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CUBA. El código del trabajo. Soga almibarada para el pescuezo de los trabajadores Destacado
por René Díaz - desde Cuba Domingo, 25 de Agosto de 2013 20:31
Hoy se debate un nuevo Código del trabajo. La central sindical cubana lo promueve con el mayor entusiasmo del mundo. Solo eso bastaría para la sospecha. DEBATE SOCIALISTA y REFERENDO.
No se ha escuchado, en más de 50 años, palabra de algún dirigente sindical defendiendo los intereses inmediatos de los trabajadores o con la proposición de elevar los salarios, pagar en moneda dura, reducir la jornada laboral o la edad de jubilación. Tampoco se le ha escuchado debatir las señales de discriminación a los negros en la esfera de la economía emergente, ni los pocos derechos de los trabajadores en las empresas mixtas, ni la definición inexacta de la categoría idoneidad. Por el contrario, la CTC ha apoyado todas las iniciativas impulsadas por el gobierno, incluyendo las que no benefician a los trabajadores.
Para el escenario de los próximos años, con uno o dos millones de asalariados en la emergente economía privada, el código puede convertirse, como señala un compañero “en la envidia de los mayores explotadores que hayan existido”.
Para empezar, el Anteproyecto, es inconstitucional. Su primer artículo reza: “El derecho de trabajo [...] se aplica de conformidad con los fundamentos políticos, sociales y económicos regulados en la Constitución de la República.”. Obviamente, entra en contradicción abierta con la Constitución cubana actual, que proscribe la relación de explotación del hombre por el hombre. Mientras, el Anteproyecto acepta como natural el ejercicio de actividades económicas con explotación del trabajo asalariado de capitalistas privados nacionales.
Pero obviando esta nimiedad, “como dirían los dirigentes y juristas cubanosy sus apologistas sin fronteras,” hay otras cosas preocupantes. Claro, tratadas de esconder mediante la antigua treta del poder de ofrecer algunas cosas positivas en el lenguaje.
Pero vayamos por parte, como famosamente dijera Jack el Destripador, Veamos.
En él se especifica que todos los cubanos y cubanas tienen derecho a un empleo que les permita satisfacer sus necesidades y las de su familia, algo que aún está lejos de suceder debido a los muy bajos salarios y el mecanismo explotador de la doble moneda.El nuevo código del trabajo asegura que la tarea del sindicato es “representar a los trabajadores en la defensa de sus intereses y derechos y propugnar el mejoramiento de las condiciones de trabajo y de vida de estos”.Esto es nuevo. Pero además surge una pregunta,¿ese derecho incluirá el derecho a huelga de los sindicatos?Lo cierto es que durante años las secciones sindicales han estado funcionando como un apéndice de los directivos, gerentes y administradores de las empresas. Han estado más ocupadas en “bajar directrices” que en elevar las demandas, opiniones, críticas y aspiraciones de sus afiliados.
El código promueve la igualdad de la mujer, la protección de la maternidad y sostiene que “los trabajadores tienen derecho a participar en la dirección de las entidades estatales donde trabajan”, aunque no especifica cuál será su poder de decisión.
Quedan muchas cosas poco claras como las facilidades para el despido que parecen beneficiar bastante al empleador.La redacción del Código se presenta de forma tal, que la mayor parte de las obligaciones del empleador parece aplicarse a la economía pública o estatal. No parece muy explícito que el empleador alternativo, el capitalista privado, tenga que ofrecer semejantes derechos a sus empleados. Se habla de una semana de vacaciones anuales –como mínimo- muy peligroso pues da pie a aplicar siempre el mínimo.Por ejemplo, se regulan para la empresa pública, muchos requisitos de derechos laborales, sin explicitarse su pertinencia para el terreno privado. Para aquella, se asienta el contrato colectivo mientras que, en la privada, la contratación es personal.
Y si algún trabajador de esta última esfera se enfrenta a los patrones, aquellos contarán con el inciso b del artículo 67: ¡fin de la relación laboral, por iniciativa de una de las partes! Sin derecho a compensación laboral alguna u obligación pendiente. Por otro lado, no se especifica si se permitirá la contratación directa de los empleados en empresas extranjeras, quienes en la actualidad reciben su salario en pesos cubanos y a un cambio muy desfavorable, a pesar de que sus contratantes pagan en moneda dura al Estado.Hay otra nebulosa en el trabajo de los médicos en el extranjero, cuyos ingresos y condiciones serán determinados por los ministerios de Salud y el del Trabajo.La CTC no tendrá poder decisorio, apenas se promete que será “oído el parecer de la organización sindical”.
El debate sería muy productivo si los trabajadores analizan a fondo el código y defienden sus intereses, si la central sindical se convierte en su portavoz ante las autoridades y si el gobierno incluye esas opiniones en el documento, demostrando así que la consulta no es una mera formalidad.
Alguien afirmó, “los trabajadores o son revolucionarios o no son nada.”Si en esta oportunidad la clase obrera cubana sigue adoleciendo de sus insuficiencias, entonces lo pagará caro. No podemos permitir se continúen utilizando mecanismos formalmente democráticos de participación y nulos de democracia decisoria. No podemos permitir que las leyes se sigan dictando como decretos. Hay que exigir que las cuestiones vitales, como esta, se sometan a la consideración y votación de todos previo transparente horizontal e informado proceso.
Hay que acabar con la apatía que se observa en no pocos cubanos, hay que arrinconar a quienes restringen a dar opiniones en procesos excluyentes y oscuros en “lugar, tiempo y espacio” que deciden solo los de arriba. ¿Cuánto de responsabilidad tienen nuestros dirigentes en esto? Mucha, muchísima.
¿Cuánto de responsabilidad tenemos los ciudadanos en no haber revertido a tiempo cada vez que se nos presentó semejante situación? Mucha más aún, porque cada pueblo tiene el gobierno que se merece.
Cada trabajador tiene derecho a exigir su participación en las decisiones, su derecho a expresarse libremente.
Recuérdese que con estos códigos todos tendremos mucho que ver en los próximos veinte años y nuestros hijos pagarán por nuestra desidia y apatía.
Parece entonces acertada la propuesta del Co. Campos de solicitar someter a referéndum nacional este código.
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