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miércoles, 12 de junio de 2013

Lo que se cocina en #Venezuela y Cuba

Lo que se cocina en Venezuela - Edicion Impresa - ABC Color

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

Lo que se cocina en Venezuela

Lo primero que provoca es risa. Oír a Maduro afirmando que desde Colombia las más altas instancias están preparando un plan para derrocarlo; y que el expresidente Álvaro Uribe, junto con Roger Noriega y J. J. Rendón están preparando un veneno para inoculárselo y matarlo con lentitud, parece más bien el libreto de una farsa burlesca. ¿Qué más puede uno esperar de un hombre a quien el espíritu de Chávez se le aparece envuelto en las plumas de un pajarito?
El más preocupado con estas chifladuras debe de ser el presidente Santos. No las esperaba. Cauteloso como es, antes de recibir a Capriles tomó un teléfono, según contó la presentadora de televisión Vicky Dávila, y llamó a Maduro para no inquietarlo.
Maduro, al parecer, aceptó sus explicaciones. La prueba de ello es que una vez divulgado el encuentro de Santos con el líder opositor, guardó un prudente silencio.
El que saltó de inmediato con inusitada ferocidad diciendo que Santos le había puesto una bomba a las buenas relaciones entre los dos países fue Diosdado Cabello. ¿Por qué se apresuró a hacerlo a espaldas del propio presidente Maduro? Aquí está la clave de lo que realmente se cocina en Venezuela.
Veámoslo con cuidado. Esta no es solo una pugna que enfrenta en secreto a los dos dirigentes. Tras ellos, se percibe un oculto y tenso conflicto entre los militares venezolanos y los hermanos Castro. Los primeros, con Diosdado Cabello a la cabeza, no han logrado nunca digerir la presencia del servicio de inteligencia cubano –el G2– dentro de las Fuerzas Armadas. No se resignan a un G2 que los sigue paso a paso y todo lo fiscaliza, hasta los ascensos. Es algo que los ofende.
No es una invención mía. Esta realidad me la hizo conocer, en un reciente viaje a Caracas, un oficial de muy alta graduación cuyo nombre, por razones de seguridad, omito mencionar. De paso, explica por qué Fidel y Raúl Castro movieron todas sus cartas para impedir que Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, ocupara por 30 días la presidencia de Venezuela mientras se realizaban las elecciones. Pensando en la millonaria y vital ayuda que les otorgó Chávez, solo confían en Maduro para conservarla. Y sin duda influyeron en la unción que le dio el caudillo antes de desaparecer.
Pese a ella, Maduro tiene una situación interna muy frágil. No así Diosdado Cabello, quien ejerce un sólido control sobre todos los organismos de inteligencia, la Policía, los órganos de control cambiario y los gobernadores militares que están al frente de un gran número de Estados. Esta realidad se hizo pública con el audio que la oposición dio a conocer y que contenía una conversación del periodista chavista Mario Silva con un oficial cubano. ¿Cómo llegó esta grabación a la Mesa de Unidad Democrática que acompaña a Henrique Capriles? A mí no me extrañaría que hubiese sido el propio G2 cubano. Fiel heredero de la KGB soviética, esta maniobra suya estaría destinada a desenmascarar a Diosdado Cabello, mostrando sus negocios y maniobras.
Como sea, todos sabemos hoy que la furiosa explosión de los dos dirigentes chavistas ante el encuentro de Santos con Capriles obedece ante todo a rivalidades y pugnas intestinas. Para no dejarle espacio a su rival, Maduro ha resuelto mostrarse más chavista que Chávez y hacer responsable del colapso económico que vive su país a Colombia, incluyendo la escasez, la devaluación del bolívar y hasta la carencia de papel higiénico. ¿Lo calmarán las sonrisas y buenas palabras de María Ángela Holguín, la agraciada canciller colombiana? De pronto, si los Castro –interesados en el proceso de paz– deciden darle otro giro a las pataletas de Maduro. Este, no lo olvidemos, baila siempre al compás de Cuba. Con sus desvaríos, hasta el propio pajarito que revoloteaba en Barinas sobre su cabeza debe estar alarmado.
[©FIRMAS PRESS]
*Periodista y escritor colombiano. Colaborador habitual del diario EL TIEMPO de Bogotá.

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