EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
La credibilidad
No es tema de mi blog tratar asuntos de otros países, pero el destino de Venezuela se encuentra tan imbricado con el nuestro, que me detengo. Años de aprender granmática enseñan que si existiera una sola imagen publicable del presidente venezolano, ya habría sido publicada, sobre todo, luego de la oportunidad que sirvió El País. Chávez se muere de las complicaciones derivadas de su enfermedad, no hay que ser médico para saber que las metástasis no remiten. Los que gobiernan en su nombre lo han manipulado sin vergüenza para alzarlo como Jesús y ser los apóstoles. Y yo me pregunto cómo se sentirán los venezolanos, incluidos los seguidores que tiene el presidente, cuando se constate la farsa de recuperación en la que se ha jugado con el sentimiento del pueblo; su propia familia, con el doble dolor de la pérdida inminente y la manipulación. No me parece que esta feria a sus expensas, sea lo que él hubiera querido. No me lo parece sobre todo del último Chávez, mucho más sensible por la conciencia de su gravedad.
El presidente gobernó en mayoría y ganó sus elecciones. Pero la validación política de los actuales “hombres duros” de Venezuela es endeble. Cuando llegue el momento, ¿qué credibilidad le quedará a Nicolás Maduro, a Elías Jaua, a Diosdado Cabello? Eso, de cara a la población, puede ser muy grave. Porque fueron ellos, no un médico, no un familiar, los que dieron noticias alentadoras, mientras en La Habana se asistía al enfermo en fase terminal. ¿Confiará el pueblo venezolano en estos funcionarios que mantuvieron en secreto la real condición de su presidente? Es tan innegable el descrédito que he llegado en la conspiranoia a elucubrar si no será una movida para sacarlos del juego y dar espacio a otras figuras menos visibles (pero más oportunas) del chavismo, y todo eso, sin parecerlo.
Se alegará la Razón de Estado, pero la fisura está ahí. Algo me ha quedado claro en estos dos meses de ausencia de Chávez: por mucho que lo invoquen, ninguno de sus acólitos es Chávez.
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