¿Qué pasa en Ucrania?
Los medios oficiales cubanos reportan, de inmediato, cuando en las imperfectas democracias del mundo los ciudadanos se lanzan a las calles. En esos casos las palabras “injusticia”, “capitalismo” y “explotación” son utilizadas por los noticiarios del patio para explicar el por qué de tales protestas sociales. Algo bien diferente ocurre si los manifestantes se alzan contra un régimen autoritario o contra algún “gobierno amigo” de la Plaza de la Revolución. En ese caso, el guión informativo estará salpicado de calificativos como “mercenarios”, “financiados desde el extranjero”… “insurgentes” o los “mal llamados rebeldes”. El pueblo no es pueblo en todas partes… parecen querer decirnos tan hemipléjicos análisis.
De vez en cuando, sin embargo, algo no encaja en los estrictos esquemas de nuestra prensa nacional. Esta semana con los sucesos acaecidos en Ucrania, por ejemplo, la política noticiosa del Partido Comunista se ha sentido desorientada. Malabarismos verbales, cautela y hasta verdaderos tartamudeos, hemos escuchado los televidentes en boca de periodistas muy combativos cuando abordan otros temas. ¿Por qué lo ocurrido en la ex república soviética los descoloca tanto?
En primer lugar porque con Rusia ha quedado el viejo pacto informativo, que se tuvo con la URSS, de no cuestionar su política exterior ni reportar sus problemas internos. De ahí lo espinoso de narrar el rechazo popular al presidente Viktor Yanukovich, por preferir el acercamiento al Kremlin que a Bruselas. En ese esquema diseñado por el Departamento de Orientación Revolucionaria, a la Unión Europea le corresponde ser vilipendiada y puesta en duda siempre que se pueda. Por tal razón, ahora se vuelve difícil que esos mismos medios expliquen el por qué tantos ucranianos exigen formar parte de esa comunidad política.
Ante la evidente contradicción, los noticiarios optaron por relegar la noticia y disminuir las imágenes de las abarrotadas plazas de Kiev. En su lugar acompañaron sus reportes de varias escenas dentro del Kremlin, a la par que los locutores insinuaban de alguna potencia extranjera detrás de las revueltas. Veinticuatro horas después de la primera nota ya no supimos nada más.
Imagino que muchos televidentes –como yo- ante aquella secuencia incoherente se preguntaron ¿eh… y qué pasa en Ucrania? Pero la prensa oficial no podrá respondernos, porque ni siquiera logra cumplir su papel de contarnos qué pasa en Cuba.
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