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Una reflexión de punto de partida sobre el sistema del Poder Popular de Cuba
Otra vez Cuba, el Poder Popular y una vieja encuesta. Por Manuel David Orrio Hermes Internacional orrio@enet.cu La Habana.13/11/05.- Por estos días releí mi artículo Cuba, el Poder Popular y una vieja encuesta (1). Me reafirmó en la creencia de ser llegada la hora para una reforma estructural de dicho poder, basada sobre el respeto absoluto al derecho de todos a SER ELEGIDO. Basta leer la vigente Ley Electoral para verificar que en mi país no es del todo así, aparte de logros como el de nadie tener que financiar o ser financiado de forma privada, para arribar a escaño cualquiera. Por ventajas como ésa, justamente, el fuero de aspirar a ser electo sólo se completa si CADA UNO de los electores puede postularse por sí mismo para el cargo ambicionado… y que decida el voto. Lo hoy legislado- alguien propone, aunque no se excluye la autoproposición- puede prestarse a subjetividad y manipulación, provenga de una asamblea de nominación o de comisiones de candidaturas, por cuanto ambas pueden coartar un derecho consagrado por la Constitución: competir en tanto que simple ciudadano, en igualdad de condiciones. Cierto: la lógica de cualquier proceso electoral obliga a limitantes. Acéptense: pero sólo después del voto secreto de los electores, además informados sobre los programas de los candidatos. En buen “cubano”, tiempo es de decir adiós al “propongo a…”, y dar bienvenida al “me postulo para…” No sólo en lo referido al Poder Popular, sino respecto a las organizaciones de la sociedad civil, muchas de las cuales han copiado “al carbón” los métodos estatales. Para el reconocido filósofo cubano Jorge Luis Acanda, “democracia es socialización del poder y de la propiedad (2)”; entonces, porque somos humanos, ha de admitirse la existencia de discrepancias en proyecto socialista como el criollo. Ha de verse como sana una lid electoral donde, a tenor de la Constitución, compitan en todas las instancias ideas divergentes, ambiciones legítimas y fraternos rivales. No por gusto, Marx y Engels apuntaron que “el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos (3)”. Por su parte, el corresponsal de BBC en Cuba, Fernando Ravsberg, escribió que “Varias veces el Presidente Raúl Castro ha criticado la falsa unanimidad, pero si alguien tiene el récord indiscutible en este sentido es el parlamento cubano: lograron legislar durante casi 4 décadas sin que jamás un diputado haya votado en contra… La pasividad legislativa es tal que Cuba en vez de ser un país de leyes se ha convertido en un Estado de ‘resoluciones’, ‘circulares’ y ‘decretos’, promulgados por los funcionarios de gobierno y algunas veces reñidos con la legalidad e incluso con la Constitución… No tengo noticias de que algún diputado haya protestado en el parlamento por la prohibición anticonstitucional de entrar a los hoteles -cuando existía, aclaro- ni (de) representantes de las provincias orientales que debatieran las restricciones impuestas a sus votantes para emigrar a la capital (4)”. Lo cual sigue vigente, puntualizo. Ravsberg también expresó que “… pocos tienen la esperanza de que ‘su representante’ vaya a resolver los problemas de la comunidad…Para cambiar esa percepción necesitarían un parlamento vivo, que mire la realidad con ojo crítico, que permanezca vigilante ante el poder central, que no tema el debate público y que conforme el interés nacional como síntesis de los diferentes intereses locales que representan los diputados (5)”. De seguir al corresponsal, tres preguntas: ¿existen carencias estructurales al parecer ubicadas en torno a las personas que acceden a los escaños? ¿No parece como si una mano oculta les escogiera para alcanzar esa extraña unanimidad? Si es así: ¿cuál CREDIBILIDAD tiene ante la población el sistema del denominado Poder Popular? Ofrezco al menos una referencia. La revista Bohemia (6) publicó el 7 de julio de 1990 los resultados de un sondeo que abarcó a nueve provincias y entrevistó a 957 personas, pertenecientes a todos los sectores de la vida social. Quién más cerca se encuentra del elector es el Delegado a la Asamblea Municipal del Poder Popular (concejal). Pues bien, la 5ta. parte de los sondeados ni siquiera conocía el nombre de quien le representa más directamente. Casi 41 % de los interrogados manifestó dudas sobre su gestión, y el 17,6 % NO CONFIABA. Cerca de 49 % tuvo dudas o no creía en que su concejal tuviera autoridad para dar solución a los problemas de la comunidad; sólo el 31,3 % hubiera aceptado ocupar el escaño; nada más un 40,6 % consideró “perfecto” al Poder Popular, mientras un 56 opinó que “necesita mejoras”. “¿Sientes que participas en el gobierno del país?” Sí: 60,7 %; A Medias: 26,3 %; No: 13 %. O sea: casi 40 % se sintió ENAJENADO, en una u otra medida. “¿Qué propones para mejorar el Poder Popular?” 70,5 %: métodos más ágiles y eficientes sin cambiar las estructuras, lo cual implicaba NO MODIFICAR EL SISTEMA ELECTORAL entonces vigente, por el cual las Asambleas Municipales (ayuntamientos) elegían a los diputados al parlamento, podían revocarles expeditamente y ejercer sobre éstos un mayor control, al menos en letra y espíritu de la ley. Nada más 10 % propuso cambiar dicho sistema y ¡éso fue lo que hizo la Ley Electoral de 1992! Cito al encuestado José Álvarez: que el precandidato tenga la posibilidad de expresar sus ideas sobre cómo piensa enfrentar el mandato, es decir, hacer reuniones pre-electorales, así como transmitir por medios de difusión masiva las asambleas del Poder Popular. Hacer públicas las asambleas ha sido siempre mandato constitucional, sólo sujeto a excepción y previo acuerdo legislativo (7) ¿Se cumple? ¿Algún dato creíble sobre cuántos electores conocen el nombre de los Diputados que les representan? Veintitrés años han pasado desde la encuesta de Bohemia ¿Cómo serían los resultados de ese sondeo, ahora, cuando el salario real se ha estimado en alrededor de 24 % del de entonces (8)? Ravsberg dice no recordar una votación dividida en el parlamento cubano. Pero yo sí recuerdo un chiste que circuló durante las pasadas elecciones a Diputados. Entre los electos figura una reconocida Directora Coral, de quien humoristas dijeron que fue nominada con un propósito: instruir y dirigir a sus colegas legislativos, para entonar bellamente un ¡SIIIIIIIII!
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