarse en la fuerza de su drama. Si bien
es cierto que cuenta con una excelente fotografía y un magnífico trabajo
actoral, es el realismo del guión el más acabado logro de esta cinta.
La película genera una empatía inmediata con el público, al reflejar sus
vidas como si de un espejo se tratara.
En las salas oscuras y frente a la pantalla, los espectadores
aplauden, gritan y lloran. Los momentos de mayor emoción en el lunetario
coinciden con los parlamentos políticamente más críticos. “No más años
que quienes nos gobiernan” responde la maestra Carmela cuando quieren
retirarla porque lleva “demasiado tiempo” en el magisterio y una ovación
de apoyo recorre la sala del cine en ese instante. La penumbra exacerba
el atrevimiento y la complicidad.
El “fenómeno Conducta” se explica por su capacidad de
reflejar la existencia de muchos cubanos. Pero va más allá de un simple
retrato realista, para convertirse en una radiografía que llega hasta
los huesos del asunto. Una Cuba donde apenas quedan asideros morales
para un niño y que se ubica a años luz de ese entorno ideal para la
infancia que narran los medios oficiales. Con apenas doce años el Chala
mantiene a su madre alcohólica con lo que gana en ilegales peleas de
perros, habita una ciudad cruda, injusta, empobrecida hasta las
lágrimas.
No es la primera vez que el cine cubano muestra el lado duro de la realidad. El filme Fresa y Chocolate (1993)
sentó pautas en cuanto a crítica social, especialmente la
discriminación a homosexuales y la censura artística. El costo de su
atrevimiento fue alto, pues tardó veinte años en ser transmitida por la
televisión nacional. Alicia en el pueblo de Maravillas (1991)
corrió peor suerte, la policía política rellenó las salas donde se
proyectaba, con militantes del partido que gritaban insultos a la
pantalla. Conducta ha llegado en una coyuntura diferente.
La extensión de las nuevas tecnologías, ha permitido a muchos
realizadores de audiovisuales llevar a vías de hecho sus proyectos.
Guiones críticos, mordaces y contestatarios han visto la luz en el
último lustro gracias a que no han necesitado de la aprobación y los
recursos del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos
(ICAIC). Esa proliferación de cortos, documentales y filmes
independientes, ha sido una coyuntura muy favorable para la cinta de
Ernesto Daranas. Los censores saben que no vale la pena vetar un
película así en los circuitos estatales. Las redes ilegales la habrían
hecho correr como pólvora.
Una breve conversación a las afuera del cine Yara evidenciaba la
polémica que desata la historia. “Hay mucha gente que vive mejor que
Chala, eso es verdad, pero hay otros que viven mucho peor”, aseguraba un
señor de unos sesenta años. Le respondía a una joven que cuestionaba si
el director “exageró en la sordidez de las situaciones narradas”. Otra
chica también se sumó al debate para aclarar “Tú dices eso porque tú
vives en Miramar, donde esas cosas no pasan”.
En la noche del martes, el periodista oficial Randy Alonso también
hacia la cola del cine para ver la película en la última tanda de ese
día. Detrás de él se escuchaban risitas y frases de “¿Y éste qué hace
aquí?”, dado que su rostro se asocia con un periodismo acrítico y
adulador del poder. Ya dentro de la sala de cine, quienes se sentaron
cerca de su butaca no lo vieron sumarse al coro de los gritos de apoyo.
Con cada minuto que pasaba parecía hundirse en el asiento, no quererse
notar. Lo que estaba viendo en pantalla era justo lo contrario que
explica en su aburrido programa de la Mesa Redonda.
Así es Conducta, capaz de reunir en una misma sala a los
fabricadores del mito y a los agobiados por el mito. Después se apagará
el proyector, las puertas se abrirán y los espectadores saldrán a una
realidad similar a la del guión pero donde ya no podrán expresarse bajo
la protección de la penumbra. Chala los aguarda en cualquier esquina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba aqui su comentario y respete las normas y la ortografía. Gracias